Opinion

¿Kamala o Trump?

Mario Arias Gómez

Por: Mario Arias Gómez.

Al entrar Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, el 6 de abril de 1917, puso al servicio de la Gran Guerra -así llamada- contra Alemania, su numerosa mano de obra y la pujante, todopoderosa industria militar, lo que inclinó definitivamente la balanza y permitió consolidarse como potencia económica, industrial y agrícola, mientras Europa -atrapada en severa contienda- se rezagaba, guerra que dejó millones de muertos y arrasado el Viejo Continente.

En tres días -el 5 de noviembre- EE. UU. elige al 47º inquilino de la ‘Casa Blanca’, que asumirá “el más importante cargo del mundo” -como suele llamarse- el próximo 20 de enero, inicio del período constitucional de cuatro años; certamen electoral que se definirá entre la atractiva, asertiva, inimpugnable demócrata, Kamala Harris (60 años), y su antípoda, el cuasi octogenario, convicto Donald Trump, desenfrenado, ególatra, fatídico, pendenciero republicano.

Elección que en principio parece decidida, obvia, tomado en cuenta el carisma, edad, personalidad, envidiable, loable formación académica, intelectual de la experta, exitosa exfiscal californiana; virtuosidades que ventajosamente contrastan con la pequeñez moral, ética del impresentable, depravado, inconexo, incoherente, languideciente, mendaz, titubeante peliteñido; mimo de la decadente, fétida ultraderecha, que se siente desde el inicio de la campaña ganador.

Fortalezas que le permitieron a la opcionada Kamala, enfrentar a su par sin titubeos, sustentar -ampliamente- con holgura sus ideas y propuestas, con coloquial, comprensivo, fluido lenguaje, que llevó a su contendor a correrse -dramáticamente del segundo encuentro; electrizante debate que cautivó la vasta audiencia global y sirvió para desnudar -en forma inmisericorde- las falencias, el robusto prontuario del agónico, desquiciado, liviano, perplejo, primario, vacío eunuco -intelectualmente hablando-, como su garrafal ignorancia, incapacidad irrebatible, su trepidante, pertinaz condición de compulsivo, contumaz impostor, de mentiroso.

Incertidumbre, polarización y politización del quehacer cotidiano gringo, que tiene hartos, mamados a un sinnúmero de electores, los que -ante la posibilidad (nada descartable) de que el ridículo bufón se alce con el triunfo, imploran a los dioses de Olimpo para que se alineen en contra, dado el complejo, singular, peculiar sistema electoral, en que los llamados “estados bisagra”: Pensilvania, Míchigan, Georgia, Carolina del Norte, Arizona, Nevada y Wisconsin son decisivos. Contingencia abierta desde la ratificación de la Vigesimosegunda Enmienda de 1951, que le permite al saltimbanqui en cuestión una segunda impensada oportunidad.

Confusa elección tenida como una de las más reñidas y significativas de la historia americana, en razón al contraste y particularidades de los candidatos y lo que cada uno representa, sin que quepa invocar el manido dicho: que entre el diablo y escoja”, pues bien se sabe de qué lado está el ‘ángel del mal’, aliado del grotesco, delirante, senil, vanidoso camorrista de marras que, a mañana, tarde y noche repite la misma cantaleta, el triunfo “me fue robado en 2020”. Nuevamente -con el mayor desparpajo- coacciona: “Si pierdo la elección es por fraude”, sin aclarar -aún- si de serle adverso el resultado, lo reconocerá, incondicionalmente, el cual por lo ajustado que se especula, no se conocerá el mismo día del escrutinio.

Pregunta del millón: ¿Qué seduce a sus parciales? Respuesta unánime: el cinismo, chabacanería, desvergüenza, grosería, incoherencia, mezquindad, rudeza del insignificante, incorregible, mal hablado capitán del negativismo, ejemplificado en lo ecológico, con el “desconocimiento que hace del calentamiento global”, llevando a que 200 clarividentes exfuncionarios republicanos -tras el patriótico afán de detener al arrogante, dubitativo, lacónico, mesiánico espantajo- inviten a sus compatriotas, especialmente a los indecisos, a salvar la patria, decidiéndose por la lúcida, telegénica, inteligente dupla: Kamala Harris-Tin Walz: que, contrarios al “apátrida fanfarrón, enemigo de la democracia”, “enorgullecen al país, trabajan por unir, no para dividir, se esfuerzan por lograr el consenso, evitar el caos”.

Formas, maneras, verdades que en el debate apabullaron, barrieron, desarticularon incuestionablemente al balbuciente, disparatado, estupefacto, rudo, trastornado, vapuleado rival; degradante, vergonzante paliza que literalmente dejó ‘grogui’ al decrépito malandro -de mala entraña- para deleite de Biden que cobró venganza a través de su vicepresidenta que le devolvió -cual bumerán- la “viejera” endilgada -intratable, incurable mal-; con la que Trump pretendió descalificarlo; imprecación replicada con esta sutil, inobjetable ráfaga: “Lo que los televidentes pueden esperar de Trump es el mismo manual viejo y agotado, un montón de mentiras, agravios e insultos”.

Rezongo que este sencillo escriba complementa, desafiando al histérico, infantiloide, irracional, sombrío “peor presidente de la historia de EE.UU.”, a que pase el ‘test cognitivo’ que le recomendó hacerse a su parigual Biden.

Curtido estafador, golpista, misógino, racista, violador, responsable del imprevisible, inopinado manejo de la pandemia, causante de 400.000 muertes; delincuente que se niega a reconocer sus delitos, destapados -en buena hora- por un juez nacido en Bogotá. Hito histórico en que la Justicia por vez primera presentó cargos criminales federales contra un expresidente: https://youtu.be/DMaMJlT2KY4?t=2

Escalofriante prontuario que incluye el chantaje al presidente de Ucrania para que le consiguiera pruebas contra Biden, a cambio de la ayuda militar comprometida. La Cámara -al respecto- acusó a Trump ante el Senado -de mayoría republicana-, que por supuesto lo absolvió -52 contra 48 votos-. Senado que tampoco se allanó a escrutar el intento de golpe de Estado del 6 de enero de 2020. Sinopsis adicionada con cuatro procesos penales y civiles -contentivos de 91 cargos criminales-; fraude fiscal; posesión de documentos clasificados; agresión sexual; estafa, calumnia que lo llevó a ser condenado a pagar una multa de US$537 millones.

Por si faltara, la parcializada Corte Suprema de Justicia, con sus seis republicanos (tres designados por Trump) evitó -con fraguadas leguleyadas- que fuera a juicio antes del 5 de noviembre por el intento de robo de las elecciones en Georgia.

Bien hicieran los inmigrantes latinos a la hora de depositar el voto, recordar la agresiva, brutal, luciferina, recurrente retórica -imperdonable- del belicoso, ramplón, torpe cuatrero, que exterioriza el enfermizo odio contra “esa ‘gentuza’ -así los llama- que envenena la sangre de nuestro país”; “fríos asesinos que entran en tu casa y te cortan el cuello”, a los que, con dejo hitleriano, promete: “deportar masivamente”. Augura: “Salir de ellos será una historia sangrienta”.

Arrogante, errático, inhabilitado moralmente que, de alcanzar un segundo mandato, la institucionalidad saltaría -irremisible, irreparablemente- en pedazos.

Recuerden cómo en 2019 el Congreso debatía el ‘impeachment’ en su contra, lo que llevó a que 350 psiquiatras y a muchos profesionales de la salud mental, a que anticiparan “el peligro de poner el país en manos de un energúmeno”, diagnóstico revalidado hoy al “no encontrarlo en condiciones -mental y físicamente- para gobernar otro cuatrienio”, certificando el “potencial, real peligro -cada vez mayor- contra la seguridad de la nación, del mundo”.

Concluyen certeramente: “Alguien que no puede manejar su cuenta en Twitter (X), no puede dirigir la primera potencia del planeta, mucho menos los códigos nucleares”.

Bogotá, D. C., 2 de noviembre de 2024.
http://articulosmarioariasgomez.blogspot.com.co/30

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