EDITORIAL
19 agosto 2018
Manizales y Caldas siempre se han destacado por ser cuna de grandes profesionales sobresalientes en el ámbito nacional y muchos casos a nivel internacional.
Son muchos los caldenses que se han preparado académicamente en las mejores universidades del país y del mundo lo que los ha llevado a ocupar importantes posiciones tanto en el sector público como el privado.
De ahí que sea inadmisible que al presidente Iván Duque no le haya parecido que algún caldense tuviera las condiciones o calidades para ser designado en uno de los muchos altos cargos en el gobierno nacional, por lo menos en esta primera etapa.
Pareciese que, para el uribismo, los caldenses solo sirven para votar y apoyar a sus candidatos y no son merecedores de recibir importantes responsabilidades.
Hasta la fecha, el nombramiento de algún ministro, viceministro, superintendente, director de instituto o gerente ha recaído sobre un caldense, hecho insólito máxime cuando el nuevo presidente cuenta con amigos cercanos en nuestro departamento.
Ese mensaje no le hace nada bien a futuras alianzas y coaliciones a nivel regional con el partido centro democrático porque dan la sensación que todo lo quieren para ellos sin importar el aporte de los demás.
Ello crea desconfianza e incertidumbre y obligará a que en un futuro se fijen con anticipación las reglas de juego para que cada cual obtenga lo que merece.
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