Opinion

¿Y si Piedad Córdoba tienen razón?

Por: Alejandro Loaiza Salazar – Enlace Congreso de la República. Oriundo de Samaná, con estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia. Por: Alejandro Loaiza Salazar – Enlace Congreso de la República. Oriundo de Samaná, con estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.

Durante una ronda de medios de esta semana, la exsenadora y líder de izquierda Piedad Córdoba, les recomendaba a los senadores Gustavo Petro y Álvaro Uribe que se retiraran de la política, dado que, en palabras de ella, han sido dos personas sobre las cuales no solo ha orbitado la política nacional en los últimos años, sino que han sido factor de polarización nacional.

La personalización del poder en nuestro país, y en la gran mayoría de las naciones democráticas, se deben a la profunda crisis de los partidos políticos, toda una teoría desarrollada por infinidad de intelectuales que explican cómo esta situación, propicia los caudillismos y populismos, pervirtiendo lo que en teoría debería ser la normal alternancia del poder.

Bajo los sistemas democráticos resulta natural que sea un mismo partido quien domine un gobierno, toda vez que, aunque se mantenga en el poder una misma tendencia, al interior de ella surgiere una alternancia de hombres y mujeres que abanderaran los postulados de dicha doctrina.

Sin embargo, lo que si resulta perverso y nocivo, es la permanencia no de un partido, sino de un mismo hombre o mujer, durante prolongados periodos de tiempo, impidiendo por acción u omisión los nuevos liderazgos.

Para el caso de Gustavo Petro o Álvaro Uribe, habría tantas justificaciones y argumentos que podrían defender su permanencia como críticas a sus actuaciones; De Petro se podría decir que este tiene el derecho de insistir en su aspiración por la presidencia dado que este sería el culmen de cualquier político con proyección nacional, y al no haber logrado este su objetivo aun tienen todo su derecho en insistir; De Uribe en cambio se podría decir que aunque este ya paso por la presidencia en dos oportunidades, ha pretendido no eternizarse en el poder, sino facilitar la llegada de otros que representen sus ideas.

Lo que, si resulta claro, es que ambos encarnan suficientes odios y amores, que desdibujan el real sentido de sus argumentos, convirtiendo lo que debería ser un debate de razones, en un debate de pasiones odios, desencantos y casi que mesianismos egocéntricos.

Una teoría política desarrollada y efectiva, no necesita de un individuo particular para ser defendida, requiere de un estudio serio de la misma que le permita a su expositor argumentar sus bondades.

Cuanto calmarían los ánimos del país, si estos dos sujetos decidieran hacerse a un lado y entregar la vocería de sus postulados a cualquiera de sus alfiles, de seguro la resonancia de ellos no sería la misma, no por el talante de quien las exponga, sino por lo vacías en su desarrollo como teorías pues sus argumentos dependen no del entendimiento de los ciudadanos, sino de su estado de ánimo, de su enojo o revanchismo.

En nuestro país no se vota con la razón, no se leen los programas de gobierno, se eligen a nuestros dirigentes con sentimientos de odio, revanchismo, agradecimiento o lealtades, esa es la calidad de nuestras elecciones, llenas de razones subjetivas que nublan la inteligencia a la hora de elegir.

Twitter: @AlejandroLSFD

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