Opinion

“Falsos positivos”

Por: Mario Arias Gómez

29 mayo 2019

«Si quieres que algo sea hecho, nombra un responsable, si quieres que algo se demore eternamente, nombra una comisión», (Napoleón). Dúctil frase aplicable a la improvisada decisión del sumiso Presidente, de nombrar unos inexpertos, a objeto de atenuar el punzante artículo y virulento editorial del, The New York Times, alusivos a la espuria ´Seguridad Democrática’, rediviva, que derivó en el pasado reciente, en los “falsos positivos” o “ejecuciones extrajudiciales”.

«Comisión independiente (ad honorem”), con la que Duque intenta amainar la tempestad, y aclarar -de paso- la ‘supuesta’…, no…, la explícita orden de potenciar los resultados operacionales; introito de la nueva cosecha de delitos de ‘lesa humanidad’, que acosan al ‘presidente eterno’, a los ‘Alejos’, ‘Montoyas’ y ‘otros’… en busca de acogerse -con su temida verdad- a la JEP.

Rotativo que informó: “La paz se está desintegrando”, coincidente con los 80 congresistas Demócratas, que inquirieron al Secretario de Estado, para que presionara al Gobierno el cumplimiento del Acuerdo de Paz, alertándolo sobre la directriz que exigía duplicar los resultados tácticos -capturas, bajas-, alarma compartida por tres influyentes Senadores Republicanos, que los llevó a solicitar al Presidente, no promover a Nicacio Martínez  (autor de la directiva), como comandante del Ejército, por “existir evidencia creíble, sobre su posible rol en las ejecuciones extrajudiciales.

Resaltaron su incuria, como la del partido gobierno, frente a la observancia del Acuerdo; la soterrada distorsión, falta de financiamiento, el inocultable entorpecimiento a la justicia transicional, el impune asesinato de líderes sociales, defensores de DH, coincidentes con los anuncios preelectorales de hacer trizas el Acuerdo, agregando que, de persistir esa política de modificar componentes sistémicos del mismo, colapsará definitivamente.

Si no era explícita la deshonrosa y sobreentendida sugerencia, englobada en la ‘angelical’ directiva, ¿por qué el muy ufano y deslenguado Ministro, luego de destapada la inescrupulosa orden, corrió a derogarla, so pretexto (adujo) de “evitar malas interpretaciones”. Parafraseando el trajinado refrán: ‘Rectificación no pedida, inculpación manifiesta’.

«He decidido -Duque-. conformar una sofística ‘Comisión de Excelencia Militar’, con expertos en exprimir incisos, más no, en las complejidades de la doctrina castrense, los curtidos: Alfonso Gómez, Mauricio González, Hernando Yepes, cuyo desconocimiento los inhabilita para efectuar un análisis riguroso de manuales, órdenes, protocolos militares, para prescribir un diagnóstico creíble, formular mejoras, correctivos. Paradoja que desnudó -una vez más- la incapacidad de acierto del mandatario, que no encontró un calificado, experimentado, impoluto ‘Estratega Operativo, Táctico; Planificador, que supliera la ignorancia aludida; un especialista en seguridad, como el profesor rosarista, Juan Carlos Ruiz.

«Gatopardismo» en su máxima expresión: «Cambiar todo para que nada cambie«, cuya original cita, conlleva una aparente contradicción: «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie«.

Los exiguos 30 días, solo alcanzan para empaparse de la tarea encomendada, imposibles para solventar una prescripción, concebir un plan que saque al mandatario del atolladero que lo ahoga, antes que sea abandonado en los armarios del olvido. Lo requerido, voluntad política, para liberarse del paralizante tutelaje ejercido por el despótico, incorregible, indescifrable mentor, que no deja otra alternativa que la sumisa y ciega obediencia.

Realidad que socava la confianza ciudadana, que valide la intención presidencial: “Que no haya la más mínima duda sobre la conducta de los uniformados, como de las operaciones”, melosamente adobados: «Las Fuerzas Militares y de Policía, se han ganado –históricamente- el cariño del país«; «defienden la vida, honra, bienes y derechos de los colombianos«.

Zalemas merecidas por los relegados Generales que alertaron sobre el malévolo anhelo de reverdecer los ‘falsos positivos’, contra modestos campesinos desempleados, discapacitados, exhibidos como guerrilleros caídos en combate, para obtener los malditos beneficios, concebidos en la tétrica Directiva 300-28/2007, inspirada por el inhumano malabarista que justificó las desapariciones de quienes “no estaban cogiendo café, propiamente’. suscrita por el esfumado, CAMILO OSPINA, “en el marco de la Seguridad Democrática

Su espíritu: “Privilegiar como medición de los resultados operacionales, las desmovilizaciones colectivas e individuales, las aprehensiones y muertes de combatientes, preferiblemente cabecillas”.

Como resultas, la Fiscalía acredita 5.000 “falsos positivos”, que involucraron a 1.500 militares. De estos, 2.200 remitidos a la JEP. Las víctimas sobrepasan -de lejos- 2.200. Los últimos, los desmovilizados, Jorge E. Corredor y Dimar Torres, asesinado por un cabo del Ejército, que trató de ocultar, incluso, intentó inhumarlo; tragedia que el imaginativo min-Botero, sin investigar, madrugó a fraguar que, el indefenso civil -sin identificar-, murió -deshechó la palabra asesinato- “forcejeando por el fusil”. para proceder a desautorizar al valeroso comandante, que reconoció el error y pidió públicas disculpas.

Bogotá, D. C. 29 de mayo/2019

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