Después de dos semanas de intensas negociaciones, de la vigésima séptima conferencia sobre el cambio climático (COP27), realizada en Sharm el-Seij (Egipto), que debió culminar el pasado 18 de noviembre, la cual, por falta de acuerdo se prorrogó por dos días, dado que, estatutariamente, este debía consensuarse.
Clausura en que para una parte importante fue notoria la decepción, insatisfacción, el sabor agridulce por el resultado; para otra, motivo de celebración por lo acordado. En síntesis, del ahogado el sombrero, argulléndose que lo “sembrado fructificará luego”. Ojalá que así sea.
Recordemos que en 2009, los países desarrollados prometieron desembolsar a partir de 2020, 100.000 millones de dólares anuales para ayudar a los países pobres a paliar el cambio climático, monto que en 2025 debía incrementarse, disminuir además las emisiones de gases de efecto invernadero y, paralelamente, emprender la transición energética, nada de lo cual se cumplió. Palabras, palabras, palabras… dice la canción de Silvana Di Lorenzo, generando una la creciente desconfianza, frustración que hoy padecen los países en vías de desarrollo.
El forzado SÍ a la creación del Fondo para Pérdidas y Daños, es según valoración de ‘GREENPEACE’, lo rescatable de la recién clausurada COP27, entendido como el punto de partida de la ruta hacia la justicia climática. no sin dejar de resaltar -consonante con lo propuesto por el presidente PETRO-, el que no se hubiera incluido expresa, taxativamente el compromiso del «abandono progresivo de los combustibles fósiles», sumándose la oenegé, ARCO IRIS, que afirmó: «si no se termina rápidamente con el uso de estos, no habrá el dinero suficiente, necesario en el mundo para cubrir los costes de los daños y pérdidas resultantes».
Refresquemos que GREENPEACE es una organización ecologista y pacifista internacional, presente en 55 países de Europa, América, Asia, África y el Pacífico, con 3,2 millones de socios en el mundo, económica y políticamente independiente, que no acepta donaciones, ni presiones de gobiernos, partidos políticos o empresas.
Utiliza la acción directa no violenta para atraer la atención pública hacia los problemas globales del medio ambiente e impulsar las soluciones necesarias para tener un futuro verde y en paz; para denunciar a los criminales medioambientales y desafiar a los gobiernos y a las empresas cuando estas fallan en el cumplimiento de su mandato de salvaguardar nuestro entorno y nuestro futuro.
Promueve el debate abierto e informado sobre las opciones medioambientales de la sociedad; usa la investigación, el lobby y la diplomacia pacífica para perseguir sus objetivos, como las confrontaciones no violentas para incrementar el nivel y la calidad del debate público.
Mediante el voluntariado -alma y motor de la organización- de personas que, con voluntad y convicción, han decidido actuar para proteger nuestro planeta, en busca de “detener el cambio climático, proteger la biodiversidad en todas sus formas, prevenir la contaminación y el abuso de los océanos, la tierra, el aire y el agua dulce, promover la paz, el desarme mundial y la no violencia”.
Entre las conclusiones -después de los ‘tiras y aflojas’- destaco el que los gobiernos hayan puesto la primera piedra del nuevo fondo que esperó 30 años para que, tardiamente, fuera incluido en la agenda oficial, orientado a prestar apoyo vital a los países y comunidades (vulnerables) más afectados por la crisis climática, en su mayoría presentes en los países del Sur global.
Resultas, gracias a los activistas que se mantuvieron firmes, hasta conseguir superar las barreras, y dar un paso adelante en el accionar contra la apocalíptica crisis climática que, imparable devasta -en forma acelerada- el planeta tierra.
Para complacencia -reitero- del presidente PETRO, que -en buena hora- enarboló la bandera del calentamiento global, resulta positivo el que un gran número de países del norte y del sur, hayan -al final- armonizado, concordado, convenido que era, es -básico, esencial, necesarísimo- acabar progresivamente con los combustibles fósiles -carbón, petróleo, gas-, tema avisorado por la Conferencia de las Naciones Unidas, sobre el Cambio Climático (COP21) celebrada el 12 de diciembre de 2015 en París, que abordó el crucial problema y su impacto negativo, concluyendo con la suscripción -por los líderes mundiales- del histórico Acuerdo de París, que estableció los objetivos a largo plazo, como guía para todas las naciones.
El reciente texto (final) de la COP27, llegó, después del ultimátum europeo que consideró un «retroceso inaceptable», respecto al compromiso precedente de los casi 200 países miembros de la COP, de implementar la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, alarma que apersonó el vicepresidente de la UE, Frans Timmermans, al requerir: «ampliar la base de donantes»; tajantemente advirtió: “preferimos no tener un resultado que un mal resultado».
Hasta el presente se había persistido en tratar por separado la crisis climática y la crisis de la biodiversidad, a las que las económicamente poderosas: China, Arabia Saudita o Qatar, las mayores naciones contaminantes del mundo, rehuyeron -siempre- participar como donantes de los fondos climáticos patrocinados por las Naciones Unidas, posición que -por lo que se deduce- parece haber cambiado, esperándose -apuntó el precitado vocero europeo, afanado por “tender puentes”- que a futuro se “haga justicia”.
Los ecologistas concluyeron con este mandoble -que como anillo al dedo le cae a los camuflados, desahuciados ‘furibistas’ -sinónimos de antipetristas-: «Es una victoria de la ciudadanía, de las personas activistas por el cambio climático, debiendo animarnos para desenmascarar a los que habitualmente bloquean la acción climática y las políticas para acabar con nuestra dependencia de los combustibles fósiles, para impulsar las energías renovables y para apoyar una transición justa». Clarísimo.
La mitigación es imprescindible para mantener en pie el objetivo de limitar el calentamiento del planeta en +1,5 ºC, fijado en el Acuerdo de París. Europa registró este año el octubre más caluroso desde 1910. América Latina unificó -gracias a PETRO- el pedido respecto a que se establezca un compromiso para crear un fondo independiente para financiar las compensaciones que se le deben por los daños que sufren a causa del cambio climático, que contribuyeron -en mínima parte- a provocar.
La revista Trees, Forest And People, cuantificó que, de persistir la degradación de la Amazonia colombiana, en 10 años, la pérdida económica por año es de 9.100 millones de dólares (aproximados).
Si bien, los ecosistemas naturales desempeñan un papel importante en la regulación del clima y ayudan a secuestrar y almacenar carbono; la pérdida de bosques, el drenaje de los humedales y otros tipos de degradación ambiental, contribuyen -significativamente- a acrecentar el actual cambio climático.
Según dicha agencia, los esfuerzos por reducir la deforestación, la degradación de los bosques y la restauración de los ecosistemas, podrían contribuir a reducir las emisiones anuales de gases de efecto invernadero. “Si invertimos en la naturaleza y en las infraestructuras de la naturaleza, los bosques, los arrecifes de coral, los manglares, los bosques costeros, nos protegerán de las grandes tormentas, proporcionarán un hábitat para las especies y también almacenarán carbono”, pontificó la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas.
En el Sur Global se encuentran 15 de los 17 países con mayor biodiversidad en el mundo. Los vulnerables osos polares, los animales del póster del calentamiento global, mueren de hambre en el Polo Norte, por la falta de hielo marino, en un mundo que se calienta cada vez más. En el océano, los biólogos son testigos de otra tragedia, en razón a que los arrecifes de coral que proporcionan alimento y refugio a más de 7.000 especies están muriendo a causa del calentamiento y la acidificación del océano. *Los glaciares de los Alpes han perdido un promedio de cuatro metros en 2022.
“El coral cubre sólo un pequeño porcentaje del fondo marino, pero sostiene una cuarta parte de todas las especies marinas conocidas”. “Con un calentamiento de 1,5 grados, se perderá entre el 70 % y el 90 % de todos los arrecifes; cifra que aumenta hasta un preocupante 99 %, si nuestro planeta se calienta 2,0 grados”. *Varios de los principales ríos europeos, como el Rin, el Loira y el Danubio, están prácticamente secos”.
La financiación de la descarbonización debe girar hacia un enfoque mixto MITIGACIÓN-ADAPTACIÓN, el cual debe incluir factores de no deuda, deuda sostenible o intercambio de deuda por servicios ecosistémicos -como recomienda GUSTAVO PETRO-. Insiste al respecto: «El FMI debe iniciar el programa de cambio de deuda por inversión en la adaptación y mitigación del cambio climático en todos los países en desarrollo. Las políticas de bloqueo económico, no favorecen la democracia y van en contra de los tiempos de la sociedad para actuar contra la crisis”.
Los ‘uribistas’ ignoran que desde 2020, el FMI propuso ecologizar la recuperación económica poscovid. El Banco Mundial -a su vez- recomienda a los países miembros abstenerse de apoyar proyectos basados en combustibles fósiles; igual suprimir progresivamente los subsidios a los hidrocarburos, basado en lo acogido en 2021, en el Pacto de Glasgow. El BID y el BEI, reman en la misma dirección. Entre 2019 y 2020, los bancos desembolsaron, US$ 55.000 millones por año para proyectos de combustibles fósiles, mientras para las energías limpias dispusieron de US$ 29.000 millones.
Los grupos ecologistas: Corporate Accountability, Corporate Europe Observatory y Global Witness, contabilizaron 636 asistentes vinculados a empresas de combustibles fósiles, lobistas camuflados como miembros de 29 delegaciones nacionales, como Emiratos Árabes Unidos, Rusia y otros, los cuales -según ellos- no deberían haber cruzado las puertas de la conferencia.
Según GREENPEACE, esta fue la COP de los contaminantes, liderados por Coca-Cola, patrocinador oficial de la cita climática, multinacional que es “el primer responsable de la contaminación con plástico en el mundo”, mientras los activistas se quedaron “por fuera sin poder participar en las negociaciones”, como “reclamar los 100.000 millones de dólares anuales prometidos en 2009 y que nunca entregaron los países desarrollados a los países del sur, para que redujeran sus emisiones y se adaptaran a los efectos del calentamiento”.
Activistas de un grupo vegano, desafiando las restricciones, desplegaron una pancarta a la entrada de la sede de la conferencia que decía: “La ganadería es responsable de buena parte del desastre actual”.
La desconocida primera ministra de la diminuta isla Barbados, expresó: “Nosotros los de los países pobres financiamos la revolución industrial con nuestra sangre, sudor y lágrimas. Y ahora debemos pagar los costos de los gases tóxicos que esa revolución ha generado. Esto es fundamentalmente injusto”. “Mientras los países ricos incumplen sus promesas de frenar la contaminación; disminuir los gases venenosos; parar la sobreexplotación de la pesca y detener la tala de las selvas. Si nada cambia, habrá mil millones de refugiados por razones ecológicas dentro de tres décadas”.
Ante la sordera de los dirigentes mundiales, el secretario general de la ONU clamó: “Estamos perdiendo la lucha por la vida. Nuestro planeta marcha veloz por la autopista hacia al caos ambiental irreversible. Corremos hacia el infierno con el pie sobre el acelerador”.
Lula (gran aliado de PETRO) -en contraste con Bolsonaro que llevó la deforestación a sus máximos históricos- propuso que la cumbre de 2025 se realice en la Amazonia, invitación que ambientó con esta irrefutable verdad: “No puede haber seguridad climática si no se protege la Amazonia”.
Reproduzco -para terminar- esta enfática afirmación de un experto: “…es cierto que el cambio climático es una inmensa amenaza para la existencia de la humanidad, así como la necesidad de transitar a una energía amigable con el ambiente. Se ha demostrado que el cambio climático se debe (o que está fuertemente asociado) a la acumulación de los gases de efecto invernadero, sobre todo el CO2”.
* Por: Mario Arias Gómez.
Bogotá D.C., noviembre 26 de 2022.
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