Opinion

PEOR QUE LA ENFERMEDAD

Con la designación de la médico antioqueña, Carolina Corcho como Ministra de Salud a partir del próximo 7 de agosto, se ha revivido en el país el debate sobre la reforma a la salud, especialmente la eliminación de las Empresas Prestadoras de Salud EPS.

Este será un debate de nunca acabar sobre todo por las amargas experiencias de la mayoría de los colombianos al momento de recibir servicios de salud, y por el descalabro financiero al que muchas de ellas han llevado a la mayoría de los hospitales del país.

Sin embargo, una decisión de esta magnitud como el acabar de un solo golpe con las EPS, provocaría traumatismos resultando más grave el remedio que la enfermedad porque sencillamente no se tiene diseñada la estrategia para reemplazarlas.

Hasta ahora no hemos escuchado ninguna propuesta para manejar el sistema de salud prescindiendo de las EPS. Volver directamente a que las IPS o sea los hospitales y clínicas sean quienes asuman directamente las responsabilidades de este servicio vital para los colombianos, sería caótico porque no se cuenta con la capacidad instalada para ello.

El país tiene un déficit en infraestructura hospitalaria en todos los niveles, especialmente en los de mayor y alta complejidad. Los puestos de salud veredales son cosa del pasado, la mayoría de los corregimientos y centros poblados tienen deficiencia en ellos. Entonces pretender trasladarles responsabilidades directas a las que hay sería completamente ilógico.

Ninguna institución hospitalaria del país, pública o privada, cuenta con todas las especialidades médicas. El usuario a través de una EPS tiene la posibilidad de acudir a la IPS específica que requiere gracias a los contratos que tiene con diferentes de ellas o porque los prestan directamente.

Lo que el país requiere es que coloquen en cintura a las EPS, una regulación estricta para garantizar que presten un servicio adecuado y el cumplimiento de sus obligaciones financieras con los hospitales y clínicas. Acabar con ellas es demasiado riesgoso y podría tener graves consecuencias. Podría ser peor el remedio que la enfermedad.

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