Opinion

LA SEGURIDAD Y LA PROTECCIÓN, DERECHOS PARA VIVIR SIN MIEDO

Por: Wilder Escobar – Ingeniero industrial; Especialista en Finanzas Públicas; Especialista en Administración en Salud; Magister en Desarrollo Regional y Planificación del territorio y Candidato a Magister en administración pública.

“Hallaron a una mujer asesinada en su casa; condenan a exalcalde y exmilitar por desaparición de 54 personas; condenan a falso cirujano plástico por muerte de mujer tras operación; mataron a 11 personas este domingo en Cali; a Jair y a Yiseth les robaron hasta la vida; mato a su amigo a golpes por no pagar la cerveza; en menos de tres minutos ladrones disfrazados de policías asaltan joyería; balean a hombre tras oponerse a atraco en Barranquilla; en apenas dos semanas se registraron seis homicidios en Manizales; abusó de sus hijastras de 12 y 13 años;  casi lo matan por robarle $40.000; balean a conductor de un alcalde por robarle el vehículo.”

Lo anterior, no es un párrafo salido de un libro de terror, son algunas de las noticias de lo que sucede en nuestro País solo en un día. Noticias que desde el primer momento en la mañana hasta el último momento en la noche, nos cuentan de la violencia en la que nos encontramos sumergidos como sociedad. Parecemos envueltos en un círculo vicioso del cual no podemos salir, las causas de la violencia son múltiples, los homicidios, las extorciones, los robos, las estafas son comunes a diario en nuestro país, al punto de sentir una constante sensación de inseguridad y la falta de protección por parte de la fuerza pública legalmente facultada para brindarla.

Está claro, que en un país conformado por una población estimada en más de 50 millones de colombianos, todo este tipo de violencias se presentan y son difíciles de controlar, por lo que es un compromiso eterno del Estado luchar para su contención o ideal erradicación, sin embargo, en Colombia parece ser una lucha sin éxito, solo basta conocer las altas cifras que nos muestran cada año sobre el número de  delitos cometidos en Colombia, lo que produce un enorme dolor en quienes los sufren y una angustia generalizada en todos nosotros al sentirnos impotentes ante esa minoría delincuencial, ya que, imaginamos, que tarde o temprano también podríamos ser las víctimas.

Los Gobiernos de turno se enfrentan con sus opositores en una lucha estéril para demostrar que las cifras en sus administraciones han disminuido, y si han aumentado, buscan explicar las causas, que casi siempre, dicen, son ajenas a su periodo. Otros manifiestan que solo es una percepción de inseguridad generada por los medios de comunicación, que hoy se dedican más que antes a visibilizar este problema y que en realidad estamos mejorando en los índices. Sea cual sea la verdad, lo importante es comprender que el problema de inseguridad no es un problema del Presidente, Gobernador o Alcalde de turno, es un problema de toda la sociedad sobre el cual todos debemos contribuir para solucionarlo.

Sin embargo, para poder lograr verdaderos avances sostenibles en el tiempo en la lucha contra la delincuencia, es necesario tener un Estado fortalecido, que le brinde a su gente la sensación de que con ellos conviven unas instituciones sólidas que les provean todas las garantías necesarias para desarrollar su proyecto de vida con libertad, igualdad y seguridad.  Al respecto, es importante recordar el instinto de supervivencia que vive en cada uno de nosotros y que nos lleva a buscar protección en aquel que logre brindarla, postulado sobre el cual se encuentra construido el pacto social como Estado, a quien le corresponde la obligación de proporcionar unas garantías mínimas de seguridad, ya que de lo contrario pone en riesgo su propia legitimidad.

Fue el Psicólogo Estadounidense, Abraham Maslow, conocido como uno de los fundadores y principales exponentes de la psicología humanista, quien nos habló de las jerarquías de las necesidades humanas, y sostenía que las acciones de los seres humanos nacen de una motivación dirigida a satisfacer ciertas necesidades básicas, las cuales una vez resueltas y satisfechas dan vida a otras más complejas y que nos hacen sentir más realizados y satisfechos como individuos.

La seguridad y la protección son de esas necesidades básicas que tenemos todos para poder vivir sin miedo, y de esa forma sentirnos integrados en la sociedad a través de relaciones interpersonales y afectivas que nos permitan luchar por alcanzar nuestra autorrealización. De ahí que, al no lograrse garantizar, al menos, una seguridad física se incumple con un derecho humano fundamental para garantizar a todas las personas su dignidad humana.

Es al Estado y a sus gobernantes a quienes les corresponde satisfacer parte de esa necesidad básica humana de seguridad, al garantizar, como mínimo, los instrumentos necesarios para una convivencia pacífica y el castigo certero para aquellos que la perturben. No es posible confiar en las instituciones del Estado, si no logran cumplir con su más básica obligación de brindar seguridad, permitiendo que su pueblo mantenga arrinconado por el miedo a vivir en una sociedad aquejada por sus verdugos. Ese es el reto de cara al futuro próximo que debemos enfrentar y cuyo objetivo debe ser una de las prioridades de todo aquel que aspira a gobernar.

Lo más visto

Subir