EDITORIAL
Una de las razones que motivaron a muchos electores de otras tendencias políticas a votar por Gustavo Petro para la Presidencia de la República, fue el cansancio con la corrupción de los gobiernos de los partidos tradicionales y la imposibilidad de diálogo sincero de los grupos armados al margen de la ley.
Transcurridos dos años de este gobierno, los presagios de muchos se han vuelto realidad y tristemente tenemos que concluir que la corrupción y la violencia se han convertido en cultura entre los colombianos.
Los recientes escándalos de corrupción y la escalada de violencia, han demostrado que sin importar quién sea el Presidente de la República, estos flagelos seguirán haciendo de las suyas.
La corrupción y la violencia se han convertido en cultura en un amplio segmento de la población colombiana, de ahí que deben cambiar las estrategias para controlar o acabar con estas conductas que tanto mal le han hecho al país durante gran parte de su historia.
No es de extrañar que en un país donde el más vivo es admirado, donde se ha vuelto normal copiar en los exámenes escolares, plagiar trabajos de grado o colarse en las filas, la corrupción se haya convertido en cultura. Los privados también han sido responsables de ella porque en muchos casos para ganarse un contrato del sector público, sobornan y compran funcionarios.
El cambio de la cultura de la corrupción no solamente se hace aplicando penas y sanciones ejemplarizantes, también hay que concientizar, dar ejemplo y algo muy importante, educar en el hogar.
Mientras tanto la sanción moral o social debe de ser implacable y para ello son fundamentales los medios de comunicación. Los ciudadanos también tienen que concientizarse de su obligación de denunciar y hacerlo con valentía.
Luis Garicano, catedrático de economía y estrategia de la London School of Economics y eurodiputado 2019-2022, anotaba en una se sus conferencias. “Pero todas estas medidas legales no serán suficientes si no logramos cambiar la actitud de la sociedad, la “cultura”. La clave está en el rechazo social: el problema no cambiará hasta que no se extienda la norma social que considere estos comportamientos como inaceptables.”
La cultura de la violencia tiene otras connotaciones y es el factor económico. Mientras que la guerra sea un negocio para ambos bandos, nunca tendremos paz.
Manizales, junio 02 de 2024.
