Por: Hernando Arango Monedero, empresario, ingeniero y abogado. Se desempeñó como Representante a la Cámara, Alcalde de Manizales y Director General del SENA.
10 agosto 2019
Todos tenemos que tener de presente que determinadas acciones no pueden aparecer ahora en el campo de la actividad política. En efecto, acabamos de presenciar que en una concentración política en el norte del país unos salvajes y desadaptados lanzaron objetos a la tribuna en la que se encontraba el senador Petro adelantando la campaña de alguno de sus copartidarios. De ese tipo de acciones pueden nacer mil consecuencias; consecuencias de toda índole, y de las cuales es difícil saber en lo que pueden parar.
En primer término, y lo vimos también, el senador Petro señaló a alguien en especial como responsable del ataque. ¿Por qué algunas de las personas presentes en el acto político no salieron de inmediato a reaccionar contra quién fue señalado como autor material del hecho? Resulta inexplicable, pero pudo suceder que algunos tomaran como propia la ofensa y salieran a cobrar en esa persona el agravio. También pudo haber sucedido el que algunos de los presentes hubieran procedido contra aquél a quien Petro señaló como responsable de lo sucedido. Todo eso pudo haber pasado como consecuencia de un acto que no puede darse y menos puede repetirse.
Un poco más adelante, el senador Petro acusó a Vicky Dávila de paramilitar, derivada su acusación de lo sucedido en esa reunión política en Santa Marta, según se queja ella en las redes sociales y agrega que uno de sus hijos ha sido amenazado en materia grave por ese motivo.
Esto, es sólo la muestra de la forma en la que van creciendo las reacciones; de la forma en la que se caldean los ánimos y de la forma como las palabras lanzadas en un momento de irreflexión, derivado de un proceder irresponsable de alguien, genera consecuencias que posteriormente se lamentarán. Pienso que así se inició el devenir de la violencia en los años 30 y subsiguientes, violencia que unos endilgan a los otros, pero violencia que fue creciendo con acciones y retaliaciones de los unos contra los otros y vaya uno a saber a ciencia cierta el cómo empezó, pero que todos si sabemos cómo terminó o creemos pensar que terminó. Vaya uno a saber.
Estamos pues, ante hechos que es necesario detener antes de que crezcan y den lugar a muevas manifestaciones de salvajismo. Salvajismo que, en medio de la polarización que venimos viendo, dará pábulo a expresiones de trascendencia inimaginable. ¿Acaso sabemos cuál fue la causa que motivó al asesino de Gaitán? ¿Acaso tenemos noción de los sentimientos que han llevado a muchos a cometer crímenes de los cuales, en nuestra mente aún hay explicación?
Bueno, apenas iniciada la campaña para las elecciones regionales de octubre próximo, se hace necesario un gran pacto de respeto recíproco entre todos los que participan en ella. Pacto que debe ir desde los que como base constituyen los diferentes grupos en contienda, y que debe alcanzar a los mismos dirigentes para que la prudencia impida el lanzar calificativos o evite responsabilizar a otros por él, o los exabruptos de desadaptados y agitadores que querrán generar caos y enfrentamientos dolorosos para la sociedad toda.
Por tal razón hay que clamar, NO! NO! y NO! a toda expresión de salvajismo, de violencia o de respuestas o acusaciones primarias contra otros.
Manizales, agosto 6 de 2.019.