EDITORIAL
Toda distinción, exclusión, restricción y preferencia basada en motivos de raza, color, sexo, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública, se conoce como xenofobia.
Está condenada por la comunidad internacional y tiene todo el reproche de la sociedad. Desafortunadamente en esta campaña electoral, se están viviendo algunas circunstancias que se pueden denominar como xenofobia política en algunos municipios del departamento.
En su ánimo de debilitar a sus adversarios, las campañas de algunos candidatos a alcaldías a través de mensajes sutiles están promoviendo el rechazo de candidatos no nacidos en los municipios donde han presentado sus candidaturas e invitando a apoyar al cien por ciento nativo. En otros casos, se aprovechan de la tendencia sexual para discriminar y demeritar.
Fea y reprobable práctica utilizada por candidatos quienes, ante la falta de argumentos y propuestas, acuden a estas artimañas desleales que incentivan el odio injustificado hacia otras candidaturas.
Sobre el tema del lugar de nacimiento, Alfredo Valencia candidato a la alcaldía de Samaná, escribió un mensaje de mucha significación y contenido: “Uno no elige donde nace, pero sí dónde se queda”. También recordamos a Gustavo Álvarez Gardeazabal cuando siendo candidato para la gobernación del Valle en 1997, le respondió a un periodista que le increpó por su condición homosexual: “No voy a gobernar con el culo, gobernaré con la cabeza”.
En síntesis, ni el lugar de nacimiento, ni la raza, ni el origen, ni la tendencia sexual, ni las condiciones económicas o sociales, deben ser utilizados como armas políticas para sacar ventajas electorales.
Pensilvania, septiembre 22 de 2019.
