Por: Mario Arias Gómez.
Pienso que es inaceptable pasar por alto el desvergonzado, dilatado, fastidioso, inconcebible, irritante, hollywoodense protagonismo desplegado últimamente por el impopular, Andrés Pastrana -enfermo por los oropeles del poder- insufrible, megalómano, sicalíptico amigo -íntimo- del suicida Jeffrey Epstein, aberrado pederasta. Tal para cual.
Pastrana, premunido de su condición de expresidente, explotada al máximo, gracias al bochornoso, caricaturesco, desastroso, descalificado, estrepitoso, garrafal, gris, infecundo gobierno -para el olvido-, considerado sin exagerar -casi unánimemente- como el peor, el más funesto, obtuso, ruinoso de nuestra historia, que llevó a la alicaída, destrozada Colombia al abismo.
Estruendosa, pesadilla apenas superada por el ambicioso, bobalicón, censurado, irracional, maniqueo parigual, Iván Duque, jumento de dos patas, corto de vista, falto del sentido de las proporciones, del largo alcance nacional; payaso, autor de la inmortal, original frase: “así querí” a quien me hizo a dedo presidente de ‘Polombia’.
Hemipléjicos morales, cuyos pésimos gobiernos, resultas de la desidia, desinterés, incapacidad, negligencia, pasividad, viajadera -sin sentido- que aceleraron el desbarajuste institucional; incubaron los anhelos, ideales de CAMBIO, justicia social, equidad, igualdad, encarnados por ‘Colombia Humana’, que pavimentaron el camino de la izquierda hacia el poder ocupado por primera vez, después de intentarlo, en más de 200 años de vida republicaba.
Triunfantes banderas entronizadas hoy en al altar de la patria, empuñadas, izadas por el celebérrimo, curtido, erguido líder, Gustavo Petro, a nombre del variopinto ‘Pacto Histórico’, que orgullosas flamean desde el pasado 7 de agosto -duélale a quien le duela- en el frontispicio del edificio llamado ‘Colombia’, en la estratégica esquina de América.
Histórico hecho que tiene en ascuas, fuera de quicio a los arrogantes, ineptos viudos de poder, moralmente inhabilitados, encabezados por los locuaces, miserables Pastrana y la Cabal, repelidos unánimemente por el victimizado pueblo -de pata al suelo, que creen amnésico-, que ha padecido su inconducta pública, especialmente, la de la muy bellaca, desprestigiada veleta -sin futuro-, el pérfido, petulante Judas del conservatismo, sin honor, legitimidad democrática, que solo suscita -repito- rechazo, evidenciado en la maratónica gira promocional de reencauche, del fraguado, minúsculo partidito de garaje: la “Nueva Fuerza Demoníaca”.
Artificiosa, bulliciosa, ideologizada, portátil tramoya anunciada con bombos y platillos, redoble de tambores y el mariachi que marcha atrás del sonriente enano, que remplaza el circense ‘oso’ -con corbatín rojo-, preaviso del inicio de la función. Parafernalia previa al desnatado, habitual, inconexo, insubstancial, monocorde, repetido, trillado discurso de la sabandija que se autoproclama “Mesías”, “Redentor, la ‘Tabla de Salvación’ del hundido país que, asegura en dicho acto de incorrección, transgresión política, que redefinirá, refundará, reescribirá la historia, que partirá en dos: el antes y después.
Inefable sabelotodo que desde su ignorancia, pontifica sobre todo, sin saber nada de lo que habla; lanza sus infaltables escupitajos, heces, lenguas de fuego, pullas contra Gustavo Petro, finalizando el sainete con el toque a somatén a la obsecuente guardia pretoriana; a la cohorte de deslumbrados, embelesados, escuderos, espadachines, vasallos; a los amaestrados, encandilados, intimidados discípulos que conforman el comité de aplausos que, imparables, lo elogian, exaltan, glorifican hasta el delirio, hasta la náusea, hasta el ridículo al precitado arlequín.
Rebaño que se ocupa (24×7) de difundir el nuevo Evangelio, catequizar, seducir, sonsacar las bases del agonizante, desahuciado, desarraigado, esperpéntico, parasitario partido Conservador -que no levanta cabeza-, varias veces engañado, flagrantemente traicionado, merecidamente echado -como perro sarnoso- por el presidente Petro, de las mieles de poder, viéndose forzosa, imperativa, tardíamente obligadas las centenariamente arrodilladas, desteñidas, estridentes, indeseables plañideras, a declararse INDEPENDIETES frente al Gobierno -no les quedaba otro camino-. Enclenques, malhadados, prosaicos ágrafos que olvidaron que lo que son se lo deben al partido.
Deshonrados, estrafalarios, extravagantes, postrados mercaderes que, enfangados en el lodo de la corrupción, convirtieron del templo azul en una pocilga. Expectantes traficantes que abrigan la esperanza de ser llamados -otra vez- para satisfacer cualquier antojo, capricho del Gobierno, a cambio -como siempre- de las consabidas, afrentosas, indecorosas dádivas o infamantes, ignominiosas moronas de poder.
Abyectos, insultantes, retrógrados renegados que han vivido, viven a salto de mata -dicho con conocimiento de causa-. Tirabeques gestantes de la más súbita, temeraria engañifa a los colombianos -en situación de vulnerabilidad-, a los que con Pastrana nos metieron: gato por liebre. ¡Qué duda cabe!
Farsa otrora liderada por el momio valluno, Carlos Holguín, mandadero engatusado por el histérico innombrable -prontuariado sediento de sangre- con míseras sinecuras compartidas con sus secuaces de provincia que, sin chistar, corrieron a engrosar la purulenta, satánica, temible secta uribista, entregándole en bandeja de plata al belcebú mayor, la cimera, inmemorial doctrina y ecuménicos principios -éticos y morales-, como las raídas banderas.
Halcón que copó, sometió al chato, desperdigado, reblandecido partido que, en la mediocridad, estrechez política de su dirigencia, condescendió -insospechada, tácitamente- a conciencia, con la abolición de los Derechos Humanos, sin importarles el dolor causado a las anónimas, desoladas madres de Soacha, que aún lloran a sus mártires hijos, secuelas de los ocultos, inhumanos, lacerantes falsos positivos.
Conservatismo, impensadamente escorado hacia el ‘furibismo’, sin que a la fecha haya exteriorizado una sola condena respecto a dichos delitos de lesa humanidad, ni sobre la compra, desaparición de testigos claves, tampoco sobre las infundadas preclusiones -contra evidencia- impetradas en favor del principal sospechoso, por la cómoda, cómplice, desbordada, permisiva, repudiada, sumisa fiscalía -de bolsillo- convertida en defensoría que con los godos, se muestran solidarios con las grotescas, prohibitivas andanzas de ‘limpieza social’, de los “no propiamente recogedores de café”, como adujo el ‘irremplazable’.
Cerril, connivente, incandescente silencio de la zafia jauría adicta; baldón, pesada cruz que cargará el esquizofrénico, hosco, impresentable imputado mientras viva, declarado por el enfermizo Iván Duque: “Héroe de la patria”, quien luchó -además- por encubrirlo, cuya acta de defunción le será extendida en las urnas el próximo 29 de octubre, por las corajudas, desencantadas, encabritadas mayorías nacionales, que se preguntan:
¿Por qué tanta hostilidad, odio, resentimiento -inagotables- de Pastrana y socios contra Petro? Por hijos de puta.
Respondo -a su nombre- sin ambages, sin regodeos, con todas sus letras. Caso cerrado. Grotesco hereje, verdugo del partido; bastión, esbirro, lacayo del retorcido, soberbio innombrable; encubierto consueta, imitador; rastrero, vanidoso admirador, apologista.
Bogotá, D.C., 06 de mayo de 2023
http://articulosmarioariasgomez.blogspot.com.co/30