Opinion

“CARTA JUGADA, NO PUEDE SER RETIRADA” Manual del jugador

Por: José Oscar González Hernández. Se desempeñó como alcalde de Pensilvania, Diputado a la Asamblea de Caldas, Personero de Manizales.

Registramos con hondo pesar y pesadumbre el fallecimiento del odontólogo IGNACIO ALBERTO GOMEZ ALZATE, no sólo asediado por afecciones del corazón, sino que parece que el coronavirus pudo tener una alta influencia para ese desenlace fatal.

Hablar del humano amigo odontólogo sería repetir todas las bellas palabras que sus amigos lo reseñaron en su momento. Lo conocí como profesional y político a fe que era un caballero.

Para muchos de mis amigos que han estado vinculados a los grupos políticos y en algo me toca a mí, quedé como preocupado con unos calificativos que le dijeron al amigo, conservadores al fallecido. Varias personas coincidieron en definir a “Nacho” como un “HOMBRE HONORABLE”.  Por curiosidad me fui a Google que parece hoy es el oráculo más fiable y me encuentro con esta definición: “[persona] Que es honrado y merece el respeto o la estima de los demás. Durante toda su vida fue un honorable funcionario que cumplió honestamente con sus obligaciones».

Mi inquietud no tiene nada que ver con el comportamiento del doctor Gómez Alzate, pero si con la duda que se crea a todos los vinculados con los otros movimientos políticos. Ese sentimiento que encuentra uno al momento de participar en los grupos políticos como candidato y la mayoría de las veces un manto de duda y de cuestionamiento sobre la honradez en el manejo de los dineros públicos acechan al candidato o futuro funcionario.

Dentro de la sociedad en la cual nos desenvolvemos se volvió un lugar común referirnos a casi todos los políticos y funcionarios públicos que todos, o casi todos, llegan a los cargos a robar o a enriquecerse. Lo primero que se escucha en la calle sobre un funcionario modesto y pobre es que fue muy pendejo y no aprovechó su oportunidad. La gran mayoría de la sociedad lo censura no por corrupto, sino por no haber sacado tajada de su puesto. Allí creo yo, está la primera falla de nosotros como sociedad. Si un funcionario es corrupto, o tenemos unas dudas muy grandes de su comportamiento ético, como un aumento desmesurado de su capital o en el tren de vida anterior, lo primero que tenemos que hacer es no volver a votar por los padrinos políticos que lo llevaron allí. Esta será la primera transformación que tenemos que adoptar los ciudadanos y sociedad civil, castigar con el voto a los corruptos y ya veremos que poco a poco iremos limpiando la política y su accionar; porque tenemos que recordar, la justicia para los corruptos no funciona.

Al momento de escribir esta columna el mapa electoral en Estados Unidos nos dice que Biden tiene 248 electores y Trump 213. Ante estos datos y cuando sólo llevaban unas horas de escrutinio el Presidente de los Estados Unidos salió a decir que había ganado y que iba ir hasta la Corte Suprema de Justicia a denunciar por supuesto fraude electoral de los demócratas. Ante estos hechos, el señor Presidente Trump es un “Hombre Honorable” o es un pillo por su forma de actuar. Ahí queda la duda metódica.

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