Opinion

Como vamos, vamos mal presidente.

Por: Mario Arias Gómez

Engolosinado el severo presidente Duque, en concebir frases para la historia, implacable notificó al mundo la semana pasada: “Quiero dejar en claro que a alias ‘Guacho’, se le acabó la ‘guachafita’”. Colombianismo fuera de lugar, que desnudó la liviandad de su equipaje de estadista en ciernes, su talante falto de peso en la cola. Ininteligible retruécano inspirado -se dice- por el crecido y descerebrado, Jorge Mario Eastman, un gamberro mediático venido a más, con innegable alma de sumiso, eufórico y ofuscado secretario, que se le subieron los humos, que no pasa al teléfono, luego de poner a disposición el cargo, a los ‘amigos’ que lo congratularon por haberse ganado -impensadamente- la lotería sin comprarla.

Indiscutible y soberana decisión del confuso nominador, pago al epíteto de títere, repetido hasta el cansancio-, que le endilgó, junto al improvisado y desleal, Juan Carlos Pinzón, en su fugaz y frustrada campaña política. Inequívoca y minúscula muestra (ambos) de la más atrasada fauna de lagartos que en Colombia han sido.

Frase que en conjunto con las estrafalarias bufonerías acopiadas en tan escaso tiempo del proceder presidencial, ladra al igual que ‘bailar’; efectuar ‘acrobacias futboleras’; ‘tocar guitarra’; ‘abrazar’ exitosos -Vives, Ibargüen, Maluma-; ‘armar dúo’ con su par ecuatoriano; hacer el inmenso oso de llevarle la camiseta de la Selección “firmada por James, con mucho cariño” al papa; decirle al rey Felipe VI, que  Uribe “lo quiere mucho” y, por si faltara, agregar -para terminar de cagarla-: ¿”Sabe quién le mandó también muchas saludes”?, el frívolo ‘Pastranita’, que lo contagió de su predisposición farandulera, que no mata, pero acaba con la imagen de estadista de papel vendida universalmente, que denota, la falta de experiencia política, validada por sus predecesores; la innata insolvencia para asumir con compostura y entender la majestad de la !Presidencia de Colombia!

Inocultables falencias evidentes en los escasos cinco meses de mandato, que incluyen la ambigüedad de sus anuncios, sus precoces reversas, como la de crear una supercorte; reducir el Congreso, prontamente abandonadas; ‘mermelada cero’, enmascarada de ´Fondo congresional’ -20% del presupuesto a merced de los ávidos congresistas que los festinarán ‘a su gusto’-. Los palpables regalos a los ricos, el esquile a los pobres materializados en la ‘reforma tributaria’, inspirada por el vergonzosamente absuelto Min-hacienda, recordado por los bonos de agua y los ‘negocios’ panameños.

La memoria no olvida la hipócrita crítica -2016- del Duque-senador, que satanizó el IVA a la canasta familiar (16 al 19 %), que prometió bajar con el engañabobos: “Menos impuestos, más salario mínimo para un país solidario”. Colcha de retazos aprobada, calificada de improvisada, antitécnica, cortoplacista, inequitativa, justificada así por la incompetente Alicia Arango, “una cosa es la campaña, y otra muy diferente, la realidad presente”. Y qué decir de la reforma política -sin dientes- y el hundimiento de la reforma a la Justicia; el autogol de la impedida terna para fiscal ‘ad hoc’, sin penalistas.

Podredumbre extendida a la insistencia en designar sin la meritocracia ofrecida, en la Agencia de Desarrollo Rural, a la deslenguada, Claudia Ortiz, simétrica a la mermelada burocrática (pago a las adhesiones): ‘Pachito’ Santos; Ordóñez; Viviane Morales; Ubeimar Delgado; Gloria Isabel Ramírez; Claudia Mosquera; al hijo del excanciller Araújo; Fernández de Soto; Ávaro Pava; Stella Tovar; Angelino (el bodrio) Garzón, etc.

Metidas de pata -“cum laudem”-: Matar anticipadamente a Belisario, a Guacho. Debacle -color naranja- que ha arrastrado a la Fiscalía, que supera la imagen negativa de Montealegre -62 %-, incluso a las Cortes, Constitucional y Suprema, que junto a las ‘ÍAS’ la aumentaron. Ausencia de un mea culpa, que acrecienta la esquizofrenia y pesimismo colectivos, segunda parte -al parecer- del oscuro rumbo que el cuasi-bachiller Macías, reseñó el día de la deslustrada posesión, ejecutada por los incontables funcionarios ratificados del ‘descalificado’ Santos.

Euforia prematuramente silenciada, que en algunas regiones supera -para mal- el 63 %, donde le enrostran a Duque, la carencia de las tradicionales credenciales políticas e intelectuales, con las que llegó, con votos prestados por el expresidente Uribe. Desaprobación y cuestionamiento que arrancan con su desmotivado y quejoso partido, que lo ve desnortado, rodeado de un inconsútil e imberbe gabinete de ‘ilustres’ desconocidos, que han llegado al colmo de intimar a salir de sus despachos, a los sustentos, sentido de la falta de gobernabilidad, hoy desaparecida, razón del inocultable desmarque político, del desolador balance legislativo, del inmisericorde naufragio.

Panorama que deja mucho que desear, reconocido por el CD, convertido en un cero a la izquierda, causa de la desbandada del Gobierno que anda a la deriva, mientras los entusiastas jefes de ayer, se ignoran, aduciendo una mendaz independencia del novel, ingrato y sordo mandatario, que está dando ya muestras de soberbia, frente a las razonadas críticas de sus engañados propiciadores. Coletazo que se verá reflejado en las próximas elecciones, donde las encuestas le asignan al ‘partido de gobierno’, un sintomático tercer lugar, aliado nada apetecible, resultas de la falta de compromiso del Presidente, sin militancia política, burocráticamente mantenido, tachado tempraneramente de no haber dado la talla, mientras el populismo -que acecha- se frota las manos.

Bogotá, D. C. 26 de diciembre de 2018.

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