Por: J. F. Paz – Exmagistrado / Consultor. – Presidente Tribunal de Control Ético del partido liberal colombiano.
Los que acudimos a las columnas de opinión no quisiéramos emplear este titular, pero las circunstancias por las que atraviesa la Nación lo imponen al observar la forma como se desarrolla la mal llamada democracia en nuestro país, las reiteradas protestas sociales como un NO a las políticas de gobierno, las muertes de líderes comunitarios, la cooptación de los órganos de control, los desplazamientos de humildes campesinos desarraigados de sus propios territorios, donde los grandes medios pretenden desconocer esa realidad con informaciones sesgadas, o lo más grave tomando partido para proteger las políticas oficiales.
No en vano se percibe una desazón institucional, un país descuadernado, (frase del expresidente Lleras Restrepo), pesadumbre e indiferencia ciudadana frente a los procesos electorales, apatía de una sociedad que parece haberse acostumbrado a convivir dentro del escándalo, la corrupción como noticia diaria que ha permeado todas las capas sociales.
Si a lo expresado se le agrega una justicia penal inane que solo produce boletines que aluden a los llamados a versión libre, interrogatorios, fijación de fechas para imputación de cargos, acuerdos con la Fiscalía a través del manoseado principio de oportunidad, llamado por algunos principio de impunidad, pero transcurre el tiempo desconociéndose los resultados de esas diligencias preparatorias y menos aún con decisiones de fondo, no podemos menos que llegar a la conclusión, que hay un desconcierto general por todo lo que pasa en el panorama político nacional.
Es el momento para exhortar a los partidos, incluyendo al que pertenezco, el liberal, para iniciar una depuración que sea coherente con su ideología, lucha frontal contra el clientelismo y la corrupción cualquiera que sean sus actores, que tanto daño le hace a la institucionalidad, responsables del divorcio que en la actualidad se da entre la sociedad sana del país y los partidos, originando movimientos independientes con claras expresiones populistas o neo populistas, quienes se consideran portadores de misiones míticas, buscando reemplazar los vicios de la democracia liberal, simpatizantes que han olvidado cómo han terminado estos regímenes populistas en los países que han optado por esas forma de gobierno.
ADENDA UNO: Las ironías de la vida. El actual secretario de seguridad de Bogotá cuando ejercía como columnista de opinión era un permanente crítico respecto a la forma como se manejaba la seguridad ciudadana tanto en el país como en la ciudad de Bogotá, el gran problema decía el hoy burócrata es de “gestión y coordinación entre las instituciones que tienen la obligación de garantizar la seguridad de los ciudadanos“.
Se le pregunta ¿dónde está esa gestión y coordinación de la que teorizaba en sus escritos ahora que tiene la responsabilidad de garantizarle la seguridad a los que habitamos la ciudad capital?, la que está tomada por el hampa criolla, las bandas de barrio, el microtráfico, asaltos y muertes en los Transmilenio, en síntesis una total desprotección al ciudadano de a pie.
Razón le asiste al hombre de la calle, cuando comparaba a esta clase de funcionarios con el famoso PAQUETE CHILENO empleado por los carteristas para defraudar a las personas de bien.
ADENDA DOS: Nada que hacer con la clase parlamentaria. Inconcebible la elección de un representante del CD investigado por la Corte Suprema como miembro de la cuestionada comisión de acusaciones de esa rama legislativa, que a su vez es la encargada de tramitar las investigaciones contra los magistrados de las altas cortes. Pareciera ser que el recato, la dignidad, la vergüenza, el pudor, los impedimentos, fueran términos de otra época como de otras generaciones.