Por: Mario Arias Gómez.
Pregunta que emerge a nueve días de cumplir el presidente Petro el primer año de gobierno; frase latina que se remonta al año 64 después de Cristo, en que el sanguinario emperador Nerón -al que la historia le atribuye la muerte de su madre y a una de sus mujeres- adelantaba la persecución de los cristianos, lo que llevó al apóstol Pedro -según cuenta el evangelio- cagado del miedo, a abandonar camino a Galilea la ciudad, apareciéndosele Jesucristo cargando la cruz, ante quien el sorprendido discípulo le preguntó: «¿Quo vadis Domine?» -¿A dónde vas, Señor?-, quien respondió: «Romam vado iterum crucifigi» -«Voy hacia Roma para ser crucificado de nuevo», provocando su regreso.
Pasaje que algunos historiadores califican de apócrifo y que traigo a colación para intentar una respuesta al mismo interrogante al presidente Petro, después del agridulce inicio de la legislatura en que los demonizados, implacables incordios de la oposición e independientes, sostuvieron haberle infligido una sorpresiva derrota al elegir a Iván Name, presidente del Senado, imponiéndose sobre Angélica Lozano, geisha mediática que tenía el guiño -para muchos el estigma- palaciego.
Paliza, descalabro, compartidos por la tornadiza coalición Alianza Verde-Centro Esperanza, la ¿marida o marido? de la alcaldesa de Bogotá, y los cuatro ministros colados en la plenaria que nada tenían que estar haciendo en la soberana elección (interna) del Senado, más que presionando sutilmente -con su presencia- a los “inapetentes” congresistas.
Revés inducido por los 15 despreciables febles jumentos del partido Conservador; 13 del Centro Demoníaco; 11 de Cambio Radical; 4 de la U; 4 del MIRA; 6 del Partido Liberal y 1 de la Alianza Verde, 54 atrincherados, inamovibles somorgujos que buscan bloquear, sabotear el programa de Gobierno orientado a aliviar, atender las urgencias que la población demanda. Los votos (50) por Angélica, corresponden 20, Pacto Histórico, 7 Partido Liberal, 12 coalición Alianza Verde-Centro Esperanza, 5 Comunes, 4 La U, 2 Indígenas, corifeos pendientes del plato de lentejas.
Resultado cantado como muestra de independencia del Congreso que sin duda marcará el devenir de la legislatura. Ganó en la Cámara con el cordobés Andrés Calle -vetado por César Gaviria- impulsado -desde la sombra- por los impresentables: Musa Besaile (condenado por vínculos con grupos paramilitares) y Bernardo ‘Ñoño’ Elías; en carta desde la cárcel La Picota, pidió sentencia anticipada, luego de reconocer los delitos referidos al escándalo de Odebrecht, corrupción, cohecho, concierto para delinquir, lavado de activos y tráfico de influencias.
Luego del traspiés del affaire Benedetti-Sarabia y, ergo, la caída en picada, in crescendo de la aprobación de la gestión gubernamental -del 38 al 60 %-, reseñada por la oposición de desastrosa, ambigua, mediocre; desmadre en buena parte debido al desorientado, extraviado, arrogante, vociferante, Luis Fernando Velasco, politiquero que tiene en ascuas, irritada -a más no poder- a la opinión de bien.
Tenido como “un líder derrotado con años en el Congreso que, al no poder regresar, lo adoptó -mayúsculo equívoco- el Gobierno”. Su desplomada imagen batió todo récord, lastre que carga el Gobierno, razón para que se dé por descontada -cuestión de días- su caída. Embalsamado funcionario que huele a formol.
Súmese al ennegrecido panorama causado por las rabietas que condujeron al caprichoso rompimiento de la coalición, al parecer en vía de rectificación, presagio colegido del moderado, conviviente discurso de instalación de la nueva legislatura, copia al carbón de la alocución del acto de posesión, acorde con la mitigada, morigerada jerigonza de campaña que atrajo a muchos descontentos e indecisos que disipó los temores de muchos ardorosos antipetristas aleccionados por el miedoso, mortífero gerifalte del Ubérrimo.
Estrategia que eliminó la estremecedora posibilidad de que siguiera gobernando en cuerpo ajeno, que la política del ‘laissez faire, laissez passer’ continuara, sin que ello autorizara al triunfante Presidente a estigmatizar a los 10’580.412 (47,31 %) de los radicalizados que votaron en contra, ni para despotricar contra la privilegiada clase chupasangre, revueltos con los que lo hicieron para contener al cosificado bufón Hernández; menos para sindicarlos de copartícipes del supuesto “golpe de Estado blando”.
Uribistas que no bajan al Presidente de satanás, continúan tachándolo como sectario, radical, incorregible izquierdista, un riesgo para el sistema democrático, la libertad, la justicia que, de llegar al Gobierno -decían- entronizaría el trasnochado, infausto, expropiador chavismo.
Máculas, peros que literalmente quedaron atrás, repito, con la ponderada alocución con la que se juramentó, reiterada el pasado 20 de Julio, que los precitados reseñan como palabras, palabras, palabras… -como dice la canción de Silvana Di Lorenzo-; desfiguran, convirtiéndola en basura para el tacho, apoyados en las rudas, desafiantes, explosivas peroratas del balconazo o la plaza de Bolívar, recogidas -en buena hora- con el ramo de olivo exhibido y la mano extendida al Congreso, al que invitó con aplaudido acento académico a “un diálogo “constructivo”, “genuino” que “cimente un gran acuerdo nacional”, a “trabajar juntos”, intuyéndose el para dónde va el Gobierno, según la interpelación planteada en el título de la columna.
Deducción derivada del reconfortante gesto democrático, conciliador demostrado, al escuchar, imperturbable, la réplica de la oposición, mandato burlado por los antecesores, que presupone una pujante, fortísima fuerza alegórica de apertura, de respeto a la identidad, a la diferencia, a la pluralidad, que ojalá no sea flor de un día, ni táctico, ni fingido.
Clima político que lo complementaría -como moneda de cambio- el esperado reajuste ministerial que debe empezar con el inepto, locuaz, opaco ministro del Interior, básico para recuperar la embolatada, imprescindible gobernabilidad que despeje las estancadas reformas a la salud, la política, pensional, laboral, educativa, penitenciaria, de sometimiento a la justicia; la regularización -recreativa- del cannabis y un largo etcétera; proyectos que deberán agiornarse, consensuarse -con espíritu democrático-, renunciando a la sacralidad, cediendo de parte y parte, manera de que cuaje, fructifique el “acuerdo”, que hoy luce tan necesario.
Interlocución que debe ser a largo plazo, tomado en cuenta que el curtido, experimentado promotor, sabe cómo conseguir la voluntad -léase los votos- de sus antiguos permisivos colegas, adictos -compulsivos- a la mermelada, ejemplificados por esa ‘cumbre de la politiquería’, el mezquino, Efraín Cepeda, parigual de los instrumentalizados, tribales, insoportables escuderos del enlodado ‘presidente eterno’ -venido a menos-, que detestan a Petro, quien lleva décadas fustigándolos razonablemente, debiendo reinventarse para neutralizar a esa jauría, aunque -para despecho- se asegura que está acordado -por debajo de la mesa- ‘hacerse pasito’, que por lo visto no es descartable.
Atrás deberán quedar -Igualmente- los altisonantes, tozudos llamados a la calle a los áulicos a respaldar el ¡CAMBIO!, por el que asegura votaron -cuesta aceptarlo- los 11’281.013 (50,44 %) de compatriotas, los que, al no estar, fehaciente, inequívocamente diferenciados, no puede asegurarse cuántos lo hicieron a favor y cuántos por atajar -recalco- al sojuzgado payaso.
Bogotá D. C., 29 de julio de 2023.
