Por: Alejandro Loaiza Salazar – Enlace Congreso de la República. Oriundo de Samaná, con estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.
Con angustia escuchaba como esta semana el alcalde de Soacha-Cundinamarca, un municipio que más parece una localidad de Bogotá, rogaba por ayuda frente a la grave situación que padecen sus habitantes.
Soacha concentra una población con altísimos índices de pobreza y mendicidad, sus cordones de miseria se extienden por todo su territorio, difícilmente uno encuentra sectores estrato 3, y en las épocas de mayor violencia había zonas vedadas para la fuerza pública, o bien eran controlados por las guerrillas, o en otros casos por los paramilitares. En la actualidad esos espacios están siendo disputados por organizaciones criminales.
Vale la pena decir que no tiene punto de comparación la pobreza en las grandes urbes, a la que se vive en nuestros pueblos, en donde no hay cabida para grandes segregaciones sociales o diferencias de clases, en donde los estratos poco sirven o importan, y la ilegalidad está lejos de compararse a la que se vive en la ciudad.
Soacha ha recibido uno de los éxodos mas grandes de venezolanos en condición de vulnerabilidad en territorio colombiano, según el alcalde de este municipio, diariamente nacen dos niñ@s de padres venezolanos.
Llámenlo aporofobia o inclusive xenofobia, aunque vale la pena decir que si bien existen indicadores que demuestran la incidencia de personas del país vecino involucradas en actividades delincuenciales, también y por mucho nuestros compatriotas no se quedan atrás.
Como estos sectores de Soacha, existen en todo el país increíbles e inmensos cordones de miseria, los cuales en no pocas ocasiones son caldo de cultivo para la criminalidad. No estamos lejos de ver como en un par de semanas de cuarentena y cuando quienes desgraciadamente viven de la delincuencia o inclusive, quienes ven como su sustento diario producto de la mendicidad u otras actividades similares no encuentren mas alternativa, estaremos ante un incremento de noticias criminales, en particular robos y atracos en las grandes ciudades, así como en las ciudades intermedias.
No se trata de ser alarmista, sin embargo, debe el gobierno tomar medidas desde ya, y no pensar más de dos veces en militarizar sectores urbanos donde los picos de delincuencia ya están más que medidos, y evitar en otros de manera disuasiva y con presencia de soldados que acompañen a la Policía, la posible afectación de los ciudadanos que no pudiendo estar en sus casas deben salir a trabajar.
Seguramente esta columna puede pasar por arrogante, pero que le hacemos, esa es la realidad de nuestro país, y aunque como en otras ocasiones ya lo he mencionado, la criminalidad también se encuentra en los más altos estratos, e inclusive en ocasiones en cabeza de los mal llamados Honorables, en este punto de la actual coyuntura no puede dársele cabida a la mas mínima posibilidad de desorden y anarquía.
En fin, como diría mi padre, se me salió la Godarria.
Twitter: @AlejandroLSFD
