Opinion

DISCERNIR

EDITORIAL

 

En las décadas de los 30 y 40 del siglo pasado, nacieron en Europa movimientos absolutistas como el Nacismo en Alemania de Adolfo Hitler, el Fascismo en Italia de Benito Mussolini y la Falange Española del general Francisco Franco.

Todos estos movimientos se construyeron sobre la base del odio hacia otros segmentos de la población. Hitler odiaba a los judíos, Mussolini y Franco a los comunistas. En otras palabras, convirtieron el odio en arma política y de guerra.

En Colombia no hemos sido ajenos a esa clase de circunstancias. Recordamos los partidos de masas de las mismas décadas mencionadas anteriormente, cuando un dirigente liberal o conservador solamente ordenaba y el pueblo acataba con estricta devoción. De ahí las guerras y los miles de muertos que hemos puesto por razones políticas.

Después de regresar del exilio en 1957, el expresidente Laureano Gómez en una convención conservadora, lanzó la frase memorable que dividió a los conservadores en “oro puro y escoria”.

La política contemporánea en nuestro país y en Caldas no está lejana de esos vicios del pasado. Aquí algunas agrupaciones políticas siguen utilizando el odio como arma de fidelización y adoctrinamiento.

Ese odio que genera sectarismo es lo que ha polarizado la actividad política olvidando que en la democracia todos tienen los mismos derechos y se debe respetar la diversidad de pensamiento o tendencia ideológica.

Para algunos es muy difícil perder el poder y pasar a ser minoría cuando fueron hegemónicos en sus regiones, y se dedican a buscarle la caída a quienes los reemplazaron aunque para ello tengan que acudir a la mentira, al chisme rastrero y a las minucias. Otros con discursos incendiarios y a través de las redes sociales. 

Esas prácticas de odio y sectarismo son las que se deben castigar en las urnas. La libertad de expresión y pensamiento tienen que prevalecer y la única forma de hacerlo es no apoyando a quienes no respetan la ideología de los demás y no son tolerantes a las nuevas circunstancias políticas en sus regiones.

El odio y el sectarismo no pueden utilizarse como armas políticas. Este es un pueblo que ya aprendió a leer y a escribir y por ende tiene capacidad de discernir.

Pensilvania, 06 diciembre 2020.

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