Por: Alejandro Loaiza Salazar.
“El rey debe tener presente tres cosas: que gobierna hombres, que debe gobernarlos según la ley y que no gobernará para siempre”
Euripides.
El encanto de la democracia y del porque es el mejor y menos equivocado de todos los sistemas de gobierno, radica en la posibilidad de alternancia de poder, de castigar o premiar a los gobiernos de turno, en la democracia los errores se cobran con la derrota en las urnas.
En campaña los candidatos son cercanos, aun cuando no les gusta sonreír, aun cuando no les gusta estrechar la mano o recibir el abrazo del desconocido, y es que entre dientes lo hacen pues deben mostrarse tan familiares y amables como nunca lo serán durante su gobierno, o bien por las ocupaciones del cargo o porque con el poder aflora el verdadero ser que se trató de disimular durante los días de contienda electoral.
Sin embargo, y aunque las personas logren cambiar de manera natural para bien o para mal, el buen político es aquel que detentando el poder logra ser tan similar como cuando no lo tiene, aquel que es franco para bien o para mal, que sonríe de manera genuina o frunce el ceño de manera permanente pues no deja de ser él, con o sin poder, y cuyo encanto radica en sus habilidades para conquistar con el abrazo y la palmadita en la espalda, o con la gestión y la irradiación de autoridad, pero siempre siendo constante y fiel a su real forma de ser.
Quienes obtuvieron la victoria el pasado domingo deberían tratar de sostener su actuar tan similar en sus gobiernos como en su campaña, el retrovisor debería ser visto solo para, si es el caso, observar como salen sus antecesores llenos de dicha y porvenir, o desgracia y destierro.
La vida suele ofrecer miles de oportunidades, no distraernos en los otros, sino en nosotros mismos nos da la oportunidad de no dejar pasar dichas oportunidades, y máximo en política. En Colombia, el perdón electoral puede estar siempre a la vuelta de la esquina, sin olvidar que los periodos son finitos, y que nunca un rey por más rey que sea durara para siempre.
Debería hablar de perdedores y ganadores en las pasadas elecciones, pero luego de hablar con varios actores de la vida pública, y más allá de lo evidente, la victoria y la derrota electoral es tan ambigua como subjetiva, los que para unos son ganadores no lo son tanto para otros, no vale la pena entonces manifestar quienes son o no los dueños de efímero poder por los próximos cuatro años.
A los que ganaron, el deseo de su éxito; A los perdedores, prudencia, serenidad y reflexión.
La campaña no termina y no debería terminar nunca, por lo menos para los que ven en la política su proyecto de vida, la máscara del candidato solo debería ser despojada cuando se está en la serenidad del hogar, pero además, la campaña no termina dado que arrancamos con las de Congreso, ahora lo que resta es saber cómo administrar los aliados, la victoria o el fracaso, pues en lo que resta del periodo congresional se deberá instalar la artillería suficiente para nuevamente aprovechar las elecciones.
Twitter: @AlejandroLSFD
