Opinion

Que siga la “Farcsa”

Discrepo del expresidente Uribe en su carta al secretario general de la ONU, en la que afirma que “acuerdo de paz no ha habido”, porque sí lo hubo, pero entre un gobierno soberano que representaba a 50 millones de colombianos y una camarilla de criminales narcoterroristas que no representaban a nadie. Una verdadera farsa, subgénero grotesco del teatro, que hoy significa un “montaje”, una mentira, así como “el farsante” un mentiroso.

De paz algo hubo, pues se desmovilizaron 7.000 guerrilleros armados y otros tantos milicianos, pero, entre 2002 y 2010 lo hicieron 22.500 guerrilleros y 31.000 miembros de autodefensas, así que esa “paz chiquita” con las Farc no era la paz de Colombia que magnificaba Santos ante el mundo, como parte de la farsa.

En el discurso del Nobel, la desfachatez del farsante se equipara a la ¿ingenuidad? de la comunidad internacional, incluida la ONU. “Hay una guerra menos en el mundo, ¡y es la de Colombia!” “Con este Acuerdo podemos decir que América –desde Alaska hasta la Patagonia– es una zona de paz”. Solo un farsante consumado, o un ignorante, podría soltar semejantes mentiras y ser premiado por ello.

Todo empezó en 2011, cuando un gobierno “farsante” convenció con mermelada a sectores de la clase política y de los medios, y estos últimos al país, de muchas mentiras que no caben en este espacio, comenzando por el nombre del Acuerdo, para una paz “estable y duradera” que nadie ha visto.

Que no sufríamos una amenaza narcoterrorista, sino un “conflicto interno”, pero en Colombia no ha habido, desde el siglo XIX, un levantamiento armado de la sociedad contra una tiranía o un gobierno ilegítimo. Que uno negocia es con enemigos; sí, claro, pero cuando el enemigo son unos criminales no se negocia con ellos el Estado de Derecho, sino, siendo generosos, apenas las condiciones de su sometimiento.

En una cartilla de la época sobre el Acuerdo se lee que “…no serán objeto de amnistía ni indulto (ni de beneficios equivalentes) los delitos de lesa humanidad…”. Más farsa, porque la justicia restaurativa es equivalente a impunidad para delitos atroces, que no se pagan sembrando remolachas y, como si fuera poco, cinco años después, habiendo confesado hasta lo que no habían hecho, como el asesinato de Álvaro Gómez, y negado otro tanto con descaro, no hay una sola sentencia de esa farsa de justicia que es la JEP.

El hogar de las negociaciones fue Cuba y Venezuela país acompañante, dos dictaduras comunistas. Y si la negociación fue una farsa extorsiva, la implementación fue una de incumplimientos. Poco o nada devolvieron y a nadie indemnizaron, más allá de llorosos arrepentimientos mediáticos; no colaboraron contra el narcotráfico y, por el contrario, impidieron la fumigación aérea y hoy tenemos más de 200.000 hectáreas de coca, como señala el expresidente en su valiente carta a Guterrez. La entrega de armas fue una farsa vigilada por la ONU, pues 7.132 son una mentira frente a las más de 18.000 que entregaron, solo las AUC, durante el gobierno Uribe.

Hoy la farsa sigue, no solo con la visita para certificar el cumplimiento del Gobierno, una verdadera intromisión consentida de la ONU, mientras la izquierda los descertifica en las redes, sino con el anuncio del gobierno Biden de borrar a las Farc de la lista de grupos terroristas, insólito, porque esas Farc, sencillamente, ya no existen, y si de lo que se trata es de borrar su pasado de violencia, pues el siguiente acto de la “farc…sa” lo dará Timochenko, con visa diplomática, en Disneylandia y abrazado con el ratón Mickey.

Por: José Félix Lafaurie Rivera – Presidente FEDEGAN.

@jflafaurie

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