EDITORIAL
Una de las primeras clases que recibimos de cívica en la escuela, es la descripción del escudo nacional, la cual habla de una cinta ondeante de color oro asida al símbolo patrio y entrelazada en la corona de laureles donde aparecen, en letras negras, las palabras “Libertad y Orden”, el lema nacional del país.
En los últimos días este lema nacional se ha visto maltrecho por la acción de unos pocos, quienes creen representar a todos los colombianos.
Los desórdenes generados en varias ciudades del país sobre el pretexto del abuso de autoridad de algunos miembros de la Policía Nacional no tienen justificación alguna ni es patente de corso para generar desorden y vandalismo.
El orden es la base sobre la cual reposa la institucionalidad del país aunque algunos desadaptados sociales, idiotas útiles, jóvenes con morral y antifaz, lo quieran cambiar por el caos y la anarquía.
Y no satisfechos con ver instalaciones policiales ardiendo y apedreadas, buses quemados y establecimientos públicos saqueados, algunos salen en las redes sociales a criticar a la Policía Nacional porque se defienden y no se dejan masacrar por esas hordas de bandidos. Entonces que se dejen matar, que se dejen masacrar, que se dejen lesionar ?. Ellos también son seres humanos, tienen familias, y tienen espíritu de supervivencia.
Sumado a la actitud de esos bandoleros que quieren acabar con todo lo que encuentran a su paso, se suma la muy lamentable actitud de algunos gobernantes como el alcalde de Manizales Carlos Mario Marín, cómplice de los vándalos y protector de ellos al prohibir la salida del ESMAD a las calles para proteger a la ciudadanía y a la ciudad, siguiendo los pasos, como es su costumbre, de la pantallera e irresponsable alcaldesa de Bogotá Claudia López.
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Este tal Carlos Mario, alcalde de Manizales, hace parte de esos jóvenes suertudos y soberbios, quienes se creen predestinados para regir los destinos de los pueblos y utilizan sus cargos o posiciones para hacer campaña política mediática. Todos sus movimientos están fríamente calculados, son egocéntricos, inmaduros, groseros, levitan y están seguros de que son superiores al resto de mortales, sin darse cuenta de que esas actitudes son solo el reflejo de su incapacidad y falta de experiencia. Detrás de todos ellos hay “vivos” quienes los aprovecha para conseguir sus fines. Tenemos muchos espejos en Caldas.
En el momento de posesionarse como alcalde, Carlos Mario prestó juramento para defender el orden público y las instituciones, lo mismo que a todas las personas en su vida honra y bienes. Al prohibirle al ESMAD salir a las calles a controlar a los salvajes que trababan de destruir locaciones policiales, dejó la ciudad con ausencia total de autoridad y a merced de esos terroristas y bandidos.
Se ha vuelto repetitiva la frase “Los buenos somos más”. Falta colocarla en práctica para rechazar con firmeza y denunciar a todos esos delincuentes vándalos, sean judicializados y reciban todo el peso de la Ley. Es la única forma de acabar con esa alcahuetería.
Se necesita mano dura y gobernantes decididos a defender la institucionalidad, y a proteger los derechos vulnerados de los ciudadanos de bien por unos pocos antisociales.
Todos quienes hoy incendian instalaciones policiales y del gobierno, queman vehículos, apedrean y saquen, empezaron su carrera delictiva rayando paredes con frases desafiantes contra de las instituciones legalmente constituidas.
Es deber de esa inmensa mayoría de ciudadanos de bien, respaldar íntegramente a la Policía Nacional y a la institucionalidad del país para recuperar el orden, porque sin orden no puede haber ejercicio de la libertad.
Pensilvania, 13 septiembre 2020.
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