Opinion

¡El que la debe la teme!

Por: Mario Arias Gómez

De enmarcar la ‘mamada’ del campechano, desgarbado Álvaro Uribe, de plantar cara a su juez, luego de fijar -julio/2018- en forma tajante, el alcance de la ‘renuncia-show’ al Senado, ignorada mediante una de las tantas ‘jugaditas’ del insufrible Macías:

Nunca he eludido a la Corte Suprema, para que ahora inventen que la dimisión al Senado es para quitarle la competencia. La acusación sobre testigos que me hacen basados en hechos realizados a tiempo que ejerzo como senador, lo cual mantiene la competencia de la Corte”. Agregó: «Por razones de honor nunca ha estado en mi mente que la Corte Suprema deje de conocer el caso para el cual me citan a indagatoria«.

Luego que la Sala de Instrucción, tras escrupulosa, exhaustiva, meticulosa evaluación de las pruebas referidas al presunto ‘soborno a testigos y fraude procesal’, y de resistir -en silencio- la embestida, interferencia, manipulación mediática contra la verdad, su decoro, dignidad y prestigio, dispuso -por unanimidad- la detención preventiva del innombrable.

Avalancha de ‘glamurosos’, mortíferos, tóxicos, venenosos calificativos desatados -mutatis mutandis- con perversa intención, ánimo camorrista, pendenciero, llevándolo a tacharla arbitrariamente de parcializada, politizada; sesgada; falta de garantías, homogeneidad; independencia, sindéresis, transparencia.

Detención que precipitó la segunda renuncia -aceptada- motivada con los susodichos improperios y el alud de intrusiones -en pro y en contra- que tienen hasta la coronilla a detractores y seguidores. Decisión ordenada -valga la aclaración- por una Sala distinta a la de Casación penal que liberó a Santrich.

Las Cortes -en democracia- se respetan, acatan, como se sancionan las irracionales: obstrucción, intimidación perpetradas por el sometido presidente Duque; convertido en defensor de oficio del ‘presidente eterno’ -esencial para su supervivencia política-; oráculo para quien exige -sin soporte jurídico- que, en su condición de expresidente, pueda defenderse (arremeter) en libertad, del cúmulo de malandanzas.

Punible extralimitación de función, asalto a la independencia, imparcialidad de la CSJ, en mora de ser hurgada su responsabilidad, junto a quien, todavía funcionario, cegado de la ira la calificó -con saña- de ‘sorda, ciega y muda; vomitó la cobarde andanada revanchista, aupada por togados y cipayos custodios. Fétida reprimenda, ultraje, estratégicamente concebido, a efecto de descalificar, deslegitimar al incólume Tribunal; zafarse de su alcance, órbita; escoger su propio juez.

Inconsistencia que -igual que la mentira que tiene las patas demasiado cortas- permite avizorar un jaque mate, que tiene en ascuas, impaciente a la indómita, belicosa fiera herida -con la piel en carne viva- que, en represalia, desenterró la trasnochada reforma a la justicia que lo acosa, como la vinagre, retaliatoria Constituyente que refunde la República, a su gusto y medida; transmute en Estado de Opinión el Estado de Derecho. Sin atadura institucional, endosó la conducción al consueta y panda de secuaces, no sin antes despedirse el detenido que se autocalifica “secuestrado”, con verdulero, soez lenguaje: “Corte mafiosa, prevaricadora y vengativa”.

Ante la encrucijada de votar por Petro, o por el ‘que dijera Uribe’, iluso me decidí por Duque -bestial equivocación, irreparable- al juzgarlo un ser humano, compasivo, decente, de principios, con óptimas condiciones -morales, intelectuales-, sin mancha ni defectos-, representante del cambio; aval del Acuerdo de Paz, sin sospechar -jamás- que se trataba de un aprendiz de brujo; falto de formación, experiencia. Advenedizo ‘adornado’ por una mediocridad, ineptitud -sin límites-; elegido -no hay bobo sin suerte-, no por la condición de líder, sino como apéndice del macabro ídolo, sin amigos, sino con hordas de borregos-cómplices que lo siguen, que, arrodillados lo adoran, aplauden, baten el incensario.

‘Remedio que resultó peor que la enfermedad’. Alucinante, infausta realidad, en la que “lo normal es lo anormal”; diabólico ideario del uribismo, bitácora que sigue a pie juntillas, el frívolo figurín que habita la ‘Casa de Nari’, en cuyo inasequible talante, reposa el destino -para desgracia- de 50 millones de compatriotas.

Fiasco humano que, suelto de huesos pregona -hasta la náusea- como “imborrable”, el “legado” del azaroso, nocivo, postizo ‘héroe’: los incontables delitos de lesa humanidad: asesinatos selectivos, chuzadas; falsos positivos, masacres, la inexplicable desaparición de Juan Moreno, cubiertos con fulminante impunidad, cuyo precio es la complicidad.

Baldones, punto de inflexión que registrarán los libros de historia, resultas del pedante que, dándoselas de estadista, gobierna a ciegas rumbo al abismo, cuya infumable incapacidad, está demostrada por el sombrío balance de los dos interminables, eternos años de desgobierno, atareado -como vive- hablando mierda, sandeces. Pesadilla donde Pesadilla donde igualmente prima el amiguismo, corrupción, violencia, en que lo peor está por venir.

Bogotá, D. C. 26 de agosto de 2020

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