Por: J. F. Paz – Exmagistrado / Consultor. – Presidente Tribunal de Control Ético del partido liberal colombiano.
Avanzan las campañas para renovar el Congreso, la sucesión presidencial, donde todos los medios de comunicación, redes sociales, vallas, y chats, serán colmados de publicidad, anuncios, propuestas tardías, como populistas de los diferentes candidatos, todos tratando de mostrar su mejor cara, posando de aliados de las clases populares, pero que hasta hace pocos meses aislados de esa sentida población ausente de las políticas del estado.
Todos los aspirantes, tanto para el Congreso, como para la presidencial, se presentarán como los más idóneos, con intachables hojas de vida, con autonomía política, a pesar de representar intereses ajenos, muchos guardando silencio sobre el pasado político y profesional, así como el origen de los dineros que a raudales se le aporta a ese ejercicio proselitista.
Será cándido no reconocer que los dos partidos tradicionales pasan por el momento actual por serias dificultades, donde el transfuguismo hace carrera, la violación de los estatutos de las colectividades la constante, el daño que causan los cacicazgos regionales, como la negativa de apostarle a nuevos horizontes políticos.
Ha llegado el momento de recuperar la presencia en el escenario político de partidos fuertes, coherentes con su plataforma ideológica, comprometidos con la causa popular, vinculando a la juventud a esos procesos partidistas, no solo en las etapas previas al día de las elecciones en la afanosa búsqueda del favor popular, sino de manera constante y permanente.
La desconexión y alejamiento con el electorado trae consigo graves consecuencias para los partidos, que nos hace recordar las frases del expresidente y jefe liberal, López Pumarejo. “Los partidos políticos que no estén trabajando en un plan sistemático e intenso se disgregan”, y anotaba: “En la dirección de una política ha sido siempre como en los reglamentos de los ejércitos, mantener la tropa en actividad.” Mensaje que debería ser tenido en cuenta por los voceros de los partidos políticos.
ADENDA. RAPONAZO, sería la denominación para un movimiento político que utiliza los SIMBOLOS del partido liberal para promocionar su actividad política, irrespetando una colectividad histórica que durante más de 173 años viene haciendo presencia en el acontecer nacional.
Recordarles a los usurpadores que el respeto a los símbolos políticos, como a los atributos nacionales, está entre las primeras nociones políticas que se adquieren en la niñez, no siendo bien visto que para atraer un incauto electorado se sirvan de las banderas del liberalismo que debería ser objeto de investigación por el CNE.
