Opinion

No se metan con la Constitución

Por: Alejandro Loaiza Salazar – Enlace Congreso de la República. Oriundo de Samaná, con estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia. Por: Alejandro Loaiza Salazar – Enlace Congreso de la República. Oriundo de Samaná, con estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.

Varios hemos comparado el acontecer chileno con el colombiano, en Chile las protestas iniciaron con un descontento en la tarifa del transporte público y terminaron con una constituyente la cual está por escribirse, y que de lejos redactara un documento profundamente distinto de la constitución dejada por el dictador Pinochet.

En Colombia como en Chile las protestas iniciaron en el 2019 con un sentimiento de descontento que fue creciendo, pero que en nuestro país no alcanzo a materializarse en consecuencias jurídicas y políticas concretas, pues se cruzó por el camino la pandemia. Sin embargo con el descontento latente y fulgurante, y con la torpeza del gobierno, sumado al año preelectoral y al cansancio generalizado de muchísimos colombianos, estamos viviendo días de manifestaciones extrañamente vistos en nuestro país.

En este punto, la protesta debe hacer un alto en el camino, tratar de encontrar voces que la representen, distintas a las voces políticas tradicionales, y darle pronta solución si es que el gobierno lo permite. Los que los manifestantes reclaman, es respaldado por millones de colombianos, sin embargo la fragilidad económica y social de nuestro país, no permite postergar la negociación con los manifestantes para frenar con ello los bloqueos, los desmanes de la fuerza pública y la sensación de zozobra que impide ver con claridad el futuro que nos espera.

En todo caso el desenlace de estas manifestaciones no puede ser el de llamar a una nueva constituyente, como si sucedió en Chile. Nuestra Carta Política con 30 años, y a pesar del manoseo de políticos y técnicos, es un documento prolífico en derechos, como pocos textos en el mundo. Algunos inclusive describen nuestra constitución, como un texto que roza con el populismo constitucional, es decir, una serie de enunciados y de artículos que enumeran cientos de derechos, que difícilmente se cumplen.

Mientras que la constitución de los Estados Unido con más de 230 años de vigencia ha tenido 77 modificaciones, o la de España con más de 40 años ha tenido dos modificaciones, o inclusive la de Perú con casi 30 años ha tenido 13 reformas, la nuestra ha sido modificada 57 veces en sus 30 años, la ultima la que tiene que ver con las 16 curules para la paz.

Entre las modificaciones tenemos algunas tan vacías como las de declarar municipios con categoría especial, pasando por otras tan populistas e innecesarias como la prisión perpetua, hasta aquellas que sin lugar a duda han sido necesarias como las de regalías o el cambio de modelo de control fiscal, pero sin duda la que más daño ha hecho, aquella que permitió la reelección presidencial.

Si algo necesitamos, es precisamente que no sigan modificando la constitución con reformas politiqueras e inútiles. Colombia requiere de instituciones fuertes, y su fortaleza no la da la ley, dichas leyes ya existen, su fortaleza la da la ética de sus funcionarios y la majestad de los altos cargos, los cuales no pueden seguir en manos de pelafustanes y manzanillos funcionarios.

Lo que necesitamos es que el próximo año, los que no votan, voten; necesitamos que los que venden el voto, no lo vendan; que nos informemos, pero no en Facebook o en cadenas de WhatsApp; necesitamos una ciudadanía comprometida con su derecho y deber ciudadano de ejercer correctamente el voto, e impedir que sigamos siendo gobernados por los mismos, esos sí, vándalos de siempre.

Twitter: @AlejandroLSFD

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