Por: José Oscar González Hernández. Se desempeñó como alcalde de Pensilvania, Diputado a la Asamblea de Caldas, Personero de Manizales.
Hace varios días escuché a uno de mis mayores decir que la verdad en boca de mentirosos se hacía dudosa. Quiero recordar esto porque parece fue lo que les ocurrió a las FARC con el descubrimiento asombroso sobre el asesinato del doctor Álvaro Gómez Hurtado. Haciendo un recorrido por las andanzas de los exguerrilleros que luego de firmar la paz con el presidente Santos se han dedicado a crear una imagen de incertidumbre y de negación de hechos tan evidentes que la opinión pública no se los ha perdonado. El reclutamiento forzoso de menores, los abortos y comportamientos frente a las jóvenes impúberes, el secuestro y tantos hechos horripilantes que vivimos y ellos tan campantes sin un tris de vergüenza. A lo anterior agréguele la polarización que vivimos que todos brincaron con el presidente Duque a sembrar semillas de duda y ni que decir a los descendientes del doctor Álvaro Gómez que se comenta que se verían perjudicados ya que perderían la jugosa indemnización por la que luchan.
Para nosotros los que admiramos y votamos por Álvaro Gómez sólo nos queda hoy recordar al dirigente que muchas veces alzó su voz para alertar a Colombia por sus desvaríos y no fue escuchado; el hombre que desde que nació vivió en todo su esplendor los malabares del poder y nunca pudo llegar a la presidencia, ya que llevaba la marca de Laureano, su padre, y se atrevieron a acuñar una frase que decía: “hijo de Laureano sale pintado”.
Alternó la política con el periodismo en donde descolló en la dirección del periódico El Siglo, de su familia; sus editoriales eran piezas que la leían con devoción sus copartidarios y con desdén sus contrincantes. De sus frases políticas quiero recordar el eslogan de su última campaña electoral como candidato a la presidencia en 1990: “QUE NO MATEN A LA GENTE”, y como en las anteriores dos campañas también salió derrotado electoralmente, pero políticamente fortalecido y acuñó su tesis política de “El acuerdo sobre lo fundamental”. A finales del año 1990 se abrió campo la Asamblea Constituyente y fue el cuarto mayor votado de aspirantes de dicha corporación y logró integrar un triunvirato con Horacio Serpa y Antonio Navarro para dirigir la constituyente. Al inicio del frente nacional el doctor Gómez Hurtado hacía referencia a “las repúblicas independientes” para referirse a Marquetalia, Rio Chiquito, el Sumapaz y todas esas poblaciones que dieron origen a las farc. Parece que por estas y otras palabras Tirofijo hizo referencia a su asesinato.
Los amigos de la descentralización no podemos olvidar de la elección popular de alcaldes, ya que fue su padre y promotor.
Después de la elección de Ernesto Samper para la presidencia y el destape de los narcocasetes, los escritos y las intervenciones del Álvaro Gómez eran unas fuertes críticas tanto al ejecutivo como al sistema, ya que el siempre manifestaba que “había que derrocar al régimen”. La virulencia del momento político en la presidencia de 1994 fue tan crítico que el doctor Gómez manifestó con respecto a él: “Samper vivía en una encrucijada: no se podía caer, pero tampoco podía caerse”. Por esta afirmación es que los primeros sospechosos del crimen del doctor Gómez aparecieron como unos militares porque él no quiso secundarlos para derrocar a Samper.
En pocas palabras el doctor Álvaro Gómez Hurtado fue un protagonista del siglo XX y lo vivió en todo su esplendor. Fue tan controvertida su vida y obra que aún hoy después de muerto el destape de los asesinos no logra en poner de acuerdo con las gentes en nuestro país.