Opinion

‘Luis Carlos Galán’

Por Mario Arias Gómez.

28 agosto 2019

Pasada la batahola de los emotivos homenajes ofrendados por plurales fuerzas cívicas, con ocasión del aniversario (treinta), del inaudito, repugnante magnicidio del carismático líder. Compatriotas empeñados en enaltecer -una vez más-, el breve, pero rutilante periplo vital, que la historia de Colombia reciente, recogió ya, asignándole -por derecho propio-, prominente lugar en la inmortal galería de los grandes de la patria.

Ciudadanía que presupone -simbólicamente- que el alevoso, fatídico e incalificable crimen, mató la expectación del pueblo, igual que cuando las balas asesinas, silenciaron para siempre, a los pariguales que lo antecedieron, los emblemáticos: Gaitán, Gómez Hurtado, norte y guía de varias generaciones que, juntos a ese egregio portaaviones que “se hundió con las luces encendidas” (Alzate Avendaño), el país les quedó debiendo la Presidencia de la República.

Cimeros paladines -que no antagonistas, rivales, contendientes- los hermanó la bizarra, pionera, imperecedera causa de los sin voz, personificada por el común empeño de acortar, minimizar las cósmicas distancias, bruscas desigualdades sociales que, en sus indistintas épocas, alcanzaron impensados horizontes. Insomne, pujante y valerosa brega, asumida -sin arredrarse- con devoción, ahínco, intrepidez, sin disfrazados populismos, buscando -cada quien con su estilo y lenguaje propios-, el “gran acuerdo sobre lo fundamental”, imperativo hoy más que nunca.

Los elementos que supuestamente los apartaron, son muchos menos que los que los acercaron. Nación que padece aún la brutalidad, crueldad, ferocidad de oscuras fuerzas que, desde la sombra, manipulan sus odios, frustraciones; avideces, codicias; negros sentimientos que han segado por décadas, la certidumbre e ilusión del mañana, génesis del pesimismo, desaliento que cunde por doquier, fruto de la despiadada violencia, encubierta bajo un tupido manto de impunidad y silencio, avivada hoy por el narcotráfico, enraizado en la cultura de la ilegalidad, sobre la que nada sólido puede construirse, pugnado por Galán, al punto de costarle la vida.

Cometido que sus insaciables delfines, dejaron expósito; segundones -de hecho y de derecho-, que más que herederos, se convirtieron en usufructuarios que, explotan sin recato, con total desparpajo el apellido, contrario al primogénito verdadero, Alfonso Galán Corredor, hijo de la doméstica de los Galán Sarmiento, canallescamente ignorado, negado por sus hermanos-medios, que se creen de mejor clase.

Mustia efeméride, en la que no intento hacer lo que hacen siempre los enanos, tratar de escupir a los grandes, sin que me inhiba en despertar la dormida verdad, que ronda al fiduciario kínder, cuyo talento -único- es su apellido. Medianías irrelevantes, incapaces de enaltecer el legado del paterfamilias. Sanguijuelas dedicadas a desangrar literalmente al Estado, degustar ávidamente la mermelada, el clientelismo que, de dientes para afuera, condenan, mientras apertrechan su Fundación de bolsillo.

Santos le adjudicó -a dedo- $114 mil millones, a través de las exprimidas DPS; Unidad de Víctimas, sin rendir -que se sepa- cuentas, mientras ven morir -impasibles- niños de hambre, frío, en todos los cinturones de miseria. Cuantía que no incluye lo ordeñado -con sistémica desfachatez- al gobierno Gaviria -su coto de caza-, por la audaz viuda-regente, embajadora en la UNESCO, de la mano (pan y pedazo) de Maruja (su hermana) nombrada min-Educación; su esposo, embajador en Holanda; al sobrino, director de la UNP, que corrió a blindarle el apartamento a Juan Manuel que, con envidiable utilidad, transfirió, lindando con el ‘enriquecimiento ilícito’.

Al despreciado expresidente Uribe, le ‘lagartearon’ el cargo de Ministro plenipotenciario (Embajada londinense). Senador denunciado por maltrato intrafamiliar, por la madre de sus dos hijos, al que el ICBF tramitó -proceso exprés- la separación, frente a su ilegalmente constreñida expareja. ‘Abuso de poder´ inexplicablemente encubierto

“Dime de lo que presumes y te diré de lo que adoleces”. Privilegiado e inigualable clan, prototipo de todo contra lo que luchó -dicho sin ambages- el idóneo progenitor, indicación demostrada según los rastreos precedentes, que no allegan -por demás- lo lactado a los otros deslechados gobiernos -sin distingos-. Impúdica conducta de estos efímeros gerifaltes palaciegos, precedidos por la emperatriz-comadrona que, al inculpar -sin ton ni son- a la clase política, de lapidar las ideas ‘galanistas’, pretenden seguir engañando a Colombia.

Politizado regicidio, cuyos réditos capitalizaron maquiavélicamente, repartidos aparentemente, para dar piso a sus paralelas e inconstitucionales carreras, anteponiendo a la ineludible y obligante unidad familiar; sus egoístas e inconfesables intereses. Repartija que les permitió llegar -vía el atajo- al Senado, en representación de partidos distintos; a los que intentan dinamitar, endilgándoles, falazmente, los peores escándalos, de ser burdos enemigos de las excelencias y virtudes que distinguieron al popular ascendiente, prueba de su hipocresía, doblez, bitácora de la nueva aventura electoral.

28/08/2019

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Luis Carlos Galán Sarmiento

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