Opinion

El sectarismo de nuestros pueblos

Por: Alejandro Loaiza Salazar – Enlace Congreso de la República. Oriundo de Samaná, con estudios en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.

13 julio 2019

Contrario a lo que el ingenuo votante cree, son muy pocas las enemistades entre dirigentes políticos que logran traspasar los debates públicos. Luego de salir de las acaloradas discusiones frente al micrófono, o las constantes críticas en tarima, no es difícil encontrar a los efervescentes dirigentes compartiendo mesa o riéndose a carcajadas en los corredores del congreso, ese es el deber ser de la política, a pesar de las diferencias ideológicas o la competencia por el control de los espacios de poder, no deberían existir mayores conflictos personales, y de existir, se debería procurar entonces por hacer uso de la diplomacia política (que no es otra cosa que la simple hipocresía), en todo caso no deberían traspasar de aspectos meramente dialecticos.

Sin embargo, en nuestros pueblos donde el uso de la diplomacia es más bien escaso, los debates políticos suelen trasladarse a conflictos entre amigos e inclusive familiares, llegando a extremos tan lamentables como el ataque físico.

En parte se entiende el comportamiento acalorado e intenso que se vive en la provincia, la cual a diferencia de las ciudades intermedias o de las grandes urbes, la oferta laboral es significativamente menor. En la gran mayoría de los municipios de nuestro país, los mayores generadores de empleo son las alcaldías y los hospitales, los cuales claramente están atados a los intereses políticos y electorales de turno.

No en vano con cada derrota electoral no son pocas las familias que lamentablemente tienen que salir de sus pueblos, puesto que su puesto de trabajo y única fuente de sustento será ocupado por un ciudadano afín a los afectos del alcalde o director de hospital entrante.

Es allí donde se aprovechan algunos para alimentar los sectarismos,  práctica constante por parte de las dirigencias políticas para lograr con ello mayor cohesión hacia sus estructuras electorales, sin embargo dicho sectarismo destruye uno de los componentes fundamentales de la cohesión social, y es el de identificar al prójimo como similar, destruyendo las bases para buscar puntos comunes que pueden contribuir a la construcción de mejores y mayores identidades locales, en resumen, se destruye la posibilidad de un tejido social mucho mas colaborativo.

Cuando las identidades locales se pierden, es fácil asimilarse a cualquier falso patrón de conducta, inclusive aquellos contrarios a la historia, los valores, la ética y la legalidad de las sociedades. El sectarismo rompe las bases de la colectividad primaria de los pueblos. No en vano el uso de la recurrente frase “nadie es profeta en su propia tierra”, pues el comportamiento sectario contribuye a resaltar cualquier diferencia por mas mínima que sea con su similar, en este caso con sus coterráneos, frente a las mayores similitudes que se tienen.

Justo en ese momento procesos políticos serios se rompen, y se prefiere la derrota absoluta del paisano, que encontrar caminos comunes que contribuyan a un concepto superior de desarrollo y crecimiento colectivo. En principio nuestros pueblos deben de hacer un auto examen, encontrar consensos y acercamientos que antes que fortalecer estructuras electorales, fortalezcan sociedades y procesos cívicos.

Ha confundido el politiquero a nuestros ciudadanos, pretendiendo construir primero imágenes erróneas de colectividad, al querer primar una falsa idea de identidad política, sobre la identidad social.

Cuando las comunidades son equivocadamente incentivadas a construir primero partidos políticos o estructuras electorales, en detrimento del tejido social y de la identidad histórica y sociológica, estamos destruyendo procesos serios y bien encaminados.

Ante la división política y sectaria de nuestros pueblos, deberíamos sentarnos y buscar puntos comunes que antes que fortalecer electoralmente maquinarias burocráticas, aseguraran el bienestar social. En muchos de nuestros pueblos deberían de haber, contraria a la teoría, candidaturas únicas respaldas por amplias mayorías que permitieran la independencia partidista y construir primero un tejido social serio, en donde los acuerdos se puedan hacer sobre la mesa.

Empezando por mí pueblo.

Adenda: Felicitaciones a nuestro paisano Cristian Alejandro Parra por la labor exaltada frente a su administración en el Hospital de Marmato.

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