EDITORIAL
Desde hace varios años los hospitales tanto locales como departamentales se convirtieron en el botín más preciado para muchos políticos. En todos los acuerdos previos a elecciones, siempre este tema está sobre la mesa y todos quieren tener el control de ellos.
Ese interés inusitado de los políticos en estas entidades se fundamenta en que tienen, en la mayoría de los casos, nómina y contratación de funcionarios superior a la alcaldía, y sus presupuestos de funcionamiento son muy elevados, de ahí que sean tan susceptibles de convertirse en focos de corrupción.
Preocupan las denuncias llegadas desde varios municipios, entre ellos, Riosucio, Chinchiná, Samaná y Norcasia donde ciudadanos denuncian supuestas irregularidades que deben investigar los entes de control del Estado.
Independiente si estas denuncias tienen fundamento, es una voz de alerta para estar atentos a las administraciones de nuestros hospitales y evitar que algunos gerentes se enriquezcan con cargo a sus presupuestos como ha sucedido. El dinero de la salud, como todos los dineros públicos, son sagrados, y en este caso tienen mayor connotación porque se trata del bienestar y salubridad de los ciudadanos.
Así como el señor Gobernador de Caldas, Luis Carlos Velásquez, supo intervenir a tiempo en la Dirección Territorial de Salud de Caldas el año pasado para redirigir su rumbo, ahora también debería estar atento al manejo administrativo y presupuestal de los hospitales departamentales en los distintos municipios para corregir y prevenir cualquiera irregularidad que se puede estar presentando o pueda presentarse.
Nuestros hospitales no pueden convertirse en focos de corrupción en detrimento de la salud pública y olvidando la esencia y razón de su existencia. Cuando el río suena….
Pensilvania, 25 abril 2021.
