Opinion

¡DÍA DE LA ARMADA BOLIVARIANA!

Por: Mario Arias Gómez.

Pasado mañana -lunes 24 de julio- la hermana República de Venezuela conmemora el 212º aniversario de la Armada Bolivariana (AB), creada oficialmente en 1811, a raíz del estallido del movimiento independentista, consagrada a la Virgen del Valle, cuyo lema reza: ¡Navigare necesse, vivere non necesse!” -¡Es necesario navegar, no es necesario vivir!-; institución que conforma uno de los cinco módulos que en su conjunto constituyen la legendaria Fuerza armada Nacional Bolivariana (FANB).

Memoriosa efeméride que rememora la bicentenaria, gloriosa, mítica batalla del Lago de Maracaibo, librada el 24 de julio, pero de 1823, considerada como la mayor batalla naval de la guerra de la independencia, que entre otras fue determinante en la liberación -por siempre- de Venezuela, del Reino Español.

Resumir en una columna el dilatado, enaltecido, impetuoso, indómito historial del exaltado organismo, es tarea dificultosa, por no decir imposible para este porfiado novicio, sencillo escriba que se esfuerza por suplir con voluntad, al barruntar la presente abreviada, sucinta sinopsis, como emotivo, patético, sentimental homenaje a la proverbial entidad, originalmente llamada Escuadra Republicana, florecida paralelamente -repito- con la aparición del imperioso, radical movimiento independentista, urgido de la defensa de los ideales separatistas que le dieron origen.

Paradigmas, quimeras -recalco- que alentaron, inspiraron la ciclópea, épica, excepcional, inconmensurable, monumental, titánica, sobrehumana proeza libertaria capitaneada por el egregio, eximio, máximo, insuperable prócer de la independencia, ‘El Libertador’, Simón Bolívar.

Muy joven, en misión diplomática en Londres, instó al renombrado humanista, ideólogo, diplomático, escritor, militar, político, Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez Espinoza (1750-1816), paisano residente en la ciudad, enemigo acérrimo de la monarquía Española, a regresar a Venezuela a ponerse al frente de la madura gesta libertaria, que llevaba décadas motivando, avivando a través del movimiento patriota opuesto al dominio español en las colonias hispanoamericanas; propósito disputado, pugnado, reñido, repudiado por los mantuanos caraqueños; aventura que finalmente se consolidó y llevó al ocaso el susodicho dominio.

Miranda, indiscutible líder del bando patriota, que luchó con éxito contra los realistas hasta estampar su firma en el Acta de Independencia. Fue -de paso- el primer venezolano universal que antes había participado en los dos procesos libertarios más significativos, trascendentales de su tiempo: la independencia norteamericana y los sucesos de la Francia revolucionaria, intervención que le mereció ser ungido con el honroso título de héroe de la Revolución.

Sus iluminadas, originales ideas, fueron -indudablemente- la matriz política que sentó las bases de la ruptura de la dominación colonial española; de la fundación de la Gran Colombia. Agudos juicios y opiniones independentistas que influenciaron, consecuentemente, en forma decisiva a los coterráneos: Simón Bolívar y Antonio José de Sucre; al rioplatense José de San Martín y al chileno Bernardo O’Higgins, determinantes en las liberaciones de sus patrias y de otras como bien se conoce.

En gracia a la brevedad, tomo como como antecedente del nacimiento oficial de la Armada, el 2 de febrero de 1806, al levar anclas en Nueva York el buque Ogden, capitaneado por Thomas Lewis, con cerca de 200 hombres reclutados en los Estados Unidos, rebautizado como Leander en memoria de Leandro, hijo primogénito del inmortal, Francisco de Miranda y de la inglesa, Sarah Andrews.

Ya en Haití, Miranda, con ayuda de Alejandro Petión, sumó a su escuadra 2 goletas: la Bacchus y Bee, reclutó las fuerzas expedicionarias, haciéndose a la mar, un mes después, el 12 marzo/1806, previa izada del tricolor mirandino (amarillo, azul y rojo), ceremonia en la que juró frente a sus hombres liberar a Hispanoamérica del yugo español. Data que se remonta al puerto de Jacmel (Haití), en que por primera vez flameó el que posteriormente sería el símbolo distintivo y definitivo de la Armada, transformado luego como bandera nacional.

Juramentación -copia al carbón- de la efectuada, por Simón Bolívar, a la edad de 22 años, (casi) un año antes, el 15 de agosto de 1805, en Roma, en el Monte Sacro, en presencia de su gran maestro y mentor, Simón Rodríguez.

Expedición que arribó a Aruba, el 9 de abril, donde se reabastecieron de agua y víveres. Flota que hasta 1883 se denominó: Fuerzas Navales, escuadrilla, expediciones navales.

Miranda sale de Barbados rumbo a Trinidad, el 20 de junio de 1806, con hombres y buques facilitados por Cochrane, desde donde a su vez partió el mismo año -entre el 23 y el 25 de julio- hacia Venezuela. La Junta Suprema de Caracas, designó, el 4 de mayo de 1810 como secretario de Marina y de Guerra al Diputado Lino de Clemente, firmante del Acta de Independencia -cargo equivalente a ministro de Defensa en la actual nomenclatura-, promotor del establecimiento en 1811 (fecha oficial), de la Armada Nacional, reportada como una de las unidades militares más antiguas de América. Impulsor -además- de la Escuela Náutica establecida en el puerto de La Guaira bajo la dirección del Alférez de Fragata, Vicente Parrado, encargado del adiestramiento y formación teórico-práctica de las promociones de relevo de oficiales, guardiamarinas o alféreces.

Los cronistas señalan como génesis del proceso autonómico, los hechos ocurridos el 19 abril de 1810 -jueves santo- en que el cabildo de Caracas, con el apoyo de una heterogénea e importante masa del populacho; de sectores de las fuerzas armadas; purpurados, miembros del clero, de destacados personajes de la sociedad y connotados intelectuales, los que a una depusieron al gobernador y capitán general Vicente Emparan y a los altos funcionarios españoles enviados al exilio.

En marzo de 1811, el coronel Juan Bautista Arismendi, es nombrado para comandar las fuerzas navales acantonadas en las riberas del río Orinoco, con el encargo de contener el avance en Guayana de los españoles (1811-1812). Escuadra que fue de la Primera República, conformada entre 1811 y 1813, y que contó con algunas cañoneras y pequeñas embarcaciones que no sirvieron para romper el bloqueo costero opuesto por el Consejo de Regencia de Cádiz.

El primer combate naval, en pro de la independencia se dio el 23 de agosto de 1811, en Chichiriviche. En febrero de 1812, ocurrió la estruendosa derrota en la batalla Naval de Sorondo.

A la declaración de Independencia del 5 de julio de 1811, se opusieron significativas provincias y gregarios del rey, encabezados por una mayoría del clero, lo que desató ruidosos enfrentamientos, agrias disputas entre los propios venezolanos. Flagrante, autentica “guerra civil”. Ante la impensada crisis, acrecentada por el trágico terremoto de 1812, fue designado el general Miranda como jefe de los ejércitos de la República, con plenos poderes para ejercitar una dictadura comisoria que le permitieran salvar la República; derrotar las tropas realistas comandadas por el sanguinario Domingo Monteverde y a los enemigos de la Independencia.

De regreso a Caracas, fue electo diputado por el Pao al congreso constituyente de 1811; en el entretanto sobrevino la pérdida del Castillo de Puerto Cabello, neurálgico, estratégico centro de comunicaciones; aprovisionamiento de las tropas; fortín que resguardaba el mayor depósito de municiones y pertrechos de guerra de las tropas libertadoras.

Revés debido a la inexcusable negligencia del joven coronel, Simón Bolívar, que acarreó el que el general Miranda pronunciara la lacónica, lapidaria frase: “…Venezuela esta herida en el corazón”. Reconociéndose responsable, se cuenta que Bolívar cayó en un penoso estado depresivo, reflejado en la carta enviada al generalísimo, en la que le expresa no sentirse en condiciones de “mandar ni a un solo soldado”, lo que provocó la humillante solicitud al carnicero Monteverde, de un armisticio, nombrando al respecto como plenipotenciarios: a José de Sata y Bussy, al teniente coronel, Pedro Aldao, con instrucciones de negociar los términos del cese de hostilidades. Capitulación suscrita 25 de julio de 1812.

Punto de quiebre del distanciamiento entre el desairado Bolívar y Miranda, al acusar de traidor, al endiosado, inobjetable precursor de la emancipación de las colonias hispanoamericanas, de querer escapar llevándose el remanente de los caudales públicos. Ordenada su captura y fusilamiento por la perjura conducta -se adujo-, se encomendó la ejecución del veredicto, al jefe de la guarnición de la Guaira, Manuel de las Casas, quien -per se- descartó fusilarlo. En la madrugada del 31 de julio de 1812, fecha prevista para la partida del condenado, fue apresado y entregado enseguida a las autoridades españolas.

Deplorable, deprimente, sombrío, taciturno capítulo, condimentado por los malpensados, con el agregado de infundados celos y envidia hacia Miranda, de su émulo, ‘El Libertador’, suceso que opacó, deslustró entonces su fructífero legado político y militar. Circunstancia que marcó -qué duda cabe- el doloroso, inexorable, insalvable distanciamiento entre este par de colosos; cimeras, históricas figuras de las que se ocupa, respetuosamente, el presente ensayo.

Respecto a la capitulación, marcó el fin (1812) de la llamada primera República venezolana. Arismendi -ascendido ya a general- en 1813, reorganizó las fuerzas de la Segunda República a órdenes del corsario italiano, Giovanni Bianchi. En 1813, Simón Bolívar solicitó al coronel Santiago Mariño, sitiar la plaza de Puerto Cabello, designando -por su experiencia- a Manuel Piar. En 1814 se creó en Cumaná, la escuadra republicana con el bergantín «Arrogante Guayanés», las goletas «Colombiana’, «Perla Carlota» y «Mariño», la cañonera «Independencia» y el jabeque «General Piar».

El 13 de noviembre se produjo el combate naval contra la escuadrilla realista al mando del capitán de Fragata, Agustín María de la Cueva, la cual se refugió en Puerto Cabello. El 25 de agosto 1814, se conformó en Cumaná una nueva escuadra, con la goleta ‘Jove’, el ‘Intrépido Bolívar’, ‘La Colombiana’, ‘El Centauro’, la ‘Carlota’, la ‘Culebra’ y el ‘Arrogante Maturines’ que condujeron a Pampatar a las tropas republicanas derrotadas por Boves y Morales.

Luego de la pérdida de Cartagena de Indias, Bolívar otorgó al Almirante Luis Brión, en 1816, la facultad de organizar la Armada para invadir desde las Antillas a Venezuela. Los patriotas exiliados en Haití organizaron en marzo de 1816, la expedición de los Cayos, con una escuadra compuesta por las goletas: «Bolívar» al mando de Renato Beluche; «Mariño», al mando de Thomás Dubouille; «Piar», al mando de John Parnell; «Brion», al mando de Jean Monier; «Feliz», al mando de Charles Lominé y «Conejo», al mando de Bernardo Ferrero.

En la campaña de Guayana, la escuadra republicana, logró despejar el río Orinoco y el río Apure; con los buques realistas sitiaron por mar y tierra a Angostura (actual Ciudad Bolívar) y otras ciudades, obligadas luego a capitular. La escuadra al mando del almirante Luis Brión, se dirigió a Margarita (Porlamar) y cerca del archipiélago Los Frailes, enfrentó, derrotó y capturó el bergantín “Intrépido”, la goleta “Rita”, buques realistas que custodiaban la zona; botín que incorporó a la expedición patriota.

Los marinos venezolanos: Brión y los hermanos Antonio, Domingo y Fernando Díaz, tuvieron destacada participación en la exitosa campaña; junto a los valerosos corsarios raizales, dominando el mar Caribe hasta el Océano Atlántico y las costas de España. Fuerza que al mando de Gregor MacGregor, incursionó en 1817 en la isla de Amelia, donde se tomaron el fuerte de San Carlos de Fernandina; proclamaron la independencia de la Florida -colonia española apetecida por los Estados Unidos-.

El General Francisco de Paula Santander -vicepresidente de la Gran Colombia-, creó por decreto en 1822, el primer batallón de Infantería de Marina que desplegó formidable actividad ofensiva en el departamento del Zulia, dominado por Francisco Tomás Morales, militar español, segundo a bordo del realista Boves, al que sucedió en el mando en 1814. A órdenes de Morillo y de Miguel de la Torre, combatió -con diversa fortuna- hasta que, en 1823, hubo de capitular en Maracaibo.

Conjuntamente la escuadra naval al mando del almirante José Prudencio Padilla (1784-1828) -principal prócer de la historia de la Guajira- y la infantería de Marina, al mando del general Manuel Manrique, el 16 de junio de 1823, se estrenaron con el forzamiento de la Barra de Maracaibo, lo que antecedió a la Batalla Naval del Lago de Maracaibo (24 de julio/1823), quedando probadas su destreza, valor y estrategia al enfrentarse al almirante, Ángel Laborde, al que derrotaron, obligando a capitular a los ejércitos de Morales. Batalla que consolidó la independencia lograda dos años antes en el Campo de Carabobo.

Apretada síntesis del desarrollo y florecimiento de la Armada venezolana y de las epopeyas atadas a su historia, integrada por cinco Comandos operativos: …de Escuadra; …Infantería de Marina; …Aviación Naval; …Guardacostas y Fluvial; dotados de modernas unidades y militares, entrenadas para el cumplimiento de su función misional enmarcada por la Constitución.

Como amigo incondicional de la cosmopolita, rica y valiosa Venezuela -donde tuve la fortuna, la dicha de representar como Cónsul en el Zulia (Machiquez) a mi patria y, sobre todo, como bolivariano de corazón, complacido me uno al soberbio acto conmemorativo de la natividad de la Armada Bolivariana (AB), no sin agregar en su gran día de gala, un cálido, efusivo, fervoroso, fraternal saludo a su Comandante General, el Almirante Neil Villamizar Sánchez, al Almirantazgo y a la tropa toda.

Bogotá, D.C. julio de 2023

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