Por: Hernando Arango Monedero, empresario, ingeniero y abogado. Se desempeñó como Representante a la Cámara, Alcalde de Manizales y Director General del SENA.
Más que desperdicio de protestas, estamos frente a un desperdicio de energías. Sí, no cabe duda de que las sociedades se encuentran con gran descontento por múltiples razones como hemos visto en lo que se viene sucediendo en Colombia y en el mundo. Eso nadie lo niega.
Ahora bien: ¿Por qué digo que es un desperdicio de energías? Porque la multitud de peticiones que desde el comité del paro se vienen haciendo, difuminan lo que en realidad es prioritario para las gentes que allí se aglutinan o que buscan ver reivindicados sus anhelos. Y es que es clásico tal proceder cuando ese movimiento se encuentra comandado principalmente por dirigentes sindicales que nunca han podido entender que las peticiones que se hacen deben tener límites y posibilidades. De esa eterna posición de estos ciudadanos, proviene el fracaso que su gestión muestra a través de los tiempos lo que se ve reflejado en que no aglutinan más allá del 6% de la fuerza laboral.
Y el desperdicio de energía se inicia cuando no se acepta el diálogo y se lanzan directamente a ”exigir” una negociación, negociación que no cabe en muchos casos, máxime cuando el Jefe de Estado no tiene la competencia para conceder muchas de las “exigencias” que se hacen. Cosa diferente es que, mediante el diálogo, se puedan llevar ante los entes competentes las propuestas que se pretenden sean aceptadas y convertidas en leyes y acciones gubernamentales.
Y el desperdicio se manifiesta cuando se distrae, tanto a los que participan en los eventos como a quienes son receptores de las “exigencias”, y da lugar a que sobre un argumento se deseche otro o se incluya uno nuevo, tal y como se ha dado cuando de 13 puntos centrales, la lista ya va por sobre los 104 o más y, los que atienden el llamado, empiezan a cansarse al igual que otros que, simpatizando con el movimiento, se ven perjudicados y no encuentran razón para seguir en un proceso sin final.
Y es que la protesta per se no es mala. No! La protesta es benéfica a la democracia en la medida que obliga a mirar a otros intereses que desde la óptica de los tres poderes no es visible. Las protestas llaman a atender asuntos clave para las gentes. Asuntos que, en veces, son importantes y otros que, sin serlo de manera protuberante si son de importancia para el bienestar ciudadano.
La protesta conlleva obligaciones, no cabe duda. No se trata de abrir un abanico y meter a todo el mundo en él para hacer cauda. No! La protesta obliga a determinar los elementos fundamentales a ser defendidos y encausados. Obliga también a comunicar obligaciones a quienes se suman a ella; obligaciones de orden y de respeto para con quienes no comparten ideales; respeto que desde luego se exige para con quienes se congregan en protesta. No cabe duda de que obligación principalísima para quienes dirigen y participan en la protesta, es conocer qué y hasta donde es posible actuar ante un funcionario determinado, pues de lo contrario lo que se haga o trámite ante éste, será una pérdida de tiempo, de fuerza y de prestigio del movimiento.
Como se ve, el actual movimiento está condenado a morir, y lo que es peor, está condenando a nuevos movimientos para conformar una fuerza que obligue a realizar cambios y a satisfacer solicitudes o “exigencias”, que es como les gusta llamarlo.
Un no a los impuestos, y paralelamente “exigir” recursos para un área específica es una contradicción. Protestar por los privilegios en pensiones y pedir que no haya modificaciones a las pensiones, es incomprensible. Pedir presupuesto adicional para la educación y no exigir el uso eficiente del mismo, es incongruente. Pedir un Icetex con mayores facilidades y con intereses bajos para los estudiantes y salir a destruir las oficinas del organismo, es torpe. Protestar porque Icetex sea parte de un Holdin del Estado, es no entender que es un Holding, porque lo cierto es que se trata de cuidar los recursos allí dispuestos y nada impide que tenga el Icetex reglas especiales en su gestión. Pedir que se retire a Colombia de la OCDE es botar pólvora en gallinazos. Todo esto distrae la protesta, y se consigue más en un intercambio inteligente y respetuoso de ideas, pues de allí se puede logar lo que se quiere.
Bueno: En definitiva, las marchas y el paro, son buenos para la democracia, pero tal y como se vienen adelantando terminarán por ser un mal precedente para lo que mediante estos mecanismos puede lograrse. Hay que mirar el futuro y no pasarse de torpes.
Manizales enero 2020.
