Opinion

¿De qué me hablas viejo?… II

Por: Mario Arias Gómez

Fastidiado, le hablo, motu proprio, presidente Duque -sin pretensión alguna- de su inobjetable carencia de liderazgo político, del callejero repertorio del errático, estéril, abstruso, nebuloso, sombrío gobierno -para el olvido-, culmen del infortunio que le tocó en suerte a Colombia; inventario de los graves problemas que la agobian, suscitados por usted, pretencioso sin par, ausente de la realidad, quien pretende ser lo que no es; otro ‘Maburro’ que postró al país y lleva de culos p’al estanco.

Patria que, al enaltecerlo, pensó equivocadamente que sus padecimientos se curarían -no que se multiplicarían-; que sería articulada, concitada, conciliada, nada de lo cual ha ocurrido, por falta de compromiso, conocimiento, transparencia. Libertad, prestigio, unidad, arruinadas por quien ignora que gobernar demanda primordialmente, dignidad -a toda prueba-, ecuanimidad, inclusión, imparcialidad, incontrovertibles; poner la mira en el beneficio común, no de unos pocos.

Agréguese la promesa de resistir valientemente las presiones del caprichoso, endiosado, pendenciero, permisivo, vengativo mentor, cuya prioridad ha sido (es) atesorar -a como dé- riqueza; debilidad endosada a sus codiciosos hijos que, ebrios de avaricia, tempranamente le vendieron el alma al diablo.

Hablo de la carencia absoluta de autonomía; del desamparado bien común; del juramento -deshonrado- de implementar el acuerdo de Paz; de la jactanciosa oferta de imponer la meritocracia; la igualdad de oportunidades, desplazadas por el repudiable amiguismo; de los pajaritos de oro pintados con fatua, vanidosa cháchara ‘veintejuliera’ -sin sustento-; de la encubierta, desafiante ignominia de enriquecer más a los ricos -aportantes de campaña- a costa de empobrecer más a los pobres; arruinar, esfumar la clase media.

Hablo del bribón, manipulado, turbio gobierno -que avergüenza-, monumento a la hipocresía, incapacidad, incoherencia, incompetencia; teledirigido por el ‘presidente eterno’; ungido tramposamente -vía el atajo-, según destape de Aída Merlano, referido a la concertada, cómplice, impúdica compraventa de votos, ejecutada presuntamente por sus íntimos: Caya Daza, Ñeñe Hernández. Demencial operación que lo deslegitimó -ipso facto- que, de haber justicia, sus huesos estarían descansando en una mazmorra, acompañado de la mafia usurpadora de la voluntad popular.

Hablo de la engañifa y desencanto de la burlada, estafada, frustrada masa de almas pías, personas decentes, magnánimas, honradas que admiran, respetan profundamente al amado terruño, las que, deslumbradas, desorientadas, seducidas -quizás- por las hechiceras, fingidas promesas; el mentiroso desmarque de Uribe, corrieron (mos) hipnotizados a encumbrarlo, a beber el veneno etiquetado: ¡El futuro es de todos!, proveído -en mi caso- por uno de sus voceros, Rodrigo Garavito.

Pasajero idilio desaparecido el día de la tempestuosa posesión, producto de la andanada -fuera de lugar- contra Santos, leída por encargo por el inefable presidente del Congreso, mandadero, intérprete del innombrable, y la anuencia del gobiernucho que, en plena vacas flacas, pandemia, montó -en tiempo triple AAA- un afrentoso, costosísimo ‘reality show’. Actor que se hizo Presidente para ser presentador, contrario a esa otra medianía, Pastrana, que se hizo presentador para ser Presidente.

Empalagosa, letárgica añagaza imaginada para darle resonancia mediática a su hinchado, enfermizo ego; levantar la caída imagen; lavar la sucia cara; enmascarar los desacatos a la ley; las fechorías; la horripilante corrupción; desprecio a la institucionalidad, el vano intento por hacer creer que las cosas cambian, cuando los resultados muestran lo contrario.

Hablo de la ninguna credibilidad, confianza; agudización del conflicto armado; la reanudación de los ‘falsos positivos’; exterminio de los indefensos líderes sociales, los desmovilizados. Atrocidades que poco o nada le importan; igual las críticas de las acongojadas, estimables, sensatas personas, ansiosas porque la nación, irremediablemente, se hunde en el abismo de lo indecible; aboga por el cambio de rumbo; reprueba el importaculismo instituido, el hilarante, inamovible servilismo entronizado -con total desparpajo- en la escarnecida ‘Casa de Nari’. Pesadilla que a “Capuletos y Montescos”, “Tirios y troyanos”, produce vergüenza ajena.

Rampantes desafueros que el subordinado Fiscal-amigo, intenta la pantomima -para la exportación- de investigarlos, omitiendo reconocer la inhabilidad que le atañe como participante de la campaña que se impuso la captura -como fuera- del poder, para explotarlo, exprimirlo -sin medida- como fundo privado, en favor exclusivo del arbitrario, glotón, clientelista, mesiánico ‘amo’ y del insaciable, servil, sumiso rebaño de secuaces apiñados en el CD, que increpan al subpresidente sin consideración alguna.

Instrumentalizado apéndice -sin autoridad- al que, aprovechándose de su irrebatible complejo de inferioridad, le impusieron gobernar única, sectariamente para su partido, sin el apoyo mayoritario del Congreso. Política hipócritamente rectificada, a despecho de estos enardecidos, envanecidos, irrelevantes, repulsivos especímenes, -‘Macías’, ‘Palomas’-; codueños de las canonjías, privilegios que vieron reducidas.

Julio 22 de 2020

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