Opinion

“Guerra avisada…”

Por: Mario Arias Gómez

24 abril 2019

El tradicional clima de zozobra y violencia en que anda enfrascado el país, por la  dirigencia incrustada en el movimiento indígena -visibilizado por la Constitución/91- reaparece -una vez más- mañana (25), con su verdadero rostro subversivo, los afilados colmillos de hiena, que amenazan a los indefensos y pacientes colombianos -tan mestizos como ellos-, condición reconfirmada en la trágica protesta pasada, que inmovilizó durante 27 interminables días, los departamentos del Sur de Colombia; puso en vilo a los pobladores, causó irreparables pérdidas humanas, heridos, lisiados, e ingentes daños económicos, como a la infraestructura.

Luego del temporal receso, reaparece con más bríos la concertada revuelta, convocada por la apertrechada, reaprovisionada, rearmada minga, sincronizada con grupos siameses de inconformes (la CUT, estudiantes, maestros, ‘dignidades’ agropecuarias, camioneros, desempleados, jubilados, trabajadores informales); variopinta fauna, cuyo escalado plan anti-establecimiento, como siempre deriva en enfrentamientos con el ESMAD, preámbulo de asonada, desórdenes, muerte, parálisis, daños en cosa ajena, detenciones.

Confuso ambiente de preguerra que, desde mis lejanos tiempos de estudiante, la sabiduría popular, le anteponía el perspicaz e intuitivo proverbio -con validez inobjetable-: ¡Guerra avisada no mata soldado… y si lo matan, es por descuidado! Advertencia para el aletargado, cándido y narcotizado Gobierno, que no alcanza a vislumbrar las predecibles y nefastas consecuencias, que debieron llevarlo a entablar oportuno diálogo, y paralelamente implementar medidas preventivas que para neutralizaran los disturbios en ciernes, pero, después del ojo afuera -dice la expresión popular- no hay santa Lucía que valga. Ante los hechos cumplidos, de nada vale llorar sobre la leche derramada, ni lamentarse por lo que no tiene remedio.

Improvisado Gobierno, a rastras de los acontecimientos, sin descifrar el ‘modus operandi’ e intenciones de las curtidas y vandálicas fuerzas que acechan el estatu quo; que avivan diligentemente el caos; incesantes divulgan su evangelio revolucionario, polarizante, que debilita, desestabiliza, resta gobernabilidad. Estrategia que conduce -en su entender- al poder, lo que hace inevitable, -para contrarrestarlas-, la impopular y extrema acción militar que, por incuria y jactancia, el monocromático y vanidoso Gobierno, la descarta incomprensiblemente, con la manoseada salvedad: Evitar una masacre que horroriza al mundo civilizado, que también entiende que la tolerancia no excluye la firmeza. Causa de la enorme decepción de la gente de bien, que sabe que: ‘Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa’ (Perogrullo).

Entre las funciones esenciales -art. 189 de la Constitución- del Jefe de Estado; …de Gobierno; …de la Autoridad Administrativa; del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, están -entre otras-: Conservar el orden público, restablecerlo donde fuere turbado, a efecto de restituir la normalidad; velar por la convivencia; conjurar las causas de perturbación que impidan la extensión de sus efectos; proteger los derechos y libertades ciudadanas; garantizar la seguridad y tranquilidad que permitan disfrutarlas y ejercerlas plenamente, sin abusos, ni excesos, con cabal observancia de los derechos y libertades ajenas; propender –asimismo- por el respeto pacífico y responsable del libre albedrío, de los deberes, dignidad, obligaciones y comportamientos inherentes a la persona humana.  

Premisas concurrentes con el cirsense y desgastado: “No permitiré los bloqueos”. “No podemos seguir teniendo un Estado a merced de presiones”. ‘Decir’ antípoda con los penosos resultados últimos. Recuerdo unos pocos: Qué no hicieron los vivarachos universitarios; la vociferante minga, aupados por la estéril, descastada, fosilizada y taciturna izquierda que, entre sus consignas -con la cobertura mediática de medios afines-, están: impugnar el ‘satatu quo’; controvertir y descalificar a los opositores de sus mesiánicos designios, tachándolos de “fascistas”. Generalizar -en últimas- la barbarie.

“En río revuelto, ganancia de pescadores”. Sedicioso libreto, ejecutado -en la sombra- por un imparable contingente de encapuchados, con la retaguardia de francotiradores, guarecidos en esos territorios de nadie, ‘liberados’, -léase campus universitarios- escuelas de adoctrinamiento, adiestramiento, en mora de ser reconquistados por la fuerza pública.

Enseñó el florentino Maquiavelo: “… quien gobierna deberá recurrir a la fuerza para imponer el orden, dejando de lado toda tibieza”, lección compatible con el sagrado juramento, ‘cumplir y hacer cumplir la ley’, mantener el orden, luchar contra toda forma de violencia, practicada por radicales, que actúan -despótica y libremente- a sus anchas, condenados -sin paliativos-, repelidos, con las uñas, por una fuerza pública maniatada, estigmatizada, compuesta por miles de anónimos compatriotas, que exponen sus vidas en defensa de sus semejantes, aborrecidos, agredidos, denostados, maltratados, perseguidos por una inhumana, reverdecida ‘guerra de guerrillas urbanas’, con un arsenal de explosivos, piedras, elementos contundentes, que, asesina, aleve y selectivamente: Defensores de DH, dirigentes comunales, populares y sociales.

Bogotá, D. C. 24 de abril/2019

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