Opinion

POR UNA SOCIEDAD JUSTA Y LIBRE *

José Ferney Paz Quintero

El pasado domingo se cumplió la cita con el país, pero queda una gran lección: la imperiosa necesidad de trabajar en el concepto de cultura política, por cuanto no se puede desconocer que nuestra flaqueza principal radica en una instrucción pública decadente y una falta absoluta de educación nacional, instrucción y educación parecen ser dos conceptos que a diario se confunden.

Si descendemos en la escala de las clases sociales, podríamos afirmar si nuestro pueblo doliente ¿conoce siquiera los conceptos elementales que son indispensables para guiar la conducta? ¿Es que acaso, el desertor campesino que huye horrorizado del servicio militar, conoce exactamente lo que es el significado de patria? ¿Podría afirmarse que un gran porcentaje de masa votante que participó en el certamen electoral pasado conocía a cabalidad la razón de su voto? ¿Cómo hacer para que el elector tome conciencia de la importancia y utilidad del mismo?

Misión del nuevo gobernante trabajar en la educación de las clases populares, abandonadas por el estado, dándoles motivo de alta ilusión, dignificando su esfuerzo, haciéndoles comprender que hay una justificación y la importancia de convertirse en buenos ciudadanos, valiéndose por sí mismos y no a través de promeseros de turno que solo buscan el beneficio personal apoyados en su desconocimiento e ignorancia cívica.

Hace muchos años un pensador francés exclamó, con frase inspirada que tuvo la resonancia de una verdad evangélica: “abrid las puertas de las escuelas y cerrareis las de las cárceles.”

Colombia ha fundado de entones acá muchas escuelas y facultades muchas de garaje, pero no ha podido cerrar ninguna prisión, la criminalidad ha aumentado, la inseguridad campea en las ciudades y el campo es abandonado a diario por miles de desplazados, desamparados a su suerte por el gobierno central, tema poco abordado por quienes participaron como aspirantes presidenciales.

Sobra decirle al nuevo gobernante que para desarrollar una región o un país, se necesita ante todo, actualizar sus realidades. En sana política, debe prevalecer más lo concreto que lo abstracto, no se gobierna, ni se dirigen los pueblos con fórmulas producto de la soberbia, ni del dogmatismo, sino contemplando e interpretando la realidad social, en buen romance, gobernar dentro de la diversidad ideológica.

Lo sucedido el pasado domingo demuestra el deseo de un cambio en las costumbres políticas del país, con un candidato que apela a la anti política, que seguramente en el balotaje o segunda vuelta del 19 de junio pondrá en dificultades al aspirante del denominado Pacto Histórico con su inamovible techo electoral, quién le apostaba a no dejar espacio para que esa segunda ronda electoral se diera.

ADENDA: Mientras unos votantes buscaban afanosamente la forma de ejercer el derecho al voto ante las incomodidades logísticas por la lluvia en ciertos sectores del territorio nacional, sorprende la ostentación de poder, la zalamería protocolaria, las ínfulas de reyezuelo frustrado del presidente saliente al trasladarse en alfombra roja al sitio de votación distante a pocos metros de la sede presidencial, con parada militar a bordo, en contravía de la sencillez que debe tener un jefe de estado en un día tan especial para la democracia donde la población sale a cumplir un compromiso con la patria.

Menos mal, esa fatuidad está próxima a expirar, y quién lo suceda entienda que el gobernante está al servicio de la comunidad, y no la comunidad al servicio del gobernante.

Recuperar la humildad como una virtud política será la tarea del futuro jefe de gobierno, peculiaridad que los ciudadanos en su momento sabrán valorar.

* Por: J. F. Paz – Exmagistrado / Consultor. – Presidente Tribunal de Control Ético del partido liberal colombiano.

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