Opinion

Un fiscal ¡escollo!

Por: Mario Arias Gómez.

Con “dolor de patria” -como dijo el esclarecido expresidente payanés, Guillermo León Valencia -el ‘León del Paletará’-, me ocupo hoy del huracanado, impredecible, visceral enfrentamiento -sine die-, entre el inexpugnable galeote, Gustavo Petro y el ambivalente,  arrogante, camorrero, charlatán, ensoberbecido analfabeto funcional, Francisco Barbosa, paquete chileno que se cree el ‘santo grial’, quien sólo sabe de insultos.

De los afinados encuentros de ayer entre ambos, sólo quedan las cenizas. Sobrado, ególatra funcionario -este último- que, olvidando su condición de servidor público, se erigió -per se- en cerrero, implacable, peculiar opositor del Gobierno -con micrófono abierto-; estorbo que ejerce -además- el control político, jurídico. Despropósitos en plena actividad.

La chispa que desató la crisis, encendió los desencuentros, el desmadre, fue la solicitud hecha por el presidente Petro, en su condición de jefe de Estado, de gobierno, de suprema autoridad administrativa, que encarna la majestad, la unidad de la Nación, al bipolar ganapán, en que lo inquirió:

¿Conocía de antemano la Fiscalía la lista de la organización a la que pertenecía el Ñeñe Hernández y que contenía los nombres de 200 futuros asesinados y no hizo nada para prevenir los asesinatos?

Quién dijo miedo, llovieron rayos, truenos, relámpagos y centellas contra quien legalmente le corresponde la vigilancia y control de la estructura administrativa, incluida -obviamente- la Fiscalía (perdón por recordarlo), Constitución que le ordena al fiscal “Suministrar al Gobierno información sobre las investigaciones que se estén adelantando, cuando sea necesaria para la preservación del orden público”, -numeral 6° del artículo 251.

Al considerarse el airado, imprudente semidiós, absurda, errada, infundadamente una rueda suelta, sin control, límites, se vino lanza en ristre contra el Presidente, con un agresivo, cáustico, desobligante, inaceptable, inaudito, soez, vejatorio, verdulero lenguaje de alcantarilla que, distorsionó, sobredimensionó el sentido de la petición, aduciendo que violaba la autonomía e independencia, ponía en grave riesgo su vida y la de su familia; diatriba que remató con la inusitada, irrespetuosa, irresponsable tacha de dictador.

Artero, insólito epíteto pasado por alto por la CSJ, en el sofístico comunicado influenciado -quizás- por solidaridad de cuerpo, al relegar la condena al deslenguado por ella elegido, como la recriminación de la evidente agenda política, el descarado, impune intervencionismo -ídem- del desvergonzado burócrata (ARTÍCULO 127. Modificado por el art. 1, Acto Legislativo 2 de 2004), desapercibido, disimulado, soslayado tácitamente por el abúlico Tribunal.

Estruendoso, pertinente, razonable interrogante que confrontaba al Fiscal, suscitando anodinas, conniventes, desabridas, impensadas, incoherentes, insípidas, sosas glosas de plurales, parcializados, hipócritas, mañosos, recelosos analistas, forjadores de opinión,  periodistas -sin memoria- que, en guarda de sus egoístas, sectarios intereses ideológicos, partidistas, dieron rienda suelta a su añosa, creciente animadversión contra el presidente Petro, quienes, al no poder disipar la verdad, defender lo indefendible, justiciar lo injustificable, encubrir la realidad, negar lo irrebatible, se transaron por intentar tapar el sol con un dedo.

A este extremo de vesania ha llegado el país, al que nada bien le hace, arropar, disfrazar, proteger al cuestionado, nada gallardo, fiable, inédito mandamás -sin quilates. Apurado perro que ladra más que lo que muerde, brilla más por lagarto que por sus conocimientos jurídicos. Solapado que, ante la imposibilidad de explicar lo inexplicable -que nunca podrá-, sistemáticamente se ha negado a responder, fehacientemente, el requerimiento impetrado respecto a la escabrosa, escalofriante ‘Lista de la muerte’.

Al no poder el susodicho ocultar lo inocultable, la delictuosa campaña política en marcha, tramposamente -como sofisma de distracción- corrió a victimizarse, a desviar la respuesta con el cuentazo de la seguridad, clavándole -de paso- por la espalda el puñal de la traición al “presidente de la República, quien coordina las ramas del poder público y garantiza su autonomía”, dentro de la “colaboración armónica entre las ramas del poder”, de la “subordinación del Fiscal a la Constitución y a la ley”.

Algunas afanosas plañideras, juzgaron descabellado, polémico el ‘recorderis’, que no tuvo el calculado alcance que estos farisaicos le dieron, para poder armar el interesado escándalo en contra del Presidente.

Épica exigencia que puntualmente solo tenía que ver con el asombroso caso de “los 200 futuros asesinados”, que “de ser ciertos pondrían en riesgo el orden público y la institucionalidad de la Justicia”. La reacción del miserable enano, no solo fue “faltarle al respeto al Presidente”, sino que, temeraria, tajantemente transgredió la Constitución y, por si faltara desconoció que el impugnado, Daniel Hernández -fiscal que continúa en el cargo-, está “imputado por prevaricato y por amenazar presuntamente a un testigo”, lo que “lo tiene en la mira del FBI”.

Antecedentes que la cobardona “ciega sorda y muda” CSJ, también calló como una ostra; tampoco controvirtió con una disuasiva reprensión, el precitado intervencionismo político. Condescendencia que no será óbice para que el presidente Petro, potestativamente, en aras del interés de los colombianos, defensa de la patria, desheche el sugerido ‘HAGÁMONOS PASITO’, derivado del famoso almuerzo con la alta Magistratura, en que se asegura “se zanjaron las diferencias”.

La opinión de bien sigue a la espera del obligante llamado de atención al controvertido, insensato Fiscal, por la ilegal, maquiavélica obstrucción en la marcha, buen suceso de la administración Petro, ejercitada por la alérgica, asfixiante, asquienta, banal, catastrófica, conflictiva, descerebrada, efímera, infecta pústula precitada, convertida su insidiosa conducta, en un escollo para el Gobierno, ignorada por la insensible, indiferente CSJ.

Comportamiento característico del hechizo, improvisado, neófito, ladino, irrelevante, chocarrero, demagogo, egocéntrico, mitómano, sofista, opresivo, polémico, populista sabelotodo -se agotan los adjetivos para perfilar al fatuo, siniestro, utilitario saurio, como para dimensionar el irreparable daño causado a nuestra democracia, consecuencia del aludido, pernicioso trabajo de zapa-.

Luego de hablar con mi conciencia, con amplitud de miras, decidí constituirme en adarve del bien común, de los prioritarios, seculares valores éticos y morales, como desnudar las afrentas, calumnias, desaguisados, disparates, improperios, injurias, picardías, ultrajes, resultas de la entre comillas ‘virtuosa’, ‘diligente’ ‘jocosa’, ‘envilecida’ inconducta del inepto, miope, soberbio, vandálico hazmerreir, prototípico saurio.

‘Cumbre moral’, dedicada a guarecer la impunidad de los amiguetes, al que nadie en su sano juicio le reconoce autoridad para autoproclamarse abanderado de la independencia judicial, puesta al servicio del hampa, del Clan del Golfo.

Dime con quién andas y te diré quién eres. Falaz farsa que me propongo desenmascarar: Refresco algunos engavetados, espinosos, precursores, relevantes ejemplos: El más emblemático, mediático affaire de subordinación, el del “soborno de testigos y fraude procesal”, en que el imputado, el furibundo gerifalte del Ubérrimo, fue quien encumbró a esta desafiante ave de mal agüero que, como ‘réciprocité’, designó a dedo a los dos detestables, digitalizados, serviles, sumisos subordinados: Gabriel Ramón Jaimes y Javier Cárdenas Pérez, heraldos de la reivindicada autonomía judicial que -contra evidencia- negaron la avalancha de pruebas incriminatorias del ‘capo di capi’, cuando no, las malinterpretaron, manipularon, ralentizaron, sacaron cuidadosamente a gusto de contexto.

Voluminosa evidencia, desacreditada, distorsionada, silenciada tras un único, imposible propósito: archivar el caso, evadir el juicio, el castigo, esto, sin tomarse la molestia de estudiar a fondo el expediente: incuria verificada al comprobar que atacaron, confundieron los testigos, mezclaron hechos, circunstancias, repitieron algunas piezas procesales.

Otro: La encubierta ‘chocita de oro’ del excontralor, adosado, conchudo, fanfarrón áulico, Felipillo Córdoba, -su partenaire, copia al carbón- y su pareja la ‘viuda negra, según denuncia del Espectador. Ver link: file:///C:/Users/Usuario%20Autorizado/Pictures/El%20Espectador%20scan_20220705192031.pdf

Uno más: Plebeyo, réprobo Fiscal, dedicado a cobijar a su primitivo compañero de pupitre, el Porky-Duque, que lo sacó del ostracismo en que vivía, quitó el hambre, al que favoreció con el archivo el caso de la “Ñeñepolítica”, como el tráfico de influencias en que apareció untada quien fuera “la primera madre de la nación”, Juliana Márquez, asociada a la corrupta banda “las Marionetas”, dirigida por el exsenador, Mario Castaño.

Otro alegórico, simbólico ejemplo de ‘respeto a la autonomía judicial’ se relaciona con la orden al fiscal, Daniel Cardona, de estancar la investigación contra, Luis Alfredo Ramos Maya, el tocayo hijo del enjuiciado cacique antioqueño, referida al presunto cohecho a otro fiscal, relacionado con el asesinato del testigo, Carlos Enrique Areiza, cuando estaba ad portas la inculpación; como ´premio’, el fiscal fue traslado a Nariño por “necesidades del servicio”, prefiriendo renunciar.

Otro similar: La fiscal, Angélica Monsalve, luego de revivir la investigación contra el poderoso tronco familiar, Ríos Velilla, concerniente al censurado contrato del recaudo de Transmilenio, fue igualmente ‘recompensada’ con el traslado al Putumayo, luego que se resistió a la sugerencia de no meterse con la próspera estirpe. Tráfico de influencias en el que participó el exrector de la Universidad Sergio Arboleda, Rodrigo Noguera -conocido de autos-. Mientras a este no se le investigó, la Monsalve afronta cinco procesos penales y seis quejas disciplinarias.

En cuanto a la querella -para terminar- radicada en el despacho del ‘mejor fiscal del mundo’, ‘el más preparado de su generación’-, contra Walfa Téllez (esposa), por un presunto delito cometido siendo funcionaria de la Contraloría, ante el indiscutible ‘conflicto de intereses’, el muy vivo, recursivamente, aguantó la instancia de un fiscal ad hoc, hasta salir en comisión, dejando encargada a la adiestrada vicefiscal, subalterna que lo primero que hizo fue designar -¡qué coincidencia!- al teledirigido Javier Cárdenas, el recurrente fiscal/defensor del ‘innombrable’, experto -al parecer- en torcidos, quien traspapeló la denuncia.

Lo que le faltó en integridad al ideologizado, insoportable, sesgado, listísimo jefe -astuto como una serpiente-, le sobró en desvergüenza. Se agotó el espacio. VUELVO.

Bogotá, D.C., 13 de mayo de 2023

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