Primera parte
Por: Mario Arias Gómez
Sin posesionarse aún el presidente Duque, el oscurantista émulo de Hugo Chávez, aspirante a ´Mesías’. Príncipe de pacotilla, sin rumbo. Fabulador, moldeado por el M19. Rebautizado mando con el alias de ‘Andrés’ y/o ‘Aureliano». ‘Venerable´ subversivo, en estado de hibernación, que abandonó para terminar -por fortuna- chamuscado, tiene la mira puesta en las elecciones regionales de 2019, campaña que inició con las irracionales marchas -léase asonadas- convocadas en las principales ciudades, bajo el falaz y seductor eslogan: “por el derecho a la vida y a la oposición”, comienzo del villano e irresponsable saboteo al nuevo gobierno, inspirado en la cartilla, maoísta-leninista, que manda combinar ‘todas las formas de lucha’. Transcribo: “El 7 de agosto me posesionaré (¿?) de las calles de Colombia”. Estrategia orientada -después de la apabullante derrota- a crear las condiciones para llegar en 2022 -si no antes- al poder. Precoz embestida en perjuicio, no del gobierno, sino del país.
Es sabido que en la democracia la gente tiene derecho a expresarse como le dé la gana, la oposición a maniobrar como a bien tenga, obviamente, dentro de parámetros de legalidad que, de no, asumirá las consecuencias. Patibularia idea que semeja las letales bombas lanzadas desde el ‘Bronx’ por sus pares de las Farc, para aguar la posesión de Uribe Vélez en 2002, asociada, sin pudor -deliberada y malévolamente-, a los asesinatos de líderes sociales; a defensores del medioambiente; a delatores de los rapaces despojadores de tierras; baldíos; discriminadores étnicos, de género; extorsionistas; malandros de todos los pelambres. Sanguijuelas coaligadas, coludidas o enfrentadas por el control territorial, como si detrás de las muertes -repito- estuviera el uribismo. Cruda y dura verdad, incontrastable.
Espeluznante apocalipsis encarnada por crímenes cometidos por delincuencia común; bandas criminales; disidencias de las Farc; por el activo y sanguinario ELN; cruento salpicón, que el desaforado, vencido ‘redentor’, con fortaleza desconocida, endilga -sin pruebas- a una conjura o complot de la derecha, absolviendo -de paso- a la intocable chanda acompañante del autoerigido árbitro, gurú de la moral pública.
Legiones de amnésicos, despistados, que adrede olvidan, que el incorregible rufián, proviene de las canteras del M19, que lo apadrinó, amamantó. Hermandad que asaltó, asesinó, extorsionó, secuestró, se tomó -a sangre y fuego- el Palacio de Justicia, inmoló los magistrados de la sala penal. «Trabajito» perpetrado por encargo y paga del narcotráfico. Déspota en cuyos hombros aspira llegar a la Presidencia.
Robin Hood redivivo, que disfrazado de fufurufa -ataviado con peluca, pistola en el liguero, pintorreteado- fue detenido mientras sus compinches secuestraban y asesinaban a José Raquel Mercado y otros, luego de confinarlos en las ‘cárceles del pueblo’, -cavernas húmedas, cavadas bajo tierra, a cuatro o cinco metros de profundidad, a las que se accedía por un agujero vertical, vigiladas -se dijo- por el referido brujo. Despabilado carcelero que se presenta como paladín de caros valores éticos perdidos: la justicia, la moral, la dignidad. Insomne defensor a ultranza de los derechos humanos, experto que los ha violado todos. Y no son chismes de costurero, que se venden como pan caliente.
Sentenciado por “porte ilegal de armas” a 18 meses, ‘delito común’, sin conexión con la rebelión, que lo inhabilitó para desempeñar cargos públicos, ignorado por el apocado e insulso CNE, delito convertido por el proscrito y tóxico delincuente, en “contravención”. Cumplida la pena, se acogió a la ley de Indulto, avalada irónicamente por Uribe, víctima de clandestinos atentados, presuntamente ejecutados, por la amnistiada leonera, que revalidó aquello: “Cría cuervos y te sacarán los ojos”.
Miedosos y sombríos antecedentes, que ‘adornan’ al jactancioso vermífugo de marras, compilados en su congestionada, delirante y oscura hoja de vida -que produce bostezos de cocodrilo-, que solo da para el anonimato, quien debe dar paso, a conciencia, a un calificado adalid, estructurado, doctrinario, digerible, impoluto, moralmente solvente, que se parezca al excepcional, Carlos Gaviria (q.e.p.d.), con cacumen e inteligencia, habilitantes para ocupar, con lujo de competencia, la primera magistratura.
Refrescante opción de renovación del lisiado y macilento sistema político, urgido de reinventarse, de cambiar la anquilosada dirigencia, dentro del respeto y apoyo al conjunto de libertades y derechos, al ordenamiento democrático. Vientos de transformación, que la Alianza Verde vislumbró, a través de Jorge Iván Ospina, al negarse a consagrar, como jefe único de la oposición, al autonombrado y soberbio Petro, sin la anuencia del Polo, Farc, Mais UP, cuyos presuntuosos jefes, se les llena la boca al hablar de “unidad». ¡Mamola!
Bogotá, D. C. 18 de julio 2018
http://articulosmarioariasgomez.blogspot.com.co/30