Opinion

¡Más acción, menos palabras!

Por: Mario Arias Gómez.

A esta altura de la vida, tan próxima a levar anclas, en la que la historia se pierde en la noche de los tiempos, en que “hay días que somos tan móviles, tan móviles como las leves briznas al viento y al azar. Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe. La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar. …”, verso del poema, ‘Canción de la vida profunda’ del inimitable Porfirio Barba Jacob. Vida en que ‘los sueños, sueños son’, lo dijo Calderón de la Barca, y en que, según Montaigne: “el hombre es una cosa vana, variable y ondeante…”.

Cavilaciones que como masculla la ‘Canción de otoño en primavera’, del célebre, icónico, mítico poeta nicaragüense, Rubén Darío: “cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer…”. Magistrales, reverberantes metáforas que utilizo como preámbulo de la segunda parte de la columna referida al encrespado, inesperado viacrucis por el que atraviesa en los últimos días el presidente Petro, el cual influye, repercute notablemente sobre su estado de ánimo, la marcha del país, la gobernabilidad, el futuro de las reformas.

Situación que de corazón no me regocija, para desilusión de los errantes políticos que no quieren -como la resucitada ‘Nueva fuerza demoníaca’- que al presidente Petro le vaya bien, redrojo que traicionando el compromiso ético con la verdad que, cuando no la tuerce, la desfigura, como ocurrió el pasado miércoles (marzo 22) en que abrió fuegos en Manizales, bajo el alero del cuasi centenario, incondicional, obsecuente títere que se presenta como la ‘renovación política’ e insiste en venderse como incorruptible, indoblegable, insobornable. Que lo compre quien no lo conoce.

Comedia que el frívolo titiritero -Pastrana- intenta reescribir con mal augurio, según la lánguida asistencia que registró el publicitado rencuentro que recuerda que con el desayuno se sabe cómo será el almuerzo. Ciervo que impávido desertó del partido para fraguar -con sus ayayeros- el esperpéntico, mercantilista partidito privado de garaje que lo enriqueció, enmascarado bajo las imperecederas banderas, enseñas y símbolos del Conservatismo, surtido con cándidos, engañados copartidarios, sonsacados al partido que lo hizo, explotó, ordeñó, deshonró; bases engatusados con la ‘Tierra Prometida’.

Farsa usufructuada al máximo -in extenso- por el antílope en cuestión, que mentalmente mantiene sometido al resto de áulicos, quien utiliza aún la puerta giratoria para entrar y salir -cuando le viene en gana- de esa rentable fábrica de avales, en que convirtió al partido, después de renegar de las enseñanzas y ejemplo del emblemático, entrañable, irrepetible, común Maestro -con mayúscula- LUIS GRANADA MEJÍA, que jamás abandonó, traicionó -como su alumno amado- la inmortal doctrina, ni cedió un ápice, un milímetro, de sus eternos, imperiosos, inmanentes principios que respetó, reverenció siempre.

Tampoco se acomodó, alquiló, ferió sus convicciones, la disciplina, la libertad de opinión, la verdad, en perjuicio de la institucionalidad, como acaba de ‘honrar’ canallescamente la condición de exdirector del partido, enarbolando servilmente la remendada bandera pastranista.

Demagogo, entrampado, extorsivo, tramposo seductor de masas, que todo lo decide en función de sus prohibitivos intereses que lo llevaron inmerecidamente a usurpar los cargos de relevancia política ocupados. Bilioso, olvidadizo tirabeques -hoy cuesta abajo- del que tomé distancia tardíamente, para perpetuo remordimiento.

Chamuscado, nostálgico, tóxico petrofóbico, viudo de poder, primitivo compinche del enano Pastrana, falso mesías, vejestorio prototipo del degradado, desheredado, despreciado, sectario oposicionista -porque sí- sin fundamento, frente a quienes, en silencio, sin cálculo, esperanzados luchamos por el cambio de tipejos, apodados dirigentes, embusteros, erráticos, falsarios, incorrectos, mendaces, causantes del infeccioso, pandémico estado de zozobra, incertidumbre que ahoga al país.

Aquelarre político, razón de su incuestionable, sideral descrédito, fruto de sus censurables, clandestinos, impunes, lesivos ilícitos que pretende blanquear electoralmente. Camaleónico, desubicado, impertinente censor -sin autoridad moral- del Gobierno, que nunca los tendrá -ni falta que hace- de su lado.

Primus inter pares empeñado en exacerbar su impopularidad con miras a las elecciones de octubre próximo, ayudados -quien lo creyera- por la implacable, punzante ambición, audacias, escándalos del primogénito Nicolás y Juan Fernando Petro, cumpliéndose aquello que “no hay cuña que más apriete que la del mismo palo.

Agregada la decepcionante, instrumentalizada, insultante metida de pata del despalomado ministro del Interior, Alfonso Prada, relacionada con la explicación del secuestro, ultraje, humillación de los 78 miembros de la Policía, obligados a hacer sus necesidades en un balde; vejámenes que trató de enmascarar, minimizar como resultas del angelical “cerco humanitario” de campesinos idealistas; movilización social “que buscó -agregó- proteger a unos miembros de la institución policial, impedir fueran agredidos por actores armados”.

Para justificar posteriormente su torpeza, ignoró que estos ‘querubines’ habían asesinado a machete al subintendente, Ricardo Monroy y ultimado de un tiro a Reinel Arévalo, realidad que lo predispuso a pactar, caripelado, la liberación “sin saber que los policías -que todos los días le ponen el pecho a los cobardes atentados de vándalos y terroristas- los estaban tratando como ‘cerdos´, calificativo recordado por un secuestrado, término que el intimidado funcionario aceptó retirar del comunicado. Acción violentista que no denunció como correspondía, develando una imprevisión, incuria, inexcusables.

Es hora de la coherencia del retórico Gobierno, si quiere superar la crisis que imparable avanza y paraliza al país, que va rumbo a convertirse en coto de caza del crimen organizado (extorsión, minería ilegal, narcotráfico) que anda tras tomarse por la fuerza el poder, sin que el Gobierno se avenga a contrarrestarlos con medidas de choque, distintas a maniatar, ordenar no disparar a las fuerzas militares, so pretexto de dignificarse, a costa de su propia vida.

Impotente política que desploma -en caída libre- la confianza, credibilidad, imagen del Gobierno, mientras el pesimismo de los 700.601 mil electores -de más- que le aseguramos el triunfo, crece, y los 10´580.412 millones que lo hicieron por el ‘payaso’ Hernández, se frotan las manos, cuya gran mayoría no lo hizo a favor sino en contra de Gustavo Petro. ¡Qué duda cabe!

Estrategia que distancia cada vez más a Colombia de EE. UU., al dejar -al parecer- de ser considerada su mejor aliada en el hemisferio, la región.

Bogotá, D.C., 25 de marzo de 2023

http://articulosmarioariasgomez.blogspot.com.co/30

Lo más visto

Subir