Opinion

‘Quien siembra vientos cosecha tempestades’

‘Cada uno recibe lo que da’

Por: Mario Arias Gómez

Metáfora que relaciono con la dramática tragicomedia protagonizada por la anodina, feroz, pandilla de tunantes que en forma sincronizada sembraron el caos en Bogotá, Medellín, Barranquilla, Cali, Manizales, Neiva, cuya réplica, manchó de sangre inocente al desconcertado, fallido Gobierno; ave de mal agüero que mal dirige al país con su propia, brutal, inepta chusma, tanto o más siniestra que las histéricas,  vociferantes bandas que destruyen lo que encuentran a su paso, al grito de abajos al atorrante, negligente mandatario, que ha perdido el respeto ciudadano.

Baldón -para decirlo sin artilugios verbales- que cargará el hazmerreír de marras, producto de su falta de liderazgo, miseria moral, displicente actitud, incapacidad, incuria, indiferencia, quien ajeno, solo atina a encogerse de hombros; dejadez, lejanía que son causas de los inevitables alborotos, coadyuvantes de la hecatombe -sin parangón en la historia-, concernida a los dos eternos, insoportables años de desgobierno -para el olvido-.

Siguiendo la onda agrícola, enseña la innata sapiencia campesina: ‘El que bien siembra, bien cosecha’, verdad de Perogrullo que conlleva implícita la noción de recompensa, sentencia que, referida a Duque, correspondería al reconocimiento, el aplauso que, a contrario sensu- lo cosechado ha sido: aislamiento; desaprobación; desconfianza; descrédito, deslegitimación que registran las encuestas, consonantes con la debacle, desolación en que tiene sumida la patria; igual, con la imparable desbandada electoral, fruto de su personalísima mediocridad, amiguismo, del ‘todo vale’.

Del desesperante, pasmoso desempleo que sobrepasa el 20 %; de las desmedidas, impiadosas, salvajes, virulentas acciones del Esmad; abuso, corrupción, chuzadas, espionaje, falsos positivos del ejército; debilitada guerra contra el narcotráfico; fundamentos del enrarecido, rebosado clima social, insumos de los enardecidos, espontáneas pataleos, henchidos de desprecio, rabia hacia el insolvente, mendaz, ridículo, subordinado, subpresidente, incapaz de sintonizarse con la gente, que sobrelleva la apremiante incertidumbre de la supervivencia.

Protestas que datan de 2019 (21N), asumidas como expresión legítima de un pueblo, constreñido por el hambre; que aprecia que no es escuchado; que sus demandas no tienen eco; que patentiza el antagonismo frente al Acuerdo de Paz; el desinterés por implementarlo; el asesinato de líderes sociales, de defensores de los DH.

Protestas temporalmente desactivadas por el COVID-19, reverdecidas bajo la exigencia de la ¡renuncia!, avivada por las crecientes, desbocadas, disruptivas, inhumanas, monstruosas: desigualdad; inequidad; inseguridad; polarización; falta de oportunidades, del autoritario, desesperante, discriminatorio encierro; sin que el fraudulento, irracional, invisibilizado comediante, atine afrontarlos adecuadamente.

Como a las malignas fuerzas autoras de los violentos crímenes, tenidos como inexistentes o minimizados con eufemismos, por quien inconstitucionalmente se convirtió en portaestandarte del hormonado perdonavidas del Ubérrimo, mientras le pela los colmillos de cinismo a la CSJ impugnando sus decisiones, en defensa del innombrable, como se lo reprochó el Tribunal de Cundinamarca, buscando congraciarse con quien no resigna a dejar de gobernar a través del sumiso conserje, quien acaba de ordenarle decretar el toque de queda y militarizar la nación.

Calculada, concertada, perversa estrategia -en detrimento de la imparcialidad debida, de los principios y valores democráticos- conexa a los calumniosos improperios lanzados por el indomable -desde el dorado encierro- contra la Corte. Detonantes de la anarquía sufrida por quienes perdieron sus seres queridos, dolorosamente, a manos de una empotrada delincuencia que, hace de la suyas a lo largo y ancho del territorio, a ciencia y paciencia del desahuciado, impotente, manirroto, negligente monigote que, mientras Colombia se hunde, en plena vacas flacas, desafiante, ensoberbecido, dilapidó $20 mil millones en perfilar opositores, lavar la sucia cara, levantar su derruida imagen.

Pesadilla que reivindica el determinante, expiatorio, profiláctico ¡no más!, al censurado, desconectado, mediocre, perplejo, teledirigido comodín -incluida la espeluznante, jactanciosa Vicepresidenta-, manera -única- de restablecer el norte, construir confianza, embolatadas por esta rebasada dupla por el puesto, que les quedó grande, dedicada básicamente a mimosear, encubrir con las ÍAS -elegidas bajo su sombrilla- al preso 108798. Deslegitimadas medianías que mientras más mierda hablan, más descontento provocan, sin que concuerde lo que dicen con lo que hacen.

Mediocridades responsables del pandemonio detallado, cuyas noches de terror contabilizaron millonarias pérdidas, civiles fallecidos (once); personas lesionadas (581), incluidos 216 policías, (heridas con armas de fuego, cortopunzantes u otro tipo de circunstancias); CAI destruidos (56); buses de TransMilenio vandalizados (33); del SITP (44); ambulancias (cuatro); motocicletas (25), policiales (siete), vehículos institucionales (22). Un bus «secuestrado» en Suba, que atropelló y mató a una dama; capturados por daño en bien ajeno (371); entidades bancarias afectadas (cinco); centros comerciales (tres)… y la noche que llega. Ver: https://www.youtube.com/watch?v=qFCYToPoQVw&ab_channel=TeleNostalgia

Bogotá, D. C. 16 de septiembre de 2020.

http://articulosmarioariasgomez.blogspot.com.co/30

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