Por: Omar Yepes Alzate – Ex senador de la República.
La dirigencia política de hoy, de mayor a menor, y salvo excepciones honrosas, se ha minimizado y convertido en mercancía a disposición del mejor postor, a utilería de venta. ¡Qué tiempos aquellos en que los líderes fulguraban y enardecían a las masas con su presencia y con su prédica! Lo de hoy provoca lástima, da grima. Han convertido la política en una actividad menesterosa a cambio de presupuesto y canonjías. La han convertido en una actividad camaleónica.
Hay dirigentes que amanecen en un partido y anochecen en otro, y aparecen al día siguiente con otra divisa. Las masas, las bases, deberían reaccionar. Las están vendiendo. En unos casos por dinero y en otros por baratijas burocráticas. Hay dirigencias que manejan bolsas de electores, las llevan al hombro y las colocan en subasta. Dicen: «yo tengo tantos votos, los ofrezco, ¿cuanto dan por ellos?» ¡Y los venden! Y el pobre elector, ajeno e inocente ante estas trapisondas, es vendido como recua.
Hay que reaccionar. Las masas deben estar atentas a estas conductas y bajar de su aparente pedestal a quienes juegan de tal manera con su confianza. Deben repudiar a quienes los trasladan repentinamente de una agrupación o partido para otro, u otros, porque también los hay que fragmentan la votación para entregarla a varios y así acrecentar su billetera.
Es preciso levantar el tono de la política. Descubrir a los maleantes que la han mezclado con el fango, que la han envilecido, que la han convertido en actividad pestilente, nauseabunda, y retirarlos de la escena; y redescubrir esta función, la política, como la más útil tarea para estudiar los problemas del hombre y entregar solucioónes efectivas.
