EDITORIAL
La gran lección de las elecciones del pasado 27 de octubre es que la forma de hacer política en nuestro departamento ha cambiado. Triunfaron quienes tuvieron las mejores estrategias de comunicación, tanto a través de las campañas publicitarias como en las redes sociales y la forma directa de transmitirle el mensaje a los posibles electores.
En la mayoría de los casos, candidatos jóvenes, sin pasado político y con mensajes positivos, hacen parte de la nueva generación de gobernantes en Caldas.
Candidatos sin dificultades de comunicación y quienes a través de las redes sociales llegaron a miles de ciudadanos con mensajes claros que les generaba conectividad inmediata con el ciudadano.
Las campañas de sedes y recintos cerrados quedaron mandadas a recoger. Se impusieron los candidatos que se lanzaron sin miedos ni temores a las calles a conquistar al ciudadano del común, y se arriesgaron a presentar propuestas diferentes e innovadoras aprovechando la emotividad de un electorado que poco o nada le importa si son realizables.
En materia de gobernación fue igual. Camilo Gaviria se equivocó en su estrategia de comunicación y en su acompañamiento. Aunque él no tiene pasado político, ligó su mensaje al de su familia y cargó con todo el peso de su desgaste y el de quienes lo acompañaron, no solo políticamente si no en tarima. Su discurso de Viterbo y las salidas en falso de los senadores que lo acompañaban, fueron fatales para su aspiración.
En la otra orilla, Mauricio Lizcano tuvo una visión diferente. Consciente del desgaste de los políticos tradicionales, se aisló y aprovechando la tecnología moderna, manejó toda la operación desde el exterior y tras bambalinas. Los resultados lo dicen todo.
El diseño de las campañas de los candidatos futuros la deben de hacer sobre la base de la “estrategia de comunicación”. Si esto les falla, sus aspiraciones están condenadas al fracaso.
Pensilvania, noviembre 10 de 2019.
