Opinion

PROTESTA SOCIAL

Por: Hernando Arango Monedero, Ingeniero y abogado, empresario, exrepresentante a la cámara, exalcalde de Manizales y Director General del SENA.

29 marzo 2019

Nos encontramos ante un nuevo modelo de protesta social, desde luego aupado por ciertos sectores que se autodenominan progresistas y que con sus arengas nos muestran cual es el camino adecuado para “dialogar” con el Ejecutivo. No cabe duda que esta protesta es un modelo bien llamativo a los oídos de quienes tienen algo que reclamar o para exigir, y así se llama en el lenguaje de moda y se enmarca dentro del progresismo, que no es extrema de ninguna naturaleza, según se dice.

Y en el marco de esa protesta social, todo se encuentra permitido; faltaba más. En la protesta, tal y como es defendida por los razonados y razonables animadores de los movimientos que de esa manera actúan, los progresistas, quienes así se manifiestan pueden hacer y deshacer. Nada tiene límites, por tanto, apropiarse de una vía importante es su derecho, así los usuarios de la vía tengan un derecho, el de libre locomoción y desplazamiento, derecho constitucional solamente, derecho menor sin duda. Eso no importa, ya que el derecho de los que se agrupan en lo social es un derecho superior, un derecho que no puede ser vulnerado. Pero ese derecho superior se extiende mucho más. Así los que hacen la protesta social pueden destruir la señalización de la vía. Destruir lo que encuentran es su derecho y seguramente lo será de carácter constitucional mañana, no quepa duda, como quiera que los protestantes pretenden tratar temas constitucionales, y si ya se hizo eso en Cuba, ahora también es posible. Pero el derecho a destruir va más allá y puede llegar a tener dimensiones mayores, como es la dinamitar la vía que se ocupa en la protesta. Al fin y al cabo, destruir los bienes comunes es un medio avanzado de la protesta, digamos un avance progresista. Y proteger y tener connivencia con ejércitos irregulares, también es otro derecho, no cabe duda.

Ah! Pero como se está en protesta social, se dan el derecho de “retener” a quien parezca sospecho de no comulgar con la protesta. Y esa “retención” que de arbitraria nada tiene, según se dice, no conlleva más que la preocupación de no “violar” los Derechos Humanos del retenido. Suena extraño eso de los derechos de alguien, ya que, en la protesta social, tal y como se desarrolla, los derechos de los terceros no existen, ya que priman los derechos de todo tipo; y sólo los derechos de los se agrupan a protestar. Al retenido no se le considera secuestrado, solo retenido. Vaya!

Y, la Protesta Social así conformada y defendida por algunos Padres de la Patria, esos que hacen votos aupando desafueros y dando mal ejemplo, y a cuál más progresista, consideran que la protesta se estima igual a un Estado; un Estado autónomo; un estado que exige al Presidente de la República que el diálogo sea de Estado a Estado. De tal manera que así planteada la demanda, los asuntos internacionales se discutirán. Desde luego las políticas ambientales también. Ni que excluir las obligaciones desde el punto de vista presupuestal, las que igualmente tienen que ser tratadas. Ah, y por si fuera poco, asuntos de carácter constitucional también se agregan a la agenda de los diálogos, temario que será abierto ante el congreso de ese estado, el estado de la protesta social.

A todo esto, se le denomina protesta social en el campo de los progresistas. Protesta que está amparada en los derechos de unos, en detrimento de los derechos de los demás. Esa parece ser la esencia del progresismo, política que ahora se pretende imponer por parte de unas minorías que sólo buscan beneficios particulares radicados en sus comunidades.

Así, quienes son una parte minoritaria de la población colombiana, el 3,5%, tiene a su disposición el 27% de las tierras cultivables de Colombia. De esas tierras, sólo el 10% se explota adecuadamente. No importa, ahora quieren 40 mil hectáreas más para ser adicionadas a la molicie ancestral. Desde luego que la Pachamama a quien dicen respetar, es la misma de la que más se abusa. Basta observar los predios en manos de los que hoy demandan más y más tierras para constatar que sólo algunos fundos son bien cultivados. Los bosques de las tierras altas, son depredados de la manera más infame, de allí la carencia de aguas. Y las oportunidades que se les dan en tierras, se aprovechan en chirrincho, especie de aguardiente o chicha que usan para poder dejar pasar el tiempo sin remordimientos.

Ahora, como ayer, ya veremos que la Justicia colombiana se declarará impedida para judicializar a los promotores de estos desafueros. Ya, ayer, a uno de sus líderes se le condonó una pena por secuestro, acogiendo el criterio de que el crimen se cometió en territorio de un resguardo. Trasladado el caso a las autoridades indígenas, unos latigazos y cualquiera otra pena menor satisficieron a la sociedad grupal y resocializaron al secuestrador. Vaya! Ahora, por demás, extenderán sus dominios para sofocar la Justicia y darse permiso para albergar francotiradores, delincuentes de toda laya, y para salvar los desafueros en la protesta de quienes tienen derechos superiores al resto de la sociedad.

Y el resto de colombianos calladitos, calladitos. Nada pasa.

Popayán, marzo 28 de 2019.

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