A pocos días de vencerse el plazo en el cual deberán renunciar los funcionarios públicos, que quieran aspirar a los diferentes cargos de elección popular que se diputarán el próximo año, se prevén sonoras renuncias en todo el país.
Vencido este plazo, algunos nombres entrarán en la difícil y a veces ingrata tarea de hacer campaña, y dejar sus cómodos sillones burócratas para poner su nombre ante la palestra pública.
Sin embargo, otros hombres y mujeres, camuflados en contratos de prestación de servicio o en otras entidades territoriales o instituciones ajenas al departamento y sus municipios, podrán seguir devengando hasta culminar el plazo máximo de inscripciones el cual se vence el próximo año, tiempo en el cual seguirán haciendo subrepticiamente campaña por cuenta de la doble moral de nuestra legislación, la cual le impide a los funcionarios públicos presentar sus nombres aun cuando se ejerce algún cargo público.
Pero otro tanto, aun incluso sin saberlo, y venidos de la cantera inesperada de la política, que va capturando cuanto hombre o mujer simpatice con alguna porción de la comunidad, esperan sin saberlo, a que su nombre sea ofrecido a los electores como opción de poder.
Otra porción de candidatos, elevan como globos sus nombres a las alcaldías o incluso gobernación, para simplemente hacerse conocer o reconocer, a veces incluso para hacer fugaces apariciones en medios y así reducir costos de las campañas a concejo o asamblea, lo anterior sucede con mayor frecuencia para el caso de las gobernaciones y las alcaldías de ciudades capitales.
Del total de la torta de candidatos, otra porción simplemente se hace sonar, esperando escuchar el llamado de la función pública y desistir de sus “grandiosas candidaturas” por algún cubículo en cualquier entidad del Estado.
Nuevamente en campaña, y esta vez la frontera entre alternativos y tradicionales, será tan difusa como la de conservadores y liberales, dos tendencias que deberían ser tan opuestas en el fondo, pero que en la práctica confunden al elector.
Mientras tanto, se valorizan las temidas bodegas en las redes sociales, aquellas dueñas de la moral y la ética, que osan juzgar a cuanto individuo no cotice para sus arcas, y que la “izquierda” colombiana ha sabido aprovechar tan fogosamente, como la ingenuidad de los electores lo permita.
En todo caso, no hay campaña ganada, sino hasta el ansiado día en el que la quema ofrece el esperado humo blanco.
Dinero, poder o protagonismo; ninguna es tan suficiente para obtener la victoria, como lograr identificar el sentir ciudadano, tarea que solo aquellos con olfato político logran descifrar, lo que llamarían muchos coincidir con el clamor nacional.
Y es que ni con la renuncia del flamante gerente, ni con el poder del todo poderoso director, y mucho menos con el pago mensual de la inmensa bodega, se evidencia aún claridad para la disputa del próximo año, aún falta mucho tiempo, y no son pocos los que silenciosamente iniciaron la partida.
* Por: Alejandro Loaiza Salazar – Enlace Congreso de la República. Oriundo de Samaná, con estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.
Twitter: @AlejandroLSFD