Opinion

DURA ES LA LEY – VIOLENCIA, MALDITA VIOLENCIA.

Por: José Luis Zuluaga Soto – Periodista – XX Premio Nacional de Periodismo Ciudad de Manizales –Orlando Sierra Hernández – Vida y Obra de un periodista.

21 enero 2019

DURA ES LA LEY

Los que se apoderaron del espacio público en Manizales para explotarlo con negocios o para hacer parqueaderos privados empezaron a sentir el rigor de la ley.

A la señora propietaria del Restaurante In Forno de Milán le notificaron que debía tumbar la terraza que construyó en la zona verde para ampliar su establecimiento.

Y lo que pasó con esa dama va a ocurrir con tanto usurpador del espacio público de nuestra ciudad.

Como hemos tenido tantos gobernantes alcahuetas muchos manizaleños se apoderaron de lo que le corresponde a la comunidad.

Acabaron con las zonas verdes, las pavimentaron para hacer garajes o para edificar escaleras o ampliar sus negocios.

Todo lo de la comunidad es público y como tal se debe respetar.

Pero en Manizales todos esos vivos han pasado de agache.

Si no había una denuncia, las inspecciones de policía se aguantaban los arbitrarios procedimientos, pues generalmente había tráfico de influencias o politiquería barata.

Por eso hemos venido insistiendo que necesitamos de una dependencia municipal con buenas armas jurídicas para defender el espacio público y no permitir construcciones que estén por fuera de la ley.

Si lo edificado puede dejarse sin perjudicar a los peatones, que paguen la sanción y compren el terreno.

Esos dineros, que serían muchos millones, se pueden utilizar para hacer otra clase de obras en beneficio de la comunidad.

Pero ese cuentico de robarse el espacio público se tiene que acabar.

Los derechos que tiene la gente no se pueden violar tan olímpicamente como está sucediendo en nuestra Manizales del Alma.

Mano dura con los usurpadores del espacio público.

VIOLENCIA, MALDITA VIOLENCIA.

Esa introducción de una canción que hemos escuchado nos cae muy bien en estos momentos.

Podríamos completarla con la expresión por qué no permites que nazca la paz.

Lo sucedido en Bogotá es una actitud salvaje, que no cabe en la mente humana.

Matar unos jóvenes estudiantes para mostrar poder de destrucción no cabe en la conciencia de nadie.

Esa clase de hechos son antipopulares, si es que tienen ideología política de izquierda.

Si esos señores quieren hacer creer que tienen poder para obligar a una negociación de paz, están equivocados con esos actos terroristas.

Hay otras formas para llegar fuertes a una conversación. Las menos indicadas son las violentas. Al enemigo se arrincona con argumentos o cuando se le gana la guerra.

Pero el terrorismo no es guerra. Es la más cruel y sanguinaria de las violencias.

Esa forma de mostrar poder es de gente que ha perdido la cabeza.

En los conflictos no se pueden involucrar inocentes.

Hay que recordar que todas las guerras son malas. De ellas nada bueno se consigue. Sólo destrucción y caos.

Si el ser humano, que se dice ser el más inteligente de los animales, nunca hubiera hecho guerras, vivíamos en un paraíso.

El dinero gastado en armas y en la recuperación de lo destruido por los conflictos hubiera sido suficiente para que todos los habitantes de este planeta viviéramos como reyes.

Pero tenemos una mentalidad violenta. Queremos arreglarlo todo por la fuerza bruta como fieras que caen sobre sus presas para conseguir el alimento que les permita sobrevivir.

La guerra es la causante del hambre, de la desgracia humana y de tantos males que bien podrían desaparecer si nos dejáramos arropar por el manto de la paz y la concordia.

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