Opinion

“EN LAS DESVENTURAS COMUNES SE RECONCILIAN LOS ÁNIMOS Y SE ESTRECHAN LAS AMISTADES” Cervantes

Por: José Oscar González Hernández. Se desempeñó como Alcalde de Pensilvania, Diputado a la Asamblea de Caldas, Personero de Manizales.

Cada día que pasa es un día más que le ganamos a la cuarentena o encerrona decreta por las autoridades, y como ya estamos próximos el resto de mortales a terminar el confinamiento el 31 de mayo, vemos como las personas mayores de 70 años, los “abuelitos” como cariñosamente o despectivamente los han denominado, hace varios días han iniciado una revuelta o rebelión por el tratamiento dado a ellos. El primero hace muchos días fue el ex rector de la Universidad Nacional Moisés Wasserman Lerner quien pidió que por favor los respetaran y con el paso de los días diariamente aparecen escritos de adultos pidiendo que a los mayores de 70 años los dejen decidir por ellos mismos. Esta semana el último que trinó fue el ex ministro Rudolf Hommes, quien, con sus 77 años a cuestas, pidió formar un movimiento político de autodefensa para no volver a elegir mocosos abusivos de los derechos de los mayores y para que no los sigan llamando abuelitos cuando los privan de la libertad. Dicha propuesta tiene mucha aceptación en personas del medio social y esperemos cómo reacciona el Presidente. Pero al caer la tarde fuimos sorprendidos por una Resolución del señor Ministro de Salud en donde confina a los viejos hasta el 31 de agosto y así encontró el presidente Duque chivo expiatorio para no cargar con ese karma.

En estos días de encierro he ido recopilando varios dichos de lo publicado en medios y redes sociales sobre esta pandemia. Hemos encontrado mucha filosofía barata, hasta verdades sociales profundas. Muchas nos insisten en que después de la pandemia el mundo va a ser mejor, que seremos mejores personas y otros más pesimistas nos dicen que saldremos peor de lo que entramos. Con respecto al orden mundial esperamos que las potencias se concienticen que al tercer mundo no se puede explotar como la han hecho en forma tan inmisericorde.

Para que pensemos y de pronto recapacitemos les dejo lo que he recopilado: “Visualizar lo que se negaba en la antesala del estallido social.

Educamos a distancia y sólo el 40% tiene internet.

El 70% de las familias no pueden dejar de trabajar, viven del rebusque día tras día.

Cuando se abre y se cierra la cuarentena nos damos cuenta que necesitamos a las personas de las comunas más pobres para vivir.

Cuando nos llaman al aislamiento social, nos damos cuenta que la gran mayoría de familias viven en inquilinatos de 40 mts cuadrados, con un solo baño para usarlo muchos.

Cuando nos piden ser solidarios y cuidar a los abuelitos, nos damos cuenta que el 90% están solos, viven aislados y no les alcanza la pensión a muchos para vivir dignamente.

Cuando nos piden no salir, nos damos cuenta que los trámites, casi todos sólo se hacen en forma presencial.

Hasta ahora nos dimos cuenta de la pésima calidad de vida y que Colombia no es el país soñado y que estamos muy lejos de estar ad-portas del desarrollo.

La gran mayoría de colombianos tenemos un crédito de consumo, un hipotecario, un préstamo de vehículo y agréguele el pago de la tarjeta de crédito.

A lo anterior súmele el IVA que cancelamos a cada momento, la retefuente, sobretasas, predial, parafiscales, rodamiento y el 4 por mil.

Sin dejar por fuera los servicios públicos, las matrículas escolares y universitarias y cobertura adicional en salud. Muchos de los ciudadanos tienen una nómina en su hogar: la señora de los oficios domésticos, la que cuida los hijos menores y el jardinero.

Además, esta pandemia desnudó una mentira: “Que en los estratos altos todos son ricos”.

Qué bueno fuera que nuestros dirigentes y el gobierno pensaran en estos dichos y se dieran cuenta de nuestras necesidades. Fe en el futuro.

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