Opinion

‘Que te compre quien no te conoce’

Por: Mario Arias Gómez

12 diciembre 2018

Es decepcionante para los partidarios de esa ‘estrella fugaz’, llamada Gustavo Petro, verlo empacando subrepticiamente, en bolsas de plástico, fajos de billetes, en plena campaña, efectivo presuntamente non sancto, que no deja trazabilidad, según el escandaloso y polémico vídeo, divulgado en el Senado de la República. Descalificado hecho que corrió a encubrir, al asegurar -para justificar el volumen- que eran de cinco mil pesos, donados anticipó, después dijo que era un préstamo del arquitecto Simón Vélez, que guardaba en tarros de galletas, en la cocina de su casa en la Candelaria, afirmación negada rotundamente por el manizalita. «Nunca le di, ni le presté plata”. “No sufro de Alzheimer”.

Cogido in fraganti, no tuvo más remedio que «pedir perdón a mis electores, por haberme puesto a recibir dinero en efectivo. Aunque eso no es delito, debí ser prudente y no lo fui». ‘Excusa no pedida, acusación manifiesta’. Sórdido episodio, sobre el cual -como se ve- ha dado distintas e inconexas explicaciones, difíciles de creer, lo que pone en entredicho su inocencia, graduándose -además- como mentiroso, mal amigo, según Juan Carlos Montes, autor de la grabación, quien confesó: Petro era, “muy mala persona desde cuando fuimos guerrilleros. Cuenta que “se le parqueó en el despacho por varios días, con su señora e hijas, hasta que me recibió. Le mostré el video mientras le preguntaba: ¿Corrupto yo o corrupto usted?”.

Incidente que ha salpicado -qué duda cabe- inexorable e irreparablemente, su amañada imagen, de ícono de la moral pública, afectando su aura de gladiador implacable contra la corrupción, la falta de transparencia en la contratación pública, el clientelismo político, la intermediación, el delictuoso CVY. “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Refrán que desnuda a los fariseos que se atribuyen virtudes que no tienen. A pesar del ‘mentís’, insiste en que el dinero se lo regaló o prestó -aún no sabe- el arquitecto, quien reitera la negativa.

Imagen del derrotado Petro, cuidadosamente construida, mediante una implacable y mediática lucha como senador -lo reconozco-, contra la podredumbre oficial empotrada en la administración pública; defensor a ultranza de la moral ídem, de la ética, de las buenas prácticas de gobierno que, en el caso de su reprobada gestión como Alcalde de Bogotá, dejó mucho qué desear. Tropiezo que, como las derrotas políticas, un demócrata de verdad, acepta humilde y calladamente.

Presentar -como impertérrito lo hace- como ‘video-montaje’, la evidencia en cuestión, es el colmo de la desfachatez, la frescura, preámbulo, con el que sustenta el llamado a la turba ‘petrista’, para que se haga la de la vista gorda con sus deslices, los que trata, vanamente, de diluir, con este difuso galimatías, que transcribo literalmente: “Los errores del pasado de alguna persona, no pueden ser estigma permanente”, esto, como si el corrupto acto endilgado, lo hubiera cometido un tercero, que nada tiene que ver con él.

Para lo cual, el muy taimado atorrante, le notificó a la chanda: “Toda la militancia de la Colombia Humana, debe entender que han dado orden de destruirnos. No estamos en una democracia. Hoy deben suspenderse las discusiones electorales y preparar los momentos de la movilización generalizada y la solidaridad mundial”. Dicho y hecho. A la semana siguiente, movió a la robotizada cauda, rumbo a la Corte Suprema, para solicitarle que lo investigara, a sabiendas de que ya lo hacía de oficio. Sofisma de distracción del acorralado sujeto, no propiamente para que se conozca la verdad, sino para victimizarse como perseguido del sistema.

Flagrante estrategia, empleada en su paso por la alcaldía, para esquivar la sanción de inhabilidad, impuesta por la Procuraduría, por su inescrupuloso, tardo, torpe y desastroso gobierno, condimentado con un lenguaje de verdulera, utilizado contra los oponentes, lapidados -a mañana y tarde- con todo tipo de infundadas aseveraciones, iniquidades, sandeces, tropelías; con vandálicos levantamientos callejeros, en aras ahora de hacerse al poder del Estado, en el 2022, para apoderarse -como buen ´chavista’- de la nación, ‘per (in) sæcula sæculorum’.

No extraña que el codicioso sátrapa, ahora camuflado de mártir, con deslucida máscara de incorruptible, inmaculado, predestinado; de venerable y virtuoso apóstol anticorrupción, posea la llave mágica que convierte sus fechorías, en acciones legítimas que lo califican para ser elevado al santoral colombiano, luego de salir -en este caso- como ‘Daniel’, sano y salvo del bíblico ‘foso de los leones’, echado por ‘Paloma’ (¿?) Valencia, del que se ufana saldrá -‘abracadabra’- libre de polvo y paja.

Bogotá, D. C., 12 de diciembre/ 2018.

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