Opinion

‘Semana de Pasión’

Por: Mario Arias Gómez.

Han pasado nueve meses de haberse alineado los astros de la fortuna -Aries, Capricornio, Escorpio, Libra- en favor de Gustavo Petro (62 años) con quien la izquierda colombiana logró un histórico triunfo, que implicó elegir por primera vez, desde la proclamación de la independencia en 1810, presidente de la república.

Victoria alcanzada por 11’281.002 millones de electores equivalentes al 50,44 % de los 22’658.670 de intervinientes, la mayor participación de la historia. Gobierno autonombrado del Cambio, ligado al compromiso de generar un amplio, profundo revolcón social.

Sorprendió gratamente el desconocido, inimaginado, irreconocible, amigable espíritu de moderación, prudencia -más de lo esperado- con el que se estrenó, apuntalado por un gabinete plural de curtidos, experimentados, reconocidos políticos de trayectoria y gran peso; realidad que abrupta, intempestivamente sufrió una lamentable, punzante salida de dos de sus máximas estrellas, los lúcidos, esclarecidos, reconocidos: Alejandro Gaviria (educación) y Patricia Ariza(cultura), nombramientos que aportaban al equipo conocimiento, saberes, independencia, valorados como un gesto de verdadera apertura política. Qué desperdicio.

Gaviria -Nostradamus criollo- que predijo así su inusitada salida: “El presidente Petro en el primer año nombra un buen gabinete de unidad nacional que no logra cohesionar, pasan seis u ocho meses y no pasa mucho, se desbarata el gobierno y empieza a tuitear como loco; ese es el conflicto que crea de manera permanente, la agenda del país girando básicamente alrededor del Twitter de Petro y no se hace nada”.

Auspicioso comienzo que temprana, súbitamente saltó en pedazos, que terminó áspera, brusca, infortunada, irreparablemente de malas maneras, al no enterarlos previamente; desconsiderado, desdichado, maleducado final en desmedro del bien ganado, incuestionable prestigio de los manoseados exministros, resultas -para decirlo sin tapujos- del ardiente, impulsivo, malgeniado, temperamental nominador.

Tropezón que echó a perder -ipso facto- el alabado preámbulo, dejando la fundada, inquietante sensación -para perplejidad- que las susodichas fuerzas zodiacales se desalinearon, desengranaron, lo abandonaron, declinaron seguir favoreciéndolo, secundándolo; génesis de la penosa susodicha ‘Semana de pasión’ que lo arrincona, hostiga, martiriza, que parece salirse de madre.

Viacrucis que arrancó con el destape de los inconfesables, presuntos pactos -‘non sanctos’- del ávido, descarrilado, desenmascarado, torcido, venal primogénito Nicolás (“hijo de tigre al que no crie” -dijo su padre-), con narcotraficantes, extraditables, que supuestamente buscaban resguardarse -mediante las mismas abultadas ‘bolsas negras’ en efectivo- bajo el frondoso árbol de la ‘Paz total’. Peripecia que el controvertido, irrelevante, subordinado Danilo Rueda -‘Alto Comisionado para la Paz’- aceptó venía ocurriendo con ‘abogansters’ que estaban intercediendo por inquiridos delincuentes, lo que recuerda al delfín Lorenzo, hijo del presidente José Manuel Marroquín, caído en las mismas destrezas, emprendimientos.

Caja de Pandora que presagia bochornosas, colosales sorpresas: “porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz. Marcos 4:22, Lucas 8:17-. Culebrón iniciado por la exnuera del presidente Petro -la despechada, herida Day Vásquez- quien lo enteró -1° de febrero- de las andanzas y malas compañías del hasta hace poco pobretón, cornudo exmarido, desconectado de la ley y la realidad.

Cúmulo de nocivas evidencias que con razón tienen abrumado, en ascuas, presionado, sobresaltado al presidente Petro, ante la paradoja de ver al hijo y hermano, Juan Fernando, incursos -aparentemente- en la misma práctica que prometió erradicar como parte del ‘Cambio’ prometido.

‘Donde menos se piensa salta la liebre’. Se abona -no quedaba otra- el haberle solicitado a la Fiscalía investigarlos, sin incluir la masiva, faraónica toma -en campaña- de la plaza de la Paz de Barranquilla (10/09/2021) que coordinó el inescrupuloso Diputado Nicolás; escándalo de desmedidas connotaciones e inusitadas repercusiones. ¡Qué duda cabe!.

Semana rematada por la advertencia del Consejo Nacional Electoral de indagar la dudosa financiación de la campaña, seguida del intempestivo cese de operaciones de ‘Viva Air’, que puso en entredicho la ‘potencia turística’ que sustituiría los ingresos dejados de recibir por la transición energética de los combustibles fósiles; complementada por el freno de mano cautelar decretado por el Consejo de Estado a la retoma de la competencia reguladora de los servicios públicos, por treinta años ejercitada por la Greg.

Calvario ultimado por la regateada decisión de la Corte Constitucional referida a la suspensión provisional de las leyes mientras diagnostica la exequibilidad. Palo en las ruedas -inesperado- al discutido, omnímodo, omnipotente, intocable poder del que se cree investido el Gobierno.

Finiquitado todo con el antipático, falaz, maquillado, patético, repugnante Cerco humanitario con el que se quiso encubrir, disimular, minimizar la asonada campesina en el Caguán, como la orden del Gobierno de no disparar contra los destructores del Bajo Cauca antioqueño que completan 18 días de paro, lo que amerita una columna aparte.

Tsunami político que -sin un prurito de exageración- sacudió los cimientos del Pacto Histórico, afecta la gobernabilidad, el rumbo, el futuro de las reformas.  Y qué decir de los visos de corrupción, tráfico de influencias percibidos en un gobierno supuestamente elegido por la ciudadanía que pensó que las erradicaría, como por áulicos, defensores, seguidores. Promesa que se llevó el viento, infiriéndose que no la tendrá fácil el presidente Petro.

Vergüenzas convertidas en suculento ‘bocatto di cardinale’ por los insoportables petrofóbicos, hoy de plácemes, frotándose las manos, dirigidos -otrora- por el maquiavélico innombrable, el más agrio, encabritado, encarnizado, torvo enemigo, quien por décadas lanzó improperios -a mañana, tarde y noche- a su sparring, puñaladas por la espalda: “sicario”, “vago”, “enredador”, “fantoche” (Semana 16/12/2021). Puños verbales respondidos con la palabra: NARCOPARACO.

Sutil manera de enrostrarle la criminal, luctuosa política de la IN-seguridad Democrática, que empolló, indujo presunta, impunemente los esperpénticos, horripilantes, vesánicos falsos positivos, masacres; señalamientos que lo perseguirán judicial, perpetuamente, con base al concepto de ‘lesa humanidad’. que esperan el condigno, ejemplar castigo, temerariamente negados por el arrodillado, esclerótico, impasible, impresentable, mendaz cómplice, Iván Duque.

Apócrifo mandadero -inculto por antonomasia- engendrado por el altanero, precitado halcón que lo adiestró, teledirigió, aplaudido por la falange de apasionados, furibundos hinchas, impuesto a una anónima, cándida, dócil, emboscada, hipnotizada, infantil masa, hechizada por este Hamelín criollo, al que ayudé -de buena fe- a consagrar para eternal, perenne remordimiento.

Gaznápiro sometido -con total desenfado- a la rotundidad del mitologizado ‘presidente eterno’, cuya jerigonza, repentinamente mudó, negociada -se dice- al limón: “Gobernabilidad para Petro por impunidad para el innombrable”, entre los ahora ‘nuevos mejores amigos’; trueque garantizado por el amigo común, concertado fiscal, Héctor Carvajal.

Extravagante sandunga evidenciada por la recíproca moderación, después de un cuarto de siglo de histéricos, mutuos oprobios, patentizada por la censura estrenada por el innombrable en un foro del rebaño, contra un incondicional acólito que burdamente se despachó contra el “guerrillero que ocupa la presidencia”, categórica, rotundamente constreñido con delirante, romántica admonición: “En mi presencia no permitiré que se insulte, ultraje al señor presidente”. Razones a Santander para que las entienda la Cabal, Paloma, Macías.

Zalema correspondida por el presidente, en su confrontacional discurso, pronunciado el martes 14 de febrero, desde el balcón del Palacio de Nariño, que duró 86 minutos sin mencionar una sola vez a su némesis, ni a la recua.

Retomó -con el brío de siempre- la acostumbrada, incendiaria retórica, a efecto de estimular a la apagada, pasmada fuerza de choque, incitada a regresar a la calle a presionar las soñadas reformas, ante el Congreso sediento de puestos, que intenta estratégicamente desfigurarlas, hundirlas.

Coacción cursada con frases efectistas: “El cambio por el que votaron millones no puede ser de mentiras, maquillado, detenido”. “Solo si el pueblo abandona a su Gobierno, ese cambio podría estancarse, frenarse”.

‘Gatopardismo’ en todo su furor “Que todo cambie sin que cambie nada”.

Bogotá, D.C., 18 de marzo de 2023

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