EDITORIAL
A 5 meses y 8 días de las elecciones para autoridades territoriales, ya se empiezan a perfilar en firme varias candidaturas, lo que conlleva el reacomodo de algunas fuerzas electorales, líderes y dirigentes políticos.
El realineamiento ante las nuevas circunstancias políticas está bien, lo que no está bien es el engaño al que muchos dirigentes y líderes someten a candidatos aparentándoles acompañamiento cuando están jugando doble y realmente su compromiso es con otras campañas. Eso es falta de respeto, además de ser una práctica reprobable que debería ser erradicada de las costumbres políticas.
Esta mala costumbre del engaño ha creado una nueva clase política de mentirosos profesionales disfrazados de dirigentes y líderes políticos. Unos aparentan estar con un candidato, otros utilizan sus argucias para desinformar y obtener información de otros bajo el método de sacar verdades con mentiras, y en ambos casos siempre hay intereses personales ocultos.
Es imposible sanear la actividad política sin erradicar estas prácticas. No se puede confiar en dirigentes y líderes que hagan del engaño y la mentira una estrategia de campaña porque sencillamente eso es juego sucio y desleal. Para un ciudadano es difícil de entender cómo alguien que defendía las tesis de un candidato, al otro día esté en la orilla opuesta. Muchos pensarán que lo compraron o que nunca estuvo. En ambos casos, su conducta es reprochable.
Lamentablemente en las campañas políticas la primera sacrificada es la verdad, la cual es reemplazada por la mentira, la especulación y la desinformación. Por ello se dice que en política lo único cierto es lo pasado.
Hay que recuperar el valor de la palabra tanto en la política como en los dirigentes, líderes y gobernantes. Ella es el mayor patrimonio del ser humano y si se pierde, se pierde la confianza, y no se puede votar por alguien en quien no se confíe.
Mientras que la mentira persista, la política seguirá siendo la actividad más desprestigiada de la sociedad.
Manizales, mayo 21 de 2023.
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