Por: José Oscar González Hernández. Se desempeñó como Alcalde de Pensilvania, Diputado a la Asamblea de Caldas, Personero de Manizales.
En las pasadas elecciones para autoridades regionales se eligieron alcaldes municipales y gobernadores para sus respectivos territorios. Como es usual hubo candidatos de los partidos tradicionales y una gran cantidad fueron avalados por firmas de sus conciudadanos y otros que en el papel no tenían tanto arraigo popular, muy alejados de los grupos políticos regentes, pero lograron transmitir un mensaje convincente a los electores y quienes en un comienzo no tenían mucha figuración, a la postre fueron ganadores con unas promesas ante la comunidad llamativas.
Quiero referirme en este escrito a todos esos candidatos, alcaldes y gobernadores, que hoy están ejerciendo y llevando a cabo un mandato popular. Ejercer el cargo para el cual fue elegida una persona no es fácil. En campaña todos los mensajes giran en torno a la corrupción y al despilfarro de dinero en la administración. El candidato se va subiendo en una nube de propósitos para cautivar al electorado que en un momento dado de la campaña se nota que dichas propuestas, llevarlas a cabo es un poco difícil, pero ya lo dicho hace parte del ideario de la comunidad y no nos podemos bajar de allí, porque se perdería credibilidad con el votante.
Pasan las elecciones y el personaje de la historia triunfa y comienza el periplo de conformar primero su equipo de empalme, importantísimo, y segundo integrar el equipo de sus colaboradores como secretarios de despacho y gerentes. Al mirar el listado de los cargos a proveer y el perfil de cada cargo se queda lelo al saber que dentro de su equipo próximo de colaboradores de la campaña no tiene los amigos suficientes y además con el perfil técnico para la mayoría de los cargos a proveer.
Como los plazos en la administración pública son improrrogables se llega al día de la posesión. Se designan los colaboradores inmediatos y comienza la feria de intrigas. Que como se les ocurre designar a fulano de tal en dicha administración si él no trabajó; que perano no es de éste movimiento sino de sus enemigos políticos; que aquella niña que trajeron de Bogotá es la cuota de otro que no lo vimos en campaña.
Mal que bien el funcionario elegido pasa este primer chaparrón y sólo les pide a sus amigos que más adelante les dará gusto a todos. Aquí toca mirar el caso de los contratistas de prestación de servicios. En las dos administraciones la departamental y la municipal se seguirán sirviendo de ellos; en la gobernación a los contratistas sólo los engancharon a partir de marzo y de los más de 400 contratistas que tenía el municipio hasta el momento de hoy han llamado a muy pocos. Miremos la diferencia. Los elegidos por partidos tradicionales inmediatamente contratan los auxiliares, pero los elegidos por grupos minoritarios, no sólo contratan menos auxiliares, sino que los ponen a esperar una eternidad. Por esas demoras es que les escuchamos decir a los jefes tradicionales: Sigan votando por los cívicos que los dejan sin puesto. Será que en esos dos meses largos sin contrato no tienen que mercar dichos trabajadores o pagar facturas y arriendo ?
La pregunta que se nos viene es que pasa con estas administraciones que llegan con todo el apoyo y el fervor de la comunidad y al comenzar a ejecutar sus actos administrativos no dan pie con bola. Muy sencillo, les viene el síndrome del despilfarro y la corrupción. La gran mayoría de actos y acciones que hizo la administración anterior es desechada por la nueva. No quieren parecerse ni cinco. Les pongo un ejemplo, la administración Cardona en Manizales patrocinó varios torneos en el año a las escuelas de fútbol de pequeñines y a la fecha de hoy, la respuesta de los actuales administradores con respecto a esos torneos es que tienen que mirar muy bien el impacto de dicha ayuda. Parece un afán desesperado de no tener ninguna influencia de gobiernos anteriores y que su trabajo electoral sólo está diseñado para llenarse de orgullo el elegido y no está trabajando en un proyecto político de largo aliento.
Hay que hacerles un llamado de atención, a estos administradores que ganaron y a los futuros candidatos por movimientos cívicos, que nos cuenten si su aspiración es algo personal para llenar su vanidad o va a trabajar un proyecto de largo aliento con sus amigos. No se nos puede olvidar, que de esos proyectos personales hemos tenido varios, llegaron a los cargos, no cumplieron sus compromisos electorales y se fueron sin pena ni gloria. Hay que hacer memoria y por lo vivido hasta ahora en Manizales, las dos últimas administraciones parecen que fueron flor de un día.