Opinion

UNA MAL LLAMADA DEMOCRACIA *

José Ferney Paz Quintero

Al reiniciar nuestros escritos semanales en este nuevo año electoral, no puedo menos que expresar la forma como se desarrolla la política dentro de la mal llamada democracia en nuestro país, donde al decir de los expertos se deben dar un mínimo de condiciones que hacen referencia al ejercicio de las tres ramas del poder público; que el ejecutivo gobierno, que el legislativo legisle y que la justicia instruya, juzgue y falle, sin injerencias de órbitas institucionales que resultan nocivas para el desarrollo de esa democracia participativa de la que tanto se ufanan los gobiernos de turno.

No es secreto alguno como el ejecutivo con su poder presidencialista ejerce un enorme dominio frente a la rama legislativa casi que convertido en apéndice de este, como se demuestra con las aprobaciones de reformas tributarias en su mayoría fiscalistas y regresivas, lo sucedido con la ley de garantías, la mal llamada reforma judicial modificando los requisitos para ocupar altos cargos en la rama judicial, Fiscalía  General, para favorecer intereses individuales aunque se viole la constitución,  aspectos estos  que ojalá  se corrijan  con la elección de un Congreso autónomo, incontaminado, independiente, que ejerza su tarea misional de expedir las leyes que busquen el  beneficio social.

Ahora, que no decir de la rama judicial, caótica, en un grado de desesperanza y de incredulidad social por la forma como desarrolla su actividad jurisdiccional, por factores varios, como la politización  en los últimos años, el clientelismo judicial, semejante al político, la congestión, el atraso, la laxitud en la aplicación de las normas, la impunidad con rasgos de libertinaje legal, con el agravante que pareciera que a ningún aspirante presidencial de los muchos que hay, le interesara el tema, totalmente olvidado de sus agendas, más inclinados a la forma de cómo hacer las alianzas electorales con el contradictor del ayer, a la mecánica política, donde los programas y tesis de gobierno son temas exóticos, importa más lo de impacto populista, que los verdaderos problemas de la nación, olvidando que una justicia sana e imparcial, enaltece la democracia, haciéndola sólida y vigorosa.

No nos llamemos a engaño; Colombia pasa por un momento difícil, la pesadumbre que produce como se asalta el erario por unos pocos, el silencio cómplice de los organismos de control, el protagonismo de sus representantes, más dedicados a promocionarse que al cumplimiento de su deberes, nos hace reflexionar sobre la suerte futura, de allí la relevancia que para el país representa las dos jornadas electorales que se avecinan, donde se definirá si podemos seguir siendo un país viable, desligando el espíritu de partido del espíritu de gobierno, donde impere la trasparencia, la tolerancia, la justicia social, dejando de lado la beligerancia gubernamental, que ha caracterizado este lánguido como extenuado mandato.

Adenda Uno: Los “escándalos” no producen consecuencias sobre organismos políticos sanos y vigorosos, circunstancias que no se dan en este gobierno próximo a fenecer, donde el erario se ha convertido en caja menor del entorno presidencial, sin pronunciamiento alguno por parte de los organismos de control, en su mayoría cooptados por la casa de Nariño, con un Ministerio Público convertido en una descarada bolsa de empleos para satisfacer cuotas políticas en pleno debate electoral.

Adenda dos: ¿De cuándo acá la señora alcaldesa de Bogotá, tiene atribuciones de imponer un gravamen o impuesto de manera unilateral, porque así lo decide de acuerdo a su capricho, para poder utilizar el vehículo en días que no corresponden a su desplazamiento? ¿Por qué se ARROGA esa facultad reservada a otras corporaciones? Interesante le diera una lectura al artículo 338 de la Constitución Nacional, para evitar abusos mayores.

* Por: J. F. Paz – Exmagistrado / Consultor. – Presidente Tribunal de Control Ético del partido liberal colombiano.

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