Opinion

CATATUMBO

Octavio Cardona León

Por: José Octavio Cardona León – Representante a la Cámara.

Mucho se ha hablado por estos días de la situación humanitaria que se vive en la zona noreste del departamento de Norte de Santander, la que es limítrofe y transfronteriza con Venezuela, esa que comúnmente se denomina CATATUMBO.

Municipios como Tibú, San Calixto, Teorama, El Tarra, Convención y Hacarí ocupan primeras páginas de los periódicos y noticieros, no por la bondad agrícola, minera y comercial de la región, sino por la crueldad y la barbarie que allí se está viviendo desde hace buen tiempo y que actualmente se ha incrementado por la lucha a muerte que se libra entre el ELN y las disidencias de las FARC, concretamente el bloque 33.

La región ha sido próspera en agricultura, ganadería, minería y comercio, pero al tiempo se ha convertido en despensa coquera del país, ocupando uno de los primeros lugares en producción de cocaína en Colombia, lo que explica con suficiencia la feroz lucha que se libra en la zona por parte de grupos armados ilegales que se denominan guerrillas, que luchan como guerrillas, que se presentan como guerrillas, que negocian en la mesa de paz como si fueran guerrillas, pero que no son más que narcotraficantes vestidos con camuflado.

La reyerta implica el control sobre 43.000 hectáreas sembradas de coca, de las cuales la mayor cantidad se concentra en Tibú, lo que hace que este municipio sea el área territorial con mayor cantidad de coca sembrada en Colombia, alcanzando casi las 25.000 hectáreas sembradas de cultivos ilícitos.

Aunque los precios del alcaloide estuvieron por el suelo hace algunos meses, actualmente se comercializa por el orden de $ 2.800.000 pesos el kilo, con costos de producción que pueden llegar al $ 1.200.000 pesos, lo que representa una ganancia de más del doble, asunto este que engorda significativamente las arcas de los grupos en contienda y que se convierte por tanto en la principal fuente de sostenibilidad de la guerra que hoy se libra en la zona.

En el Catatumbo no se discute la ideología ni el pensamiento de Marx, Lenin, Marulanda, Jacobo Arenas, el cura Pérez o el padre Camilo. Tampoco se pone en debate el pensamiento cubano o ruso, no señores, allí priman las “orientaciones” o las disposiciones, incluso las imposiciones “comerciales” del cartel de Sinaloa o las que hagan los carteles venezolanos, los que actualmente son los principales socios comerciales.

Algunos dirán que la situación del Catatumbo ha pasado a un segundo plano en el orden de prioridades en la agenda del gobierno y que la principal preocupación debe ser el manejo de las relaciones con Estados Unidos, en razón del impasse ocurrido el fin de semana anterior, lo que a decir verdad ha distraído la atención respecto de lo que sigue ocurriendo en Norte de Santander y que amenaza con extenderse a varias regiones donde las luchas entre grupos criminales es cada vez más feroz y encarnizada, pues al igual que allá, el problema no es ideológico, es económico.

No obstante, lo anterior, si bien es necesario recomponer la relación con el país del norte, no podemos dejar tirado al Catatumbo y seguir recogiendo muertos por docenas como si la vida no valiera nada.

El gobierno debe entender de una vez por todas que los grupos criminales no tienen interés en la propuesta de “paz total”, pues las mesas de diálogos y la firma de acuerdos no representan, ni de lejos, los ingresos que significa la permanencia de estos grupos en la actividad delincuencial y sobre todo con la línea de negocios asociada al narcotráfico.

El Catatumbo se salió de las manos del gobierno hace muchos años, no es asunto exclusivo de la actual administración, pero a decir verdad, la guerra se ha incrementado de una manera nunca antes vista, por eso el país demanda acciones serias, con resultados tangibles, en donde se aclare de una vez por todas, si los grupos quieren diálogos, para lo cual debe exigírseles que demuestren su voluntad, pero si no quieren mesas de negociación, que el Estado asuma su papel y que el ejército imponga su poder y cumpla su deber legal y constitucional, pues lo que no puede aceptarse es que ahora tengamos la república independiente del Catatumbo, donde los “dueños” son extranjeros, pero los muertos son colombianos.

Manizales, enero 30 de 2025.

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