Opinion

LA PAJA EN OJO AJENO

Por: Hernando Arango Monedero, empresario, ingeniero y abogado. Se desempeñó como Representante a la Cámara, Alcalde de Manizales y Director General del SENA.

Escudriñando en las redes sociales lo que los colombianos decimos, el insulto y la frase de desprecio, de un lado o de otro, me pregunto: ¿Qué país sería este si un buen porcentaje de quienes usamos las redes sociales fuéramos un poco más ecuánimes y nuestro interés se dirigiera a hacer de nuestra Colombia un país mejor?

Sí, porque la verdad es que hacemos grandes esfuerzos por reclamar de otros lo que no estamos en condición de dar. Clamamos porque a este o a aquél lo metan a la cárcel. Porque la Justicia condene a quién no nos cae bien. Porque lo que alguien nos dijo o comentó sea la verdad que acompañe nuestros actos y los de quienes nos rodean. Recibimos y aceptamos como cierto lo que al gusto nos agrada sin que hagamos la mínima evaluación de lo que se nos entrega, de lo que recibimos.

En fin. Tenemos el convencimiento absoluto de que la verdad reside en nosotros y transmitimos esa verdad con una firmeza desafiante sin medir que esa verdad puede no serlo, ya que carecemos de fundamentos suficientes para respaldarla y para defenderla, con lo que contribuimos a generar desconfianzas, rivalidades y hasta guerras grandes o pequeñas.

Desde luego que nuestra inclinación política merece ser defendida e impulsada. Pero esa defensa de nuestra ideología no puede hacerse sobre las ruinas de la de nuestros contrarios, ya que ello no hará más cierta y verdadera la que defendemos y, quizás, lo que la hace, es menos certera y la convierte en ininteligible para aquellos a quienes tratamos de acercar a lo que creemos. Tenemos que recordar que nadie es más porque quien se nos opone es menos. Un ladrón no es menos ladrón que otro por la simple razón de que le robo de este es menos que el del otro. Nadie es más por el simple hecho de que otro sea menos. Somos más por lo que como seres humanos damos y por lo que contribuimos al mejoramiento de nuestro entorno, no por lo que otros destruyen o no hacen como nosotros.

La verdad es que los colombianos estamos en mora de hacer una gran campaña que busque llegar a las raíces de la recurrente forma de pensar que tenemos y transmitimos. Campaña que hay que hacer por todos los medios a disposición y alcance, para que, desde la casa, en el diario vivir, se reconvenga para que los juicios apriorísticos no se produzcan. Campaña para que desde la escuela los educadores transmitan el mensaje del análisis de lo que recibimos como información, tanto científica como social, con lo que nos haremos mejores ciudadanos y más conscientes guardianes y defensores de lo que tenemos en nuestro medio. Campaña que debe estar presente en donde quiera que nuestra actividad diaria nos lleve, para que nuestro pensamiento sea constructivo antes que maledicente. Para que nuestra crítica, cuando a ella haya lugar, busque la mejora de lo que se presenta, antes que destruir a quien la ejecuta. Y cuando la crítica vaya hacia el ejecutor, debe ser de enseñanza antes que de castigo.

Quizás así, finalmente, nuestro hogar, nuestro barrio, nuestra ciudad y nuestro país será el lugar acogedor que todos buscamos; lugar en el que el respeto sea la norma, el deber. En donde el acusar a un tercero sea la respuesta lógica y cierta que la razón y los motivos demandan y que dejemos de lado el acusar sólo porque es este, o porque es aquél, sin medir nuestras palabras ni la trascendencia de lo que expresamos. Quizás así logremos entender que ser promotor y desarrollador de la paz, tiene que ser una conducta que nos acompaña a todos, lejos de lo que hoy hacemos denigrando de otros, a la par que nos creemos lo que en realidad no somos, ni hacemos.

Manizales, febrero de 2020.

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