Por: Mario Arias Gómez
Sobrecogidos por la pandemia que intimida el mundo, finalizo el escrutinio del grisáceo, maniqueo, maquillado balance propalado por el ‘mascarón de proa’ del repulsivo semidiós que gobierna -tras bambalinas- a Colombia, quien se ocupa en contener la algarabía por la supuesta compra-venta de votos en favor del aprendiz de estadista, confiada al Ñeñe, desmentida -ipso facto- por ‘san-Uribe’, con la manida: ‘rigurosidad moral conque siempre he actuado desde mi primera elección como concejal en 1974’.
Licencioso, melodramático, neurasténico satán que, con su angelical, inalterable, proverbial máscara de seminarista -pajizo-, vende fácilmente el ‘yo-no-fui’ al crédulo, sumiso aparato político que lo acompaña, blinda sigilosamente. Tramoya en la que tira la piedra y esconde la mano; sereno recubre sus pecados, deslices, ante los ojos de las disciplinadas hordas de corifeos, que hacen que no ven nada, acaudillados por el altanero, despreciable, inescrupuloso -hasta la náusea- Macías.
Instrumentalizado saltimbanqui -venido a más-, que concentra el descrédito de la politiquería, cuya lunática desfachatez, cultivada ignorancia invencible, son sus fortalezas, soportes de su marrullera, matrera, viciada ‘jugadita’; indignidad retribuida con la estropeada Cruz de Boyacá, ‘viveza’ que acaba de recriminar el CNE.
Aquelarre, apoyo, sustentáculo del atrapado Presidente, donde -en un ambiente de polarización, confrontación- se fraguó, ideó el berrinche constitucional contra la JEP, cuyo paquidérmico objetivo, único, fue entorpecer su proceso legislativo; trabajo sucio encomendado al vergonzoso presidente del Senado, quien por tres semanas atrasó el trámite de las objeciones; amañó luego la interpretación del reglamento, para inventarse una espuria mayoría; entuteló al presidente de la Cámara; engavetó por dos meses el trámite de la sanción de la ley que, el incorregible, irreconciliable, innombrable, no ceja en el empeño -ante la pasividad del sometido discípulo-, de enterrarla.
Obstruccionismo al que la CC puso la estocada final, al convalidar los 47 votos que hundieron las impugnaciones; frenar los cambios a la extradición, práctica de pruebas; reparación de las víctimas, interminable controversia judicial y política que destapó el doble juego gubernamental, que atiborró de incertidumbre, de dudas a la subestimada, desdeñada masa de desmovilizados.
Intentó encubrir en el inexistente, quimérico ‘País de Jauja’, el penoso 13 % de desempleo -el más alto de la década-; los gravosos, frívolos viajes que, en poco tiempo, batieron el récord de Pastrana, donde el relajado Presidente, canta, baila, toca guitarra, hace la 21, domina la pelota, se codea con el “jet set”, engalanando -mientras la nación arde -, la inauguración de un taller de Silvia Tcherassi -su costurera-.
Importaculismo, incuria comprobadas en la implementación del ‘Acuerdo de paz; el selectivo, sistemático asesinato de líderes sociales; defensores de DH, excombatientes, la ignorada, cómplice corrupción; desatención de la salud, educación; ‘gestión’ -para el olvido- del brazo de la mediática Marie Antoinette criolla, “L’autre-chienne” (austriaca perra), “madame déficit”, “loba austriaca”; guillotinada por traición, después de ejecutado su marido, Luis XVI: apelativos extendidos a la ambiciosa Vicepresidenta, apéndice ortopédico, que culpó -sin evidencia- a los rusos de las multitudinarias protestas, (cuya repetición del 25, seguramente será reprogramada); deslenguada que justificó el juicio xenofóbico del altisonante, defenestrado exprocurador, que elevó a ‘reserva moral de la patria’; “general de cuatro soles”.
Agréguese la camorra contra Cuba, por no atender la caprichosa extradición de los ‘Elenos’, desconociendo adrede, per se, el protocolo suscrito entre ambos Estados-naciones; génesis del evidente aislamiento de la comunidad internacional que le infligió, merecida bofetada, al elegir a Venezuela en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Y qué decir del estupor causado por la humillante pleitesía -tras la venta de aguacates- a los herederos de Mao, con ofrenda floral incluida al mausoleo del tirano, sin ocurrírsele exigir elecciones libres; llamar a la ciudadanía a salir a las calles a sublevarse contra la tiranía; solicitar acompañamiento al fracasado cerco diplomático contra Venezuela; libreto reservado para los débiles, no para los Imperios.
Añádase la no tan inocente consulta a la Corte Interamericana de DH, sobre, si la reelección del sátrapa boliviano, era un derecho fundamental. Consulta con trasfondo político, entendida -entre líneas- con la irracional, insospechada, pavorosa intención del regreso al poder del insaciable, lo que debiera abrir los ojos de los ciegos.
De no reconocer los errores; la falta de independencia; de rumbo -si es que alguna vez lo tuvo-; de voluntad política para reconducir el país por un sendero de unión, reconciliación; el país caerá en el precipicio, disculpado por la falacia -para perennizar en piedra-: el “Congreso no deja gobernar”. Reza una Ley de Murphy “Cualquier situación es susceptible de empeorar”.
18/03/2020
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